En una mañana de paseo por Varsovia, en 2008, el autor español Juan Mayorga visitó una sinagoga y descubrió en su interior una exposición de fotos del gueto establecido en la capital polaca por el nazismo, en 1940. El dramaturgo marcó en el mapa turístico que llevaba los lugares que figuraban en esas imágenes, y salió en su búsqueda, pero no los encontró. La ciudad del pasado, retratada en las fotos, difería mucho de la ciudad del presente. Ese mismo año, Mayorga empezó a escribir El cartógrafo, partiendo de su experiencia personal pero sumando ficción a los hechos.       

Estrenada en España, en 2016, y protagonizada entonces por Blanca Portillo y José Luis García Pérez, ahora la pieza sube al escenario del Teatro San Martín, dirigida por Laura Yusem y con la actuación de Elena Roger, quien vuelve al teatro luego de su actuación en el musical LoveMusik (2016) y más lejos en el tiempo en Mina, che cosa sei? (2003), Piaf (2009) y ¡Ay, Carmela! (2015). 

En la obra, Roger interpreta a Blanca, esposa de un diplomático español destinado a trabajar en Varsovia. Tal como Mayorga en la vida real, su personaje visita una sinagoga donde escucha la leyenda de un anciano cartógrafo judío que, en plena ocupación alemana, decidió elaborar un mapa de la vida en el gueto con la ayuda de su nieta. Obsesionada por encontrar ese mapa, conoce a Deborah, una cartógrafa de mapas escolares, y cree que ella fue aquella niña.

Pensada inicialmente para doce actores, la puesta de Yusem cuenta sólo con la mitad de ese reparto. Junto con Roger, suben a escena Mario Alarcón, Gustavo Pardi, Ana Yovino, Jazmín Diz y Horacio Acosta, quien asume el desafío de encarnar a siete de los personajes creados por el autor. Con una historia que aborda el horror del Holocausto, la trama construida por Mayorga indaga en algo que trasciende ese hecho: la importancia de no olvidar, y de mantener el pasado vivo en la memoria. En ese sentido, para el escritor madrileño, el teatro es en su subjetividad como la cartografía, porque ambos artes visibilizan lo invisible, activan la memoria y hay en ellos una construcción y una representación del mundo que no es neutral.    

Elena Roger se sumó a la obra, atraída por su temática. A ella nunca le faltan proyectos, y ya piensa en el lanzamiento de su quinto disco, a la vez que planea más conciertos con Escalandrum, el grupo liderado por Daniel “Pipi” Piazzolla, y deja abierta la posibilidad para una nueva temporada de Piaf, el musical que hace diez años la consagró a nivel local. Pero hoy se concentra en El cartógrafo, que significa su debut en el teatro oficial y donde mostrará una faceta de actriz alejada del brillo de los musicales en los que supo destacarse.   

“Es un texto muy fuerte, en el sentido de toda la información que da sobre lo que sucedía en el gueto de Varsovia, durante la Segunda Guerra Mundial. Y Mayorga también une a eso lo que sucedió en la Guerra Civil Española, que es algo que no está muy investigado. Cuando escucho lo que dicen los personajes del cartógrafo y la niña, pienso que eran personas con una vida común que de repente se vio atravesada por esa situación trágica”.  

Carlos Furman
La obra está montada en la sala Cunill Cabanellas.

–El personaje del cartógrafo dice algo interesante al respecto, y advierte que ese tipo de tragedias no suceden tan de repente como suele pensarse, y que había indicios de que eso iba ocurrir incluso en los mismos mapas de la época…         

–Sí, claro. Pero yo también siempre me pregunto: ¿de qué manera se evitan esas situaciones? Hay fuerzas destructoras que arrasan. En este sistema en el que prima el paradigma del dinero, ¿cómo se hace para evitar determinadas situaciones? Porque se va por todo, y no importa mucho el ser humano. Importa el poder. 

–Blanca, de alguna manera, se obsesiona con la historia del cartógrafo y del gueto. ¿Por qué cree que le ocurre eso?

–Ella trata de sanar su tragedia personal a través de la tragedia mundial. Trata de trazar un mapa, para entender algo de lo que ocurrió. Es una ocupación que ella necesita tener para entender lo que le sucedió a ella también. Es una catarsis. 

