La política de nuestros días, esa que encuentra en el feminismo una de las expresiones más complejas e insurgentes, tal vez llegue a su manifestación más determinante en la decisión de actuar en el campo social de manera colectiva, como un modo de rechazar y de discutir esa lógica de pensarse como soledades en estado de guerra permanente. “Yo estoy re manija con lo colectivo, me parece que este es un momento donde lo individual no va más” interviene Mariela Asensio y de esa manera, casi como en una arenga, parece presentar el ciclo que comienza hoy en el Centro Cultural Recoleta llamado Nosotras lo vemos así, donde un grupo de directoras que transitan la escena independiente se acerca a un espacio institucional, no solo para presentar su trabajo sino para plantear una propuesta que intenta discutir los protocolos que llevan a decidir y seleccionar la programación en los diferentes teatro públicos. “Este es un momento en el que hay que asumir lo político en lo que una hace”, continúa Asensio que integra la Colectiva de Autoras y Actrices Argentinas. 

En la diferencia de estilos, porque no se busca aquí propiciar una temática, ni suponer que las mujeres tienen la exclusividad o el dominio de determinadas historias, se establece una tensión entre estéticas y propuestas disímiles, algunas más cercanas a la plástica y la performance, como es el caso de Andrea Sanmartín con su grupo XXY. “Yo no vengo de la dramaturgia pero formo parte de un colectivo y al juntarnos y empezar a correr la frontera de lo que es el  teatro o las artes visuales, hay un hecho político.” Explica Sanmartín que aquí participa con Mujeres Rotas y Princesas y brujas y otros asuntos cotidianos.  

Un poco como radiografía de esta unión impetuosa y afable, se desenvuelven ellas durante la entrevista , amparadas en una solidaridad siempre estallada por alguna divergencia. Son cinco porque faltó Paola Luttini que dirige en este ciclo el texto de Asensio, Están lloviendo hombres. Todas coinciden en que cuando la mujer se asume como dramaturga y diseña una pieza teatral, surge una escritura incómoda, especialmente si de hablar de la familia se trata. En Imprenteros de Lorena Vega y también en Pequeña pieza de juguetería, de Paola Traczuk, las configuraciones familiares operan para cuestionar una manera de contar donde la estructura dramática se vuelve más flexible a los estados emocionales de lxs protagonistas. En la obra de Lorena Romanin, de quien aquí puede verse Como si pasara un tren, la noción de género aparece abierta, permeable a los sucesos que en la vida pueden lastimar o potenciar las concepciones de lo que implicaría ser hombre o mujer, sin limitarse a lo binario. “En mi caso no fue una decisión querer hablar del feminismo”, dice Vega, autora, directora y protagonista de Imprenteros. “Pero Maruja Bustamante, que es la curadora de un ciclo llamado Familia en el Rojas, me propuso hacer un biodrama, entonces yo decido hablar del oficio de mi familia paterna y contar cómo fue esa vida y resulta que era un núcleo machista muy representativo.”  

En la obra del colectivo XXY al llevar lo íntimo al terreno de una instalación se produce la lectura política. La vida de cualquier mujer aparece atravesada por una serie de elementos domésticos que las artistas convierten en piezas estéticas. En ese acto que discute la desvalorización que las tareas de la casa adquieren en un contexto social que las necesita y demanda, se observan las divisiones del trabajo y los obstáculos que las mujeres deben superar para realizar su profesión.

Traczuk retoma la urgencia de pensar los modos de producción y el acceso a determinados lugares, tanto en la esfera pública como comercial. “Soy egresada de la carrera de dramaturgia de la EMAD donde discutimos mucho quiénes son los jurados de los concursos, quiénes eligen en los teatro oficiales y si nosotras vamos a seguir reproduciendo eso.”.

Para Romanin la posibilidad de cuestionarse sobre la dinámica profesional que impide a la mayoría integrarse al circuito oficial es ya un pequeño triunfo porque implica ponerse en movimiento, actuar para generar nuevos contenidos. En la palabra de Asensio y de Traczuk se enlazan de manera luminosa, casi como un modo de pensar agrupadas, la relación entre el reconocimiento de una dramaturgia, de una carga autoral femenina, con los espacios donde ese texto puede ser llevado a escena. “Yo formo parte de la Colectiva de Autoras y estamos haciendo un trabajo estadístico, todavía no tengo números exactos pero lo que sí puedo decir es que en el under las directoras y dramaturgas somos incluso hasta más que los hombres. Entonces cuando discuto con colegas que quiero un montón, les digo: Flaco ¿vos pensás que se llega por capacidad a esos lugares? y me dicen: Pero cómo podes pensar que a una mujer no la van a elegir por ser mujer. Entonces ¿por qué hay un noventa y ocho por ciento de hombres y un dos por ciento de mujeres en el circuito oficial?”. La importancia de este diagnóstico tiene que ver con que ser incluidas en el ámbito comercial y oficial les garantiza vivir de su trabajo, profesionalizar su arte.

 

Programación:

Todas las funciones son a las 20.30 en la Sala Capilla del Centro Cultural Recoleta.

Imprenteros, de Lorena Vega, se presenta el viernes 15 y el martes 19 de marzo.

Están lloviendo hombres e Irracional, de Mariela Asensio, dirección de Paola Luttini, se presenta el viernes 22 y el martes 26.

Mujeres rotas, del colectivo XXY en colaboración con la compañía Amor Eterno, se presenta el viernes 5 de abril.

Princesas y brujas y otros asuntos cotidianos, del colectivo XXY, con dirección escénica de Claudia Cantero, se presenta el martes 9 de abril.

Pequeña pieza de juguetería, de Paola Traczuk, se presenta el viernes 12 y el martes 16 de abril.

Como si pasara un tren, de Lorena Romanin, se presenta el viernes 26 y el martes 30 de abril.