Pasado mañana, jueves 21 de marzo, a las 19, el Malba inaugura la muestra Mundo propio, fotografía moderna argentina 1927-1962, con curaduría del fotógrafo Facundo de Zuviría, que incluye 250 fotos de Juan Bechis, Horacio Coppola, José Costa, Alicia D’Amico, Juan Di Sandro, Gisele Freund, George Friedman, Manuel Gómez, Annemarie Heinrich, Alex Kein, Sameer Makarius, Hans Mann, Julio Maubesin, Rodolfo Ostermann, Pedro Otero, Humberto Rivas, Anatole Saderman, Ricardo Sansó, Fred Schiffer, Nicolás Schonfeld, Boleslaw Senderowicz, Grete Stern, Augusto Ignacio Vallmitjana y Sivul Wilensky. 

Una entrevista a Facundo de Zuviría.

–¿Cómo surge la iniciativa de esta muestra?

–Eduardo Costantini y Victoria Giraudo me convocaron porque querían hacer una muestra de fotografía moderna argentina. Luego me dejaron a mí la definición y el recorte de la exposición.

–¿Cuáles son las principales características de la fotografía moderna argentina?

–Lo primero: su vocación de ser reconocida como arte a la par de otras artes. Eso está siempre en los escritos, la búsqueda de un lugar y un lenguaje propio en el campo del arte. También se caracteriza por la experimentación fotográfica. Eso es moderno. No buscan representar sino expresar y expresarse a sí mismos.

–¿Ese es el corte que se hace con la fotografía documental?

–Se corta con la tradición documental, sí: con las fotos que registraban lo que pasaba y se publicaban en los medios de entonces, como Caras y caretas, con mayor o menor gracia. Pero había otros fotógrafos que desde el siglo diecinueve buscaban lo artístico, que la foto tuviera los valores de la pintura. El pictorialismo era lo dominante. La modernidad vienen a correrlo y desbancar ese modelo con un lenguaje propio en el campo de las artes.

–¿Por qué el punto de partida se coloca en 1927?

– Por una foto de Horacio Coppola de ese año, que él tituló Mundo propio. Se trata de la vista desde arriba de un cajón abierto de la cajonera de la cómoda, en donde hay un conjunto de objetos comunes, de la vida cotidiana: una regla, una escuadra, un antifaz..., que por el punto de vista cenital luce como un espacio urbano edificado en el que se genera la ilusión de haber un patio con objetos. Con ese título, Coppola se estaba refiriendo a ciertos recuerdos de su infancia y adolescencia. Toma a la fotografía como una metáfora y la propone como real. Considero que es la foto que inaugura la modernidad en la fotografía en la Argentina. Es poco probable que haya habido otras obras modernas anteriores. Esta foto, que Coppola tomó a los 21 años, fue para él la puesta en práctica de su toma de conciencia sobre lo que pensaba de la posibilidades del lenguaje de la fotografía y su autonomía, que luego desarrolló hasta convertirse en la gran figura de la historia de la fotografía argentina. La exposición sigue con abstracciones y autorretratos posteriores, algunas con juegos ópticos y objetos banales, que al descontextualizarlos se les asigna un valor simbólico muy en la línea de la nueva objetividad de la fotografía alemana del momento. 

–¿Cómo aparece Buenos Aires?

–En varias de las fotos de 1931, Coppola “utiliza” a la ciudad. Sale por Buenos Aires con su Leica nueva, que él había comprado en un viaje de cuatro meses que hace a Alemania entre diciembre de 1930 y abril de 1931, y desarrolla su propia mirada. Y digo que él “usa” a Buenos Aires, porque la ciudad es uno de los grandes temas de la vanguardia. Se trata de una ciudad pujante, en la que él hacía sus caminatas con su amigo Borges. Luego viene el viaje a Alemania, la conoce a Grete Stern, se forman en la Bauhaus. 

–¿Qué fotos se muestran de Grete Stern?

– Sus fotos iniciales y los “sueños” completos.

– ¿Y de Annemarie Heinrich?

–Los retratos expresivos, las fotos experimentales, fotomontajes, los ángulos novedosos y el uso que hace de la luz. Si bien Annemarie parte de la inspiración de Hollywood, crea una manera propia de uso de la luz, muy dramática y escenográfica. También la exhibición incluye fotos de su maestro, el polaco Sivul Wilenski, que vive en la Argentina y hacía fotos para la revista Sintonía, retrataba a estrellas de la radio. Hizo todo lo que Annemarie haría luego durante toda su vida. 

– Y se exhiben también las fotos de plantas y flores de Anatole Saderman.

– Él publicó en 1935 el que sería el primer fotolibro argentino: Maravillas de nuestras plantas indígenas. Lo que hace con las plantas, dentro de un estudio, con un trabajo alrededor de la iluminación, es más un retrato que una documentación

–Con Coppola, Grete Stern, Annemarie Heinrich y Anatole Saderman se completa el cuarteto fundador de la fotografía moderna argentina.

–Hay que agregar a un quinto, Sameer Makarius, figura que se destaca a partir de los años cincuenta. 

–Los años que toma la muestra, 1927-1962, establecen un recorte arbitrario.

–El recorte es arbitrario, sí. Para cerrar la selección elegí el año 1962 precisamente porque quise incluir la “Serie bíblica” de Makarius,  hecha a partir de negativos dibujados a mano, en vez de impresos y que expuso con el grupo de la Nueva Figuración en la galería Peuser, en 1961. Y luego incluyo también dos fotos de Alicia D’Amico de 1962, que completan y cierran el circuito de la abstracción urbana; el trabajo con las sombras y las texturas, que no son exactamente abstractas pero tienden a la abstracción y la geometría. Esas dos fotos son la de la sombra alargada de un hombre que camina por la calle y la de ropa tendida, ambas vistas desde arriba: son dos fotos emblemáticas. Luego D’Amico se vuelca a la fotografía social. Otra obra muy interesante que incluimos es la de Ricardo Sansó.

–La muestra presenta una genealogía fotográfica que es la tuya.

–Mi maestro fue Horacio Coppola, a quien admiro. Es la figura central de la fotografía argentina. Las fotos urbanas de Grete Stern son buenísimas. Makarius hace cosas geniales en los años cincuenta. En 1957 expone en la galería Galatea una serie de abstracciones en color y blanco muy experimental y muy buena. Su libro sobre Buenos Aires y su gente es buenísimo. Y en el medio colocamos figuras que en algunos casos estaban olvidadas y las rescatamos (con excepción de Juan Di Sandro, muy reconocido). Incluimos por ejemplo a Augusto Ignacio Vallmitjana, a quien casi nadie tiene presente. 

* Se inaugura el 21 de marzo en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415.