Una calle tranquila de la provincia de Buenos Aires. El tren pasa por la estación de Merlo. En la vereda de la casa de Gabriela Mansilla hay cuatro evangelistas que le tocan el timbre. Cuando ella sale la toman de la mano y la llevan a una ronda para rezar. Al unísono repiten “Sálvala, Jesús, sálvala. Lleva adentro el demonio, por eso dice que es una niña”. Mansilla había leído en las redes sociales que hablaban de hacerle un exorcismo a su hija Luana, la primera niña trans con documento. Esto pasó en junio del 2014; casi tres años después Mansilla fundaba la Asociación civil Infancias libres, con la idea de promover la igualdad de los derechos de niños, niñas y adolescentes trans, contra la discriminación por la identidad de género y orientación sexual, la inserción en la sociedad, en la comunidad educativa y en el sistema de salud para una mejor calidad de vida. Llevan acompañando a más de 100 familias de niñex trans en esta lucha colectiva. 

Los padres se acercan porque no reciben una respuesta satisfactoria de ningún profesional al que consultan, ni de pediatras, psicólogos, o de la escuela. Uno de los desafíos más complejos de la asociación es trabajar con el miedo, la ignorancia y la desesperación de los mayores, que suelen anteponer su capricho antes que el deseo de sus niñxs, que siguen sin ser escuchadxs y reconocidxs como ellxs lo necesitan.

LOS GRITOS DEL SILENCIO

La navidad del 2015 Mansilla se levantó con la idea de hacer una campaña por las infancias trans. Se le ocurrió pedir a lxs lectorxs de su libro Yo nena, yo princesa que se sacaran una foto y la subieran a las redes sociales. La consigna era mostrar la cara y decir “Yo me sumo a la lucha para que no discriminen a lxs niñxs trans. Libres de violencia. Violencia también es ignorar cuando una criatura dice quién es y no es escuchadx o se lo niega”. Se sumaron a la visibilidad más de mil familias de todas partes del país que no sabían qué hacer, y que estaban hartos del silencio. Decidieron imprimir las fotos y hacer una muestra, empapelando las paredes de un centro cultural barrial, que iba desde el techo hasta el piso. “La identidad se siente y no la determinan los genitales” era la frase que daba vueltas la muestra, envolviendo la campaña. Todas esas imágenes juntas parecían decir que no quedaba otra, más que escuchar a esas voces: las de las infancias trans.

En el 2017, unas veinte familias se encontraron, no por casualidad, en la parte de arriba de la casa de Mansilla, que estaba en construcción. La idea era que lxs niñxs se conocieran y que vean que no eran lxs únicxs niñxs trans en el mundo. 

El siguiente encuentro no pudo hacerse en el mismo lugar, por la tormenta que se desató, pero se reunieron en una casa de comidas rápidas. Lxs niñxs llegaban al pelotero con sus pelos largos y vestidos luminosos decididxs a jugar con niñxs trans, hartxs de la soledad de hacerlo con muñecas con penes que sus madres ayudaban a coser. Así se estaba formando un grupo de pertenencia, y Mansilla no dudó en formalizarlo como una asociación civil sin fines de lucro. La idea era preparar a lxs niñes para que aceptaran su cuerpo, promover los derechos de niñes y adolescentes trans, y brindar información. No visibilizan a lxs niñxs, por ser menores de edad. 

CUATRO ESPACIOS

Las jornadas de Infancias libres se hacen una vez por mes y se dividen en 4 espacios simultáneos. El de expresión corporal lo coordina Victoria Lagos junto a otrxs profesionales, e involucra niñxs que van desde los 4 hasta los 11 años. Trabajan la idea de amar el cuerpo, la autoestima, respetarse, respetar, el significado de la palabra trans, la ley de identidad de género; y todxs lxs niñxs  aprenden cuáles son sus derechos. 

En el grupo de adolescentes trans, que lo coordina Matías Veneziani, un varón trans, hablan de las orientaciones sexuales, el desarrollo, la menstruación, las relaciones sexuales, el cuerpo, la futura paternidad en varones trans, que son aptxs para gestar, el concepto de vergüenza y los tipos de familia. Veneziani dice al Soy: “Los inconvenientes no los ponen lxs adolescentes trans. Seguimos enfocando la mirada en la sociedad. Ellos son los que menos problemas tienen, con el cuerpo y su transición; el problema es la mirada de la gente sobre ellxs”. 

