La política de transferencia de ingresos desde los sectores populares al capital concentrado se exhibe en la industria de los panificados como en pocos otros rubros. Sucede que la suba del gas, la electricidad y las tasas de interés, así como la dolarización del precios del trigo por la quita de retenciones y del cupo para consumo interno, tuvieron como principal objetivo beneficiar a los grandes ganadores del modelo de la Alianza Cambiemos (corporaciones energéticas, financieras y agroexportadoras). Pero en su reverso, estas medidas, que se combinaron con la caída del consumo interno debido a la política de ajuste del salario y jubilaciones, resultaron un ataque frontal contra el rubro panificador, integrado por 36.000 panaderías, en un 95 por ciento Pymes, que dan empleos directos e indirectos a alrededor de 200.000 trabajadores.

Sucede que de acuerdo a datos brindados a Cash por organizaciones gremiales de pequeños y medianos empresarios y también del trabajo, como la Federación Argentina de la Industria del Pan y Afines (Faipa) y el Centro de Panaderos “27 de Abril”, respectivamente, en solo tres años se experimentó una disminución del 35 por ciento de la producción de panificados, lo que llevó, entre otras consecuencias, a triplicar las panaderías sin habilitación, que pasaron del 10 al 30 por ciento del total, al cierre de 1200 panaderías y a la pérdida de 6000 puestos de trabajo. Además, se encareció un producto de necesidad básica, como el pan, que subió en solo tres años de 20 a 90 pesos el kilogramo, lo cual explica en parte los nuevos 500.000 indigentes que sumó el macrismo en sus tres años. De acuerdo a la estimación de la UCA, entidad que continuó su medición entre el 2015 y la actualidad, los mismos pasaron de 2 a 2,5 millones, sin contar los primeros meses de este año en los que se profundizó la crisis.

Lo cierto es que las políticas neoliberales macristas parecen estar logrando un viejo anhelo del peronismo, como lo es unir a empresarios y trabajadores. Por caso, Miguel Angel Di Betta, presidente de Faipa, afirmó a Cash que “tenemos claro que los 19.000 pesos que cobran nuestros oficiales panaderos no alcanzan para vivir, y al mismo tiempo, con las próximas paritarias, que se suman a los tarifazos, la presión impositiva, y la caída del consumo, a muchos empresarios panaderos les va a resultar inviable el negocio”. 

En tanto, Gastón Mora, titular del gremio de panaderos “27 de abril”, resalta que “con las tasas de interés y los impuestos que el gobierno le cobra a las pymes panaderas, es un mal negocio sostener una panadería y dar trabajo”. Por eso, desde ambos sectores reclaman una urgente modificación del rumbo económico, pues según señala Mora, “la política macrista atenta totalmente contra la industria nacional, y además resulta ilógico que un país productor de alimentos torne prohibitivos los precios del pan, la leche o las carnes”, mientras que Di Betta resalta que hasta 2015 tenían crecimiento y se trabajaba normalmente, pero con tres años de baja de la venta, “mantener la infraestructura que tanto nos costó armar resulta cada vez más difícil, sobre todo por las tarifas de gas”.

De todas formas, para estos referentes del sector el panorama está lejos de aclararse, pues según Mora, “la clase obrera es la que mueve la rueda y posibilita que un país crezca, por eso si siguen quitándole poder adquisitivo al obrero, o directamente su fuente de empleo, es claro que se va directo al estallido social”, mientras que Di Betta afirma que “tanto en diciembre como enero le mandamos cartas al Presidente para explicarle la situación, pero no tuvimos respuesta alguna, aún cuando estamos en vísperas de elecciones. En 41 años de panadero nunca vi esto, ni siquiera en 2001 la gente se acercaba tanto a las panaderías para pedir. Y los que compran, ya no utilizan el signo kilo sino el signo pesos, es decir los pocos billetes que tienen. Se les está sacando a los argentinos el pan de la mesa”.

@JBlejmar