PáginaI12 en España

Desde Madrid

El 11 de marzo del 2004, una serie de atentados en cuatro trenes regionales que concluían su trayecto en la ciudad de Madrid, dejaron 192 muertos, y más de dos mil heridos. Aquella fecha, inmortalizada por los españoles como el 11M, recuerda el atentado terrorista más sangriento en la historia del país pero, además, una de los mayores manipulaciones que perpetró un Gobierno español desde el fin de la dictadura franquista.

A las 13:00 de aquel fatídico 11M, unas horas después de que detonaran los diez explosivos que produjeron las casi 200 muertes, el exministro del Interior del Gobierno de José María Aznar, Ángel Acebes, compareció ante la prensa para atribuirle el ataque a ETA, la organización separatista vasca. La versión se repitió a lo largo de la jornada, e incluso en los días siguientes, a pesar de las evidencias que apuntaban a un ataque jihadista.

El Gobierno del expresidente José María Aznar, tenía sus razones para apuntarle su dedo al terrorismo vasco. El 14 de marzo se realizaban las elecciones generales, y el PP aspiraba a permanecer en la Moncloa. Según los sondeos en los días anteriores al ataque, Mariano Rajoy, último líder del PP, se impondría al candidato del PSOE, que en su boleta llevaba el nombre de José Luis Rodríguez Zapatero. Para el PP, una fuerza crecida al calor del discurso nacionalista y de confrontación al separatismo, la estrategia de culpar al terrorismo vasco era demasiado rentable.

A pesar de ello, la manipulación no logró sostenerse. La Policía avanzó rápidamente en la investigación, y a las pocas horas se sabría que una célula jihadista era la responsable del sangriento atentado. Tres años después, la Audiencia Nacional lo confirmaría en el juicio que se le realizó a los miembros del grupo terrorista. En cuanto a las elecciones, el PP pagó cara su versión. José Luis Rodríguez Zapatero se impuso a Mariano Rajoy, y se convirtió en el segundo jefe de Estado socialista desde el retorno de la democracia, en 1977. 

Quince años después, las heridas causadas por el ataque terrorista, y por la manipulación del Gobierno de Aznar, permanecen abiertas en la sociedad española. El analista político Enric Juliana, lo dejaba en evidencia ayer en un contundente editorial. “El ministro del Interior, Ángel Acebes, convirtió sus comparecencias en una prolongación de la campaña electoral, estableciendo constantes líneas divisorias. De un lado los ‘constitucionalistas’, del otro, los supuestos cómplices políticos y morales del atentado, empezando por el PSOE. Más de media España estaba siendo acusada por el lenguaje del Gobierno de mantener algún tipo de complicidad moral con una horrorosa masacre.”

Aquella polarización que buscó el Gobierno de Aznar a los pocos minutos del atentado terrorista, permanece intacta en la actualidad. El ejemplo más claro es el conflicto territorial y político en Cataluña. De cara a las elecciones generales del 28 de abril, dos importantes partidos del centroderecha ya han marcado líneas rojas con el PSOE, el partido que conserva la mayor intención de votos en estos días. El líder del PP, Pablo Casado, acusó de felonía al mandatario y candidato socialista, Pedro Sánchez, por su negociación con los líderes independentistas. Por el mismo motivo, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, prometió no pactar con Sánchez tras los comicios. La polarización no deja dudas. 

En cuanto al engaño del Gobierno de Aznar, aún estos días se siguen produciendo revelaciones. Ayer, el diario El País publicó una entrevista al exjefe de los Tedax (Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos), en la que afirmó que instancias superiores del Gobierno de Aznar le pidieron que asumiera que su escuadrón había utilizado la palabra Tytadine como el explosivo utilizado en los atentados, un explosivo que usaba habitualmente ETA. La afirmación, que se negó a realizar el funcionario, le habría servido al ejecutivo de Aznar para justificar su acusación al terrorismo vasco.

En este sentido, es paradójico que el líder actual del PP, Pablo Casado, afirmara durante un acto de conmemoración a las víctimas del 11M, que debía desclasificarse la información sobre el atentado para que se “llegue a la verdad”. Un planteo que compartió el partido ultraderechista Vox, para quien se ha ocultado la verdad sobre el atentado.

En los últimos quince años, se han abonado teorías conspirativas sobre el 11M. También en este aniversario. El excomisario del Cuerpo de la Policía Nacional, José Villarejo, uno de los hombres que mayores secretos guarda sobre las cloacas de la política española (en prisión por un abanico de delitos), afirmó ayer que el Gobierno de Aznar no quiso investigar el 11M, y apuntó a los servicios secretos de Francia y Marruecos como supuestos adiestradores de la célula jihadista. Una teoría que respaldó el portal Moncloa.com con una exclusiva en la que afirmaba que la cúpula policial que comandaba el exministro del Interior de Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba, creía que “los marroquíes con apoyo de los franceses”, estaban detrás del atentado del 11M. 

Dichos explosivos o extorsiones son recurrentes en el comportamiento de Villarejo y, por tanto, es prematuro establecer posibles derivaciones de sus palabras, aunque distintas voces exigen que se reabra el juicio por el 11M. Lo cierto es que, mientras el proceso judicial del 2007 juzgó a los autores de los atentados, ninguno de los responsables de la manipulación política rindió cuentas ante la justicia. Ni siquiera, han realizado una autocrítica.