Por otro lado está el espacio de las hermanas y hermanos cis género, todo en el mismo lugar al que divide en cuatro sectores. Las jornadas suelen hacerlas en alguna quinta o una sociedad de fomento. 

El cuarto espacio es para las mamás y papás donde visualizan y deconstruyen el machismo. Detectan y trabajan los prejuicios, los miedos y el empoderamiento de las mujeres. Cristian Jaime, licenciado en psicología, acompaña a les adultxs, sobre todo brindando herramientas e información; porque el desconocimiento es una fuente inagotable que genera prejuicios. También se aborda la tomar de conciencia colectiva. Florencia Pintos, profesora de teatro, lxs acompaña con actividades transformadoras. 

MÁS ALLÁ DE LA BIOLOGÍA 

Son aproximadamente 20 familias las que conforman el grupo de lxs peques, que tienen entre 4 y 11 años. Victoria Lagos, coordinadora del Taller de Expresión corporal, trabaja de forma interdisciplinaria con profesorxs de teatro, terapista ocupacional, educadores populares, un psicólogx, y una músicoterapeuta. Trabajan con teatro, collage, con lo lúdico en general. “Las actividades plásticas, a esas edades, es un canal de expresión de muchas cosas que les están pasando. Lxs que recién están transicionando suelen expresar la autopercepción binaria, ya sea de lo masculino o lo femenino, de forma bastante estereotipada; es decir, cómo demuestro que soy una niña o un niño”, dice Lagos.

Algunos de los logros es que padres o hijxs atravesaron la lógica binaria con la que llegaron. Un día, un varón trans, entró con los labios pintados. Otro, empezó a usar el rosa, color que antes odiaba.

POR DENTRO 

Cundo cumplieron un año de trabajo, IL lo festejaron en la sociedad de fomento de Merlo, que llenaron, para la ocasión, de globos, mesas largas con cupcakes pintados con los colores del arco iris. A lxs niñes se les entregó un diploma de reconocimiento que decía: “Por ser muy valiente. Por defender con orgullo tu identidad y luchar por la libertad de ser. La mayoría, habían hecho la transición ese año. En el festejo apareció la visita de una activista travesti, femenina y con barba; una mostrx. Una nena, asombrada, decía: “Tiene barba”. Mientras la travesti, maquillada como una diosa, se reía dejando estelas en el lugar, la nena agregó: “Tiene barba y es hermosa”. 

Se trata de una experiencia inédita, donde lxs profesionales ponen lo que saben, sin asegurar los resultados. Las charlas de Mansilla son un eje para lxs profesionalex, planteando un cambio de paradigma y una inversión de saberes. 

“El primer trabajo que planteo es el del reconocimiento de nuestro mundo interno, a través de siluetas, o callage, para ver qué hay ahí adentro y cuál es su interioridad. Les enseñamos que ese interior vale. Que la manifestación del cuerpo es lo que plasma quienes somos. En algunxs niñes aparece muy claro lo que está adentro y lo que está afuera, como si fueran dos mundos distintos. Esa es una forma de abordar la autoestima, sin dejar afuera a lxs adultxs, para reconocerlxs cómo quieren ser llamadxs, lo que les gusta, y validando lo que sienten. ¿Qué te queres poner? ¿Con qué querés jugar? El trabajo con los padres es fundamental. Cuando les niñes sienten confianza y encuentran su espacio: no hay vuelta atrás. Es un quiebre, y ahí viene el de los adultxs”, dice Lagos. Que se amen. Que amen su cuerpo. Que no tengan que ceder la salud, ni su sexualidad para pertenecer al sistema son los ejes que se abordan en este espacio. 

El año pasado estuvieron trabajando el tema del orgullo de ser una nena con pene o un nene con vagina.  Lagos habla de esa experiencia que no se acaba: “Están en un momento de socialización donde muchxs están haciendo su transición y en el mismo momento su familia se despedaza. La escuela es un desafío muy grande. Que papá y mamá también puedan trabajar el orgullo por sus hijes es otro desafío”. Para lograrlo invitan a travestis y trans a las jornadas. El año pasado estuvieron Quimey Ramos, Susy Shock, Marlane Wayar, Violeta Alegre. Al verlxs como referentes, lxs niñxs se sienten menos solxs. 

ESI si ESI no

IL funciona como la contra-escuela, si la escuela es la normatividad por excelencia, IL sería la no escuela, porque muestran y explican lo que la ESI deja afuera: los cuerpxs trans, por ejemplo. A través de fotos de Lohana Berkins informan sobre el activismo, no solo a lxs niñxs, sino a sus hermanxs, y a lxs padres, que generalmente desconocen la lucha. 