–El cartógrafo es una obra, fundamentalmente, sobre la memoria…

–Sí, el mapa que arma el cartógrafo no era para sus contemporáneos, sino para la gente del futuro. O sea, para nosotros. Para comprender lo que pasó en ese lugar.  

–El autor plantea la existencia de que existen mapas, no sólo de territorios, sino también de personas… 

–Es muy interesante lo que se dice en la obra sobre los mapas. Por ejemplo, el personaje de la cartógrafa realiza un catálogo de mapas de celebridades que han pasado, en distintos siglos, por el mismo lugar o han paseado por el mismo parque. También aparece la idea de que el mapa más preciso lo hace el enemigo. En los mapas se resalta lo importante, entonces hay mentiras, porque pasa que vas a Madrid y te encontrás con un mapa turístico donde aparecen distintos lugares históricos, pero también faltan cuadras. 

–Y si pudiera trazar su propio mapa, ¿qué representaría en él? 

–No lo sé. Es un mapa de 44 años. No es un mapa así nomás (risas). Representaría muchas cosas. Los encuentros, tener un hijo, un amor, situaciones con mi madre o mi hermana, un viaje, una obra o una decepción. Pondría todas esas cosas, pero todavía no me puse a hacer mi mapa. 

–Juan Mayorga señala una similitud entre la cartografía y el teatro, en tanto los mapas como las obras no son neutrales y toman partido. Ambos son representaciones que visibilizan y traen a la memoria parte de la historia. ¿Coincide con esta lectura?  

–Sí, claro. El teatro que a mí me gusta es el que te hace pensar y trae cosas a la memoria; el que analiza situaciones, y aunque no las analice deja que vos lo hagas. Por eso es tan importante el teatro y lo que hacen los artistas en la sociedad.    

–En su carrera sobresalen algunos trabajos que también se vinculaban al nazismo y al fascismo. La película Wakolda aborda parte de lo que significó el régimen nazi. En la obra ¡Ay, Carmela!, su personaje es perseguido por el franquismo y en el musical LoveMusik la protagonista tiene que exiliarse también a causa del nazismo…

–En Piaf también ocurre algo similar. Ella sacó a mucha gente de los campos de concentración. Iba a tocar a esos lugares, y ahí sacaban fotos a los prisioneros franceses y después las trucaban y hacían carnets para que la próxima vez que fueran a tocar los detenidos pudieran salir junto con ellos.

–¿Los totalitarismos son un tema que particularmente le interesa abordar?  

–No. La verdad es que estas obras aparecieron y me fueron llenando, cada vez más, con información sobre esa época. Casualmente, el año pasado hice un concierto para el Museo del Holocausto en el CCK, y canté algunas canciones que tenían que ver con esa historia. En esa ocasión, me emocionó muchísimo una señora sobreviviente del Holocausto que en su discurso pronunció a los gritos las palabras “Nunca más”. Lo dijo tres veces y se me puso la piel de gallina. Y yo pensaba que decimos “Nunca más”, pero no es así… 

–Uno creía sepultadas esas ideas de extrema derecha que plantean la eliminación del que piensa y quiere vivir de otro modo, pero siguen vigentes…

–Sí, y es muy triste. Pienso en eso todo el tiempo. Hay distintas maneras de atacar los ideales. Hace poco me entregaron un premio que se llama “Berta Cáceres”, y ahondé un poco más en su historia. Ella fue asesinada por defender los derechos de los pueblos originarios en Honduras. Y eso no fue hace mucho. Eso es muy fuerte.

La ficha

El cartógrafo, de Juan Mayorga. Dirección: Laura Yusem. Elenco: Elena Roger, Mario Alarcón, Horacio Acosta, Gustavo Pardi, Ana Yovino y Jazmín Diz. Asistencia de escenografía y vestuario: Mariela Solari. Asistencia técnica: Emanuel Biaggini. Dramaturgista: Julián Ezquerra. Música original y diseño sonoro: Cecilia Candia. Iluminación: Jorge Pastorino. Escenografía y vestuario: Graciela Galán. Lugar: Sala Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (Corrientes 1530). Funciones: Miércoles a domingos, a las 20.30. Localidades: platea, 210 pesos. Miércoles y jueves (días populares): 105 pesos. Duración: 120 minutos.