“Una mujer en el rock es vista como una freak, y eso es duro para el ego. El público siempre se sorprende cuando nos ve aparecer. Piensa que somos un chiste hasta que empezamos a tocar. Entonces, son ellos los que la freakean. Verás: somos muy, muy buenas”. Así hablaba la cantante y bajista Jean Millington en 1973 sobre las vicisitudes de formar una banda ciento por ciento femenina en la década 70, cuando a menudo eran ridiculizadas por colegas varones en una escena básicamente masculina. Al sexismo, para más inri, hay que sumarle el racismo que padecieron, siendo la mayoría de sus integrantes inmigrantes filipinas. Hablamos de Fanny, uno de los primeros grupos de rock exclusivamente integrados por chicas en ser fichado por una gran disquera en Estados Unidos. Al menos, a decir de Reprise, el sello en cuestión, de las propias damiselas y de la crítica especializada de entonces, estupefacta porque muchachitas pudieran tocar de esa manera. Verán: las chicas eran muy, muy buenas.

“Fanny fue una de las mejores bandas de rock de su época. Eran extraordinarias. Componían todo su material, tocaban jodidamente bien; simplemente eran colosales. Pero hoy nadie las menciona, nadie las tiene en cuenta”. Palabras de David Bowie, ni más ni menos, al ser consultado por Rolling Stone en los 90s acerca de grupos de rock pioneros. Y sí que estaba en lo cierto. Porque a pesar de haber grabado varios discos de estudio sensacionales (Charity Ball, ‘71; Fanny Hill, ‘72; Mother’sPride, ‘73, entre ellos), de ubicar sencillos en el Top 40, de compartir giras con Jethro Tull, los Kinks y Deep Purple, de colaborar con Tod Rundgren y Barbra Streisand (las convocó para que la ayudaran a dar un sonido más rockero a sus álbumes Stoney End y Barbra Joan Streisand), de alcanzar sonado éxito en UK con su rock duro e inventivo, las muchachas fueron prácticamente borradas de la historia de la música. Y no por falta de méritos, encuadrados sus muchos logros en una corta carrera. La banda -que nunca resignó el control creativo de sus canciones ni cedió a las presiones de los mandamases para que fueran chicas sexies- solo estuvo activa entre el ‘69 y el ‘74.  

“Estuve atenta. Leí cantidad de notas, entrevistas. Esperé que sucediera. Y sin embargo, nunca nadie nos nombró en todos estos años”, se lamenta la hermana de Jean, June Millington, voz y guitarra principal de Fanny, evidentemente acongojada por haber caído en tan inexplicable olvido. Al menos, hasta el pasado año, cuando Fanny volvió al ruedo. Cinco décadas después del nacimiento del grupo, la dupla cofundadora decidió refundarse sin apelar al gesto nostálgico, optando en cambio por un set de 11 temas nuevos. Entre ellos, When You Need Her, himno sororo en el que colaboraron otras legendas: Cherie Currie de las Runaways, Kathy Valentine de The Go-Go’s y Susanna Hoffs, Vickiy Debbi Peterson de The Bangles.

A la vez, con aires frescos, Jean y June decidieron rebautizarse para la nueva etapa, llamando al grupo Fanny Walked the Earth (igual nombre lleva el disco), una declaración no carente de ironía viniendo de mujeres largamente invisibilizadas. Para la nueva formación, convocaron a una amiguísima de los años mozos: la batera Brie Darling, que acompañó a las hermanas antes de que Fanny fuera Fanny (a fines de los 60s eran Las Svelts, luego Wild Honey), cuando autogestionaban sus conciertos, eran sus propias roadies, managers y sonidistas, hacían los carteles para promocionar sus fechas. Y así, en jams, sin un plan concreto, el trío fue componiendo colaborativamente las 11 canciones.

A modo de sucintabio: las hermanas Millington nacieron poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial en Manila, hijas de un militar norteamericano y una socialité filipina. Se mudaron a Estados Unidos de adolescentes, y para hacer frente a la discriminación constante, encontraron sosiego en la música, usando sus ukeleles para aprender los éxitos del momento. Formaron una banda, luego otra, hasta que un representante de Reprise las vió en un bar y las fichó de inmediato. Giras, discos, Barbra Streisand. Y en ‘72, la carta de un fan: David Bowie. Las invitó a una fiesta en Liverpool, incluso les hizo de mimo y acabó teniendo un romance con Jean (el último hit de Fanny, de hecho, es Butter Boy, y está dedicado al Duque Blanco). Así y todo, las presiones de la discográfica porque cambiaran su estética de jeans y camisetas, porque apelaran al sex appeal por encima del talento, se les hizo muy pesado, y se acabaron disolviendo. 

June termina en Woodstock, estudia budismo y, a comienzos de los 80s, funda el Institute for Musical Arts, una organización non-profit que ayuda a mujeres en la música. En paralelo, produce a otras artistas, sigue tocando en compañía y en solitario, aclamada por su talento como guitarrista. Jean hace lo propio. Y en el 2016, llaman a Darling -que incursionó en la actuación, siguió componiendo y abrió una pastelería-, que las atiende. Et voilá Fanny Walked the Earth. Banda que, dicho sea de paso, tiene previsto tocar, pero no de momento. Cuenta June que “Jean tuvo un pequeño derrame cerebral los pasados meses. Necesita ponerse bien antes de volver al escenario. No sé cuánto tiempo llevará, pero está mejorando”.

Nadie las corre; ya han esperado 50 años para este momento reivindicativo, unos meses más no amedrentan a estas mujeres todoterreno. Menos que menos, la edad. Dice June: “Antes nos discriminaban por mujeres y por filipinas, quizá hoy lo hagan porque tenemos 70 pirulos. Cuando tenés esta edad, la gente no espera verte sobre un escenario rockeando”. Les espera una flor de sorpresa.