“Cuando un niño trans vio a un varón embarazado y en pareja con una chica trans, vos no sabes lo que fue ese momento. Esta es mi foto favorita, dijeron algunxs, como descubrirse al saber que los varones trans tienen la capacidad, en su cuerpo, de gestar es que asi lo desean”. 

La invitación para hablar de manera concreta lxs llevó a la invención de su propia ESI. Hacen sus afiches de niños con vulva y niñas con pene. “Nombrarse, a veces, es difícil. Cuando lo hablamos se tiran de cabeza para mirar los afiches, porque están todas las corporalidades juntas, y las de elles también”. 

Otra consigna es que se dibujen, ellxs, en la escuela. Lo hacen con su genitalidad y ahí se les habla de sus derechos. Educar a lxs niñxs para que se hagan respetar, que puedan hacer amigxs, enamorarse y desarrollar vínculos.

GESTANDO UNA NUEVA GENERACIÓN

Les Mostres es un grupo de clown, coordinado por Nina Grossi, que trabajó con Patch Adams, Manu Fanego y Jean Carlos. Crearon la canción Mariposas libres que se transformó en el himno de IL. Hacen trabajos con títeres, en los juegos incentivan el intercambio de roles, y confeccionan muñecxs trans. Se trabaja las relaciones vinculares, ponerse en el lugar del otrx, hablar de las emociones. Hacen pinturas e historietas basándose en el orgullo de ser trans, de ser una niña con pene o un niño con vagina, porque todavía hay niñas, que les cuesta decir: yo no soy trans. En un primer momento suele aparecer un rechazo a sus genitales. Después, hay una labor de reapropiación, y más tarde otro de visibilidad: porque lo que no se nombra, no existe.  Unx integrante de IL dice: “No es que lo natural es ser hombre o mujer y después aparecen lxs trans”.

Trabajan un cuento que se llama “Noe nace de papá”. Juegan con un muñeco tejido que está dentro de la bolsa y tocan el muñeco, lo sacan de la placenta, y cortan el cordón umbilical. Exploran la diversidad en todas sus facetas mirando fotos de dos papás y un hijx. De dos mamás y un hijx. Hablan de la adopción, de la decisión de no tener hijxs. De la propia gestación. Este es un tema que se aborda desde la musicoterapia con un útero en el centro del espacio, para que cada unx vaya pasando por allí. De a uno, se arroyan con una tela tubo, que al estirarla simulan un nacimiento. El grupo le da la bienvenida con su nuevo nombre. “Bienvenide tal, bienvenide…”. Lagos cuenta que esta es una de las escenas más movilizadoras, emotivas y alegres de la jornada. 

Otra dimensión de la gestación es desmantelar la idea que solo las mujeres pueden quedar embarazadas, o hablar de la menstruación en un varón. “Lxs pibes están abiertos. Si le mostrás respeto por su singularidad y su autopercepción, pueden recibir información y ser felices”.

El orgullo trans empezó a instalarse en lxs niñxs, y se lo puede ver cuando despiden a Lagos, que está embarazada, con besitos en la panza para la bebe, y le dicen: “Que sea trans. Que sea trans…”.

ACEPTAR

Con los adultos trabajan la deconstrucción del ego, a través de lo lúdico y lo artístico como herramientas, y lo que ellos esperan de sus hijxs; incluso después de que aceptan la transición; porque, si sus hijxs decidieron identificarse con el género femenino ahora esperan que se parezca al ideal que ellos tienen de mujer. “Cuando aceptan que el cuerpo de sus hijxs está bien, ahí está la diferencia. Cuando un padre dice, mi hija es hermosa, o mi hijo es hermoso, así como está, con ese cuerpo: ahí se produce el quiebre”, dice Lagos con satisfacción. 

El logo de la asociación lleva un hada con alas (nadie sabe mejor que lxs niñxs, lo que representa un hada con alas). Las letras violetas, para quienes estudiaron la energía de los colores, es la transmutación. Lo que necesitan ellxs, escribió Mansilla, es: “Transformar el miedo en seguridad. La tristeza en alegría. El dolor en fortaleza. La vergüenza en orgullo. La soledad en compañía. Y vivir en libertad”. Y al Soy declara: “Estamos formando una nueva generación. La familia heterosexual, como dice Susy Shock, es el gran fracaso de esta sociedad”.

FB: Asociación Civil Infancias Libres

Reuniones cada tres domingos sólo para familias de hijxs trans

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