Recoge un reciente artículo del New York Times el peculiar hobby de la artista Sabra Embury, escritora, crítica literaria y collagista surcoreana con residencia en Brooklyn, Nueva York. Cuando no está manos al teclado con artículos para medios como Vice o Los Ángeles Review of Books, la mujer está a la caza de autógrafos. Okey, okey, nada especial bajo el sol de marzo, salvo porque -no conforme con requerir el gancho de figurones del mundillo literario- pide Embury a los susodichos notables un tierno bonus: que el autógrafo vaya con el dibujito de un conejo, y que lo bosqueje en 10 segundos o menos. ¡Ay, la presión! Una cruzada bien peculiar que lleva ya una década en autos, gracias a la cual puede jactarse la coleccionista de tener en su dominio a razón de 70 liebres ilustradas por ilustres de las letras. “El proyecto comenzó como una forma de canalizar la curiosidad artística que me despertaban algunos personajes”, ofrece Embury, y explica la razón por la que optó por conejitos entre la vasta variedad de la fauna mundial: “Es que son difíciles de confundir con cualquier otra criatura gracias a lo exageradamente estirado de sus orejas. Lo cual, considero, los hace fáciles y entretenidos de garabatear, incluso para personas que no poseen ninguna habilidad para el dibujo”.

Cuestión que, no sin simpáticas dosis de descaro, encaró Sabra en encuentros, lecturas y entrevistas a reputados autores, y con sus libros en mano, les pidió con dulzura que le pusieran la firma, sumando -claro está- la mentada ilustración. “Los 10 segundos son un límite de tiempo caprichoso, que tranquiliza a los participantes. ¡Para que sepan que no les estoy pidiendo ninguna pieza de arte, ninguna ilustración seria!”, se ríe la muchacha. Que no obstante recibió resistencia de algunos, aunque finalmente cedieran y acabaran delineando bigotes y orejas a máxima velocidad. Otras almitas generosas se coparon de primera y dieron al conejo su toque personal: una zanahoria en el caso de Margaret Atwood, cero reacia, que accedió al pedido con un “¡Esto es genial!” y procedió a autografiar El asesino ciego con el atípico agregado animal.

David Lynch hizo lo propio sobre Dark Splendor, su libro de litografías y dibujos, y cuando terminó, le dijo a Sabra: “Gracias, eso fue interesante”. Bret Easton Ellis puteó un cachito al comienzo, pero de inmediato puso a contar a Embury para lograr el cometido en tiempo y (precaria) forma sobre un ejemplar de Las reglas de la atracción. Y siguen las firmas conejeras: de Mark Z. Danielewski, Judy Blume, Joy Williams, Jonathan Lethem, Amelia Gray...