La inflación de febrero volvió a acelerarse hasta el 3,8 por ciento mensual, informó ayer el Indec. Carne vacuna, pollo, pescados, gaseosas, lácteos, electricidad y transporte público fueron los rubros que dieron principal impulso al índice de precios nacional, que tuvo su pico regional en el noreste, con el 4,5 por ciento. En particular, los alimentos y bebidas acumulan en los últimos doce meses un alza del 58,3 por ciento y ya muestran en el primer bimestre una suba del 9,3 por ciento, lo cual tiene impacto directo en el empeoramiento de las condiciones socio-económicas y en el salto de la pobreza.

La suba de los precios minoristas el mes pasado anotó un máximo desde octubre de 2018, cuando había tocado el 5,4 por ciento. Luego tuvo una desaceleración hasta el 3,2 por ciento en noviembre y 2,6 por ciento en diciembre. Con la aplicación de nuevos aumentos de servicios públicos, la estacionalidad propia de la temporada de verano y la aparición de nuevos traslados a precios minoristas de las subas de costos pendientes del año pasado, la inflación volvió a acelerarse en enero hasta el 2,9 por ciento.

La suba del 3,8 por ciento de febrero ubica el incremento bimestral en 6,8 por ciento, en tanto que el alza de los últimos doce meses alcanzó un escalofriante 51,3 por ciento. En marzo, el piso de inflación es del 3 por ciento, por la continuidad en las subas de alimentos y bebidas y nuevos aumentos tarifarios, entre otros, lo cual dejaría al primer trimestre con un alza acumulada de precios arriba del 10 por ciento. Como sucedió en 2016, 2017 y en 2018, nadie cree que podrá cumplirse la meta oficial del 23 por ciento de inflación para este año. Consultoras privadas, empresas y gremios ubican esa estimación bien por encima del 30 por ciento para 2019.

El principal aporte a la inflación de febrero fue del capítulo de alimentos y bebidas, con el 5,7 por ciento mensual. Junto a las mediciones de octubre y de noviembre de 2018, este rubro mostró el mes pasado la mayor inflación desde comienzos de 2016. Ese desempeño se explica en primer lugar por la situación de precios de la carne. En febrero, el kilo de asado subió un 6,7 por ciento, la carne picada lo hizo en un 6,6 y la paleta, un 6,5 por ciento. El cuadril se encareció 7,1 y la nalga, 6,7. Le siguieron de cerca hamburguesas congeladas (4,1), salchichas (4,4) y pollo entero (3,2). En tanto, el filet de merluza avanzó en el mes un 10 por ciento.

También los lácteos tuvieron importantes subas, como el caso de la leche fresca en sachet (5,5), leche en polvo entera (4,3), queso cremoso (4,8), queso pategrás (4,6) y queso sardo (6,6). En frutas y verduras, en cambio, hubo un movimiento más desparejo en los precios. Entre las bebidas e infusiones, la Coca-Cola avanzó 6,2 por ciento, el vino lo hizo en un 3,8, el café subió 4,3 y la yerba mate, un 5 por ciento.

El capítulo del IPC que mayor alza registró en febrero fue vivienda, agua, electricidad y gas, con el 6,4 por ciento. Ese resultado se explica por el incremento de entre el 26 y el 32 por ciento en las boletas de luz empujadas por el incremento en el precio de la energía mayorista que distribuye Cammesa. La electricidad volvió a subir otro 14 por ciento en marzo. Además, en febrero aumentó el precio de la garrafa social, al pasar a 267,70 pesos el envase de 10 kilos. En tanto, el capítulo de equipamiento y mantenimiento del hogar subió un 2,8 por ciento.

El nuevo incremento en las cuotas de las prepagas (5 por ciento) junto a subas de medicamentos hizo que el rubro de salud tuviera un alza del 3,2 por ciento en el mes. Con los incrementos en el boleto de colectivo y el pasaje de subte, el rubro transporte avanzó un 2,2 por ciento.

Los datos del Indec permiten obtener subas de precios anuales en productos puntuales de la canasta básica. La harina de trigo común aumentó un 169 por ciento y los fideos secos, un 100 por ciento, es decir que duplicó su precio, al igual que el detergente líquido. El arroz blanco y el aceite de girasol subieron un 75 por ciento en apenas un año. En promedio, alimentos y bebidas tiene una suba anual del 58,3 por ciento.

El rubro transporte contabiliza una suba en doce meses del 63,6 por ciento a partir de la quita de subsidios del Estado nacional y su traspaso a provincias y municipios, lo que desató una catarata de aumentos en todo el país. Hace un año, el boleto mínimo de colectivo en el Area Metropolitana de Buenos Aires cotizaba 8 pesos, con lo cual el aumento a 18 pesos a partir de hoy implica un aumento anual del 125 por ciento.

La continuidad en la inflación a pesar de la profundidad de la crisis económica y de demanda se explica por la persistente suba de los servicios públicos y los incrementos “adeudados” del año pasado que las empresas todavía no terminaron de trasladar a los precios minoristas, lo cual se refleja en el diferencial entre las subas minoristas y mayoristas.