Cada estreno de Federico León despierta mucha expectativa por la calidad de sus creaciones y por la capacidad de sorprender, de generar propuestas escénicas distintas. Para el autor y director que sacudió la escena independiente con Cachetazo de campo en 1997, con dos personajes (madre e hija) llorando literalmente a moco tendido durante toda la obra, los procesos creativos son únicos, sin fórmulas y teñidos de incertidumbre. Son el momento de experimentar con tiempo, de sumergirse en la creación. Por eso sus estrenos son espaciados y cuentan, además, con el apoyo de festivales extranjeros donde luego se presentan. Si en Las multitudes dirigió a 120 personas de distintas edades, desde niños hasta ancianos, todos en busca del amor, en Las ideas (su última pieza) se subió al escenario con su amigo y actor Julián Tello para encarar los pliegues de la creación. 

Su nueva aventura se llama Yo escribo. Vos dibujas y está haciendo funciones sobre el escenario de la sala principal del Teatro Cervantes, con veintiseis actores y cien espectadores compartiendo y moviéndose por el espacio. Hasta el 17 habrá doble función de jueves a domingo, antes de partir a los festivales Kunstenfestivaldesarts (Bruselas), Wiener Festwochen (Viena), Fitei (Porto) y al Teatro do Bairro Alto de Lisboa. De vuelta en Buenos Aires, desembarcará en el Cultural San Martín.  “La primera imagen que recibe el espectador, cuando empieza la obra, es la convivencia de muchas situaciones que, entre todas, generan un gran caos, como si un solo espectador no pudiese abarcar todo lo que la obra está emitiendo. Son veintiséis actores que ponen en funcionamiento una especie de kermesse o de feria, y que fueron elegidos por sus habilidades específicas. Hay un skater, un saxofonista, un acróbata, un caricaturista, un campeón de ajedrez con tres jugadores, varios dibujantes. También hay unas prácticas o juegos deportivos inventados, de embocar pelotas y de puntería. Cada espectador elije qué ver y cuánto tiempo, el recorrido es libre hasta que en algún momento empieza a notar que detrás de ese caos hay una organización, un orden”, describe León. Por la velocidad de las situaciones está presente la idea de lo subliminal: “Termino de ver algo pero no estoy del todo seguro si ocurrió o no, si lo imaginé”, desliza. Hasta que en determinado momento, se reparten unos volantes con preguntas, que indican detalles a tener en cuenta. El público puede volver a acercarse a determinada situación y relacionarla con otra cosa. “Está la idea de relectura, volver a lo mismo pero con otra comprensión”, señala. Esos mensajes escritos se vinculan con textos del filósofo argentino Bernardo Nante, especialista en Jung y en religiones comparadas. León no quiere revelar el misterio pero adelanta que el espectáculo tiene una especie de segunda parte, donde la actriz Claudia Schijman, que interpreta a una astróloga, toma protagonismo. En este segundo momento aparecen sus sueños, ciertas situaciones que vivió y la idea de sincronicidad. “Cosas que sueño, pienso o imagino, de repente la realidad me las presenta. Como cuando uno tiene la mirada puesta en algo y todo se organiza a partir de esa mirada, de ese sentimiento o estado. La obra habla de esto también”, anticipa.

La escenografía de Ariel Vaccaro es esencial: construyó gran cantidad de máquinas y de objetos, como una especie de cabina desde donde se podrá observar toda la feria y sus habilidosos participantes. El origen de la obra tuvo que ver con esa primera imagen de caos que recibirá el espectador. “Poner en una partitura elementos que no pueden aparentemente ser dominados es algo que surge en casi todo lo que hago. En Cachetazo de campo, por ejemplo, fue lograr que el estado de llanto, que es indomable, se mantenga igual o lo más parecido en las funciones. En esta obra hay muchísimas pelotas, de distintos tamaños, pero todas vuelan y entran en los aros generalmente de la misma manera. Es como lograr una desprolijidad hiper-coordinada, dominar ese ecosistema caótico”, conceptualiza. La propuesta de León es clara: vivenciar el caos y luego poder encontrar ciertas uniones y relaciones que ordenen. Así como Jung encontró puntos de unión y patrones que vinculan distintos sistemas filosóficos, religiones y tradiciones antiguas, la obra también busca un orden detrás de ese caos hecho de elementos separados y a simple vista inconexos. El director está convencido de que cada espectador puede percibir sólo algunos aspectos del espectáculo, en función del recorrido que haga y de su percepción. “Es como si la obra le hablara a cada espectador. Cada una de las cien personas que entra ve algo único, no puede tener acceso a la totalidad. Me interesa que el espectador pueda reconstruir con otros lo que vio, que tenga que compartir la experiencia y completarla”, concluye.

* Yo escribo. Vos dibujás se presenta jueves a domingos a las 19.15 y a las 21.30, hasta el 17 de marzo en la sala María Guerrero del Teatro Cervantes (Libertad y Córdoba).