Conocí a Pedro Orgambide en 1997 y entre todos los libros que me regaló hubo uno que me cautivó para siempre: Pesadilla (Koshmar) de Pinie Wald, escritor judío que había venido a Buenos Aires desde Polonia, a principios del siglo XX. Lo curioso de Wald y su texto era que se trataba de un testimonio escrito en primera persona sobre acontecimientos de la tristemente célebre Semana Trágica de enero de 1919. Pero, además, había sido escrito en idish, y el texto recién se había traducido al español en los años ochenta. Era nada menos que una crónica novelada, que lo tenía como protagonista, dado que Pinie “Pedro” Wald había sido detenido durante esos días, en el primer pogrom porteño, acusado de “maximalista, primer presidente de la Repúbiica del Soviet”. Según Pedro Orgambide, la recreación literaria de Wald era un claro antecedente del nuevo periodismo, lo que para nosotros no era tanto Truman Capote sino Rodolfo Walsh.

Pongamos en contexto. Al igual que las derivas inquietantes de la Reforma Universitaria acontecida un año antes en Córdoba, así como los fusilamientos del coronel Varela en el extremo sur de la Patagonia dos años después, la Semana Trágica bien puede sumarse al “trienio bolchevique”, según la expresión de Juan Díaz del Moral. Es decir, los coletazos en todos los confines de la Revolución Rusa de 1917. ¿Un fantasma recorría el mundo? 

La lectura de Pesadilla de Wald fue para mí conocer una vibrante gema histórica, pero tuvo algunos elementos más. Días más tarde, en una de las infinitas (por lo borgeanas) tardes que pasé en la Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia (donde trabajé una década), llega una donación de diarios antiguos provenientes del Instituto Grafotécnico donde se destacaban algunos años del vespertino la Gaceta de Buenos Aires, homónimo del histórico pasquín moreniano. Busco la fecha y allí está, en uno de los tomos gruesos de encuadernación típica de hemeroteca donde se almacena un mes completo, el correspondiente a enero de 1919. Por curiosidad, lo abro y busco los primeros días del mes. Para mi sorpresa veo en tapa, con titular catástrofe a cuatro columnas, la referencia a los episodios de los talleres Vasena, a la “huelga revolucionaria” y al “presidente del soviet Pedro Wald”. El dato me confirmó que el episodio del pogrom y la detención de Wald no eran algo menor sino una noticia de la primera plana del diario, durante varias jornadas.

 Guardé esas imágenes en mi retina veinte años, hasta hace pocas semanas, en que volví a la biblioteca de la ANH con mi amigo, el actor y fotógrafo Daniel Berbedés. Ahora pudimos hacer unas tomas directas que ilustran la tapa de esta edición crítica de Koshmar (Pesadilla), en conmemoración del centenario de la Semana Trágica y la detención de Wald. Y tengo el honor de impulsar la reedición de esta fuente primaria para la historia argentina desde la editorial Astier, dedicada a la literatura y la cultura porteñas.