Los neozelandeses respondieron al ataque a las dos mezquitas de Christchurch apelando a la danza maorí que forma parte de la cultura de su tierra: el haka. Ya sea de forma individual o grupal, recurrieron a esa tradición para exteriorizar la tristeza que les produjo la matanza de más de 50 personas y rechazar al ataque supremacista. Surfers, niños y ciudadanos comunes se acercaron al lugar de la masacre para realizar el tradicional grito de guerra de la cultura Maorí que los All Blacks popularizaron. 

La imagen es impresionante, con el cordón policial de fondo. De noche o de día los neozelandeses se acercan al lugar del ataque y se solidarizaron con las víctimas de la masacre a través del haka, el baile compuesto por percusión corporal y canto que realizaban los maoríes para mostrar su fuerza ante sus enemigos. El baile se hace al unísono, y entre los movimientos rítmicos que lo caracterizan, se encuentran: fuertes pisotones en el suelo, movimientos de brazos y manos, y singulares gestos con la cara. Una forma de homenajear a las víctimas del horror.