El director Miguel Pittier recueda el día en que abandonó sus incipientes estudios de medicina: tenía 19 años y, al finalizar una clase de anatomía, un compañero clavó su escalpelo en el torso del cadáver sobre el que estaban estudiando “para saber qué se siente al apuñalar un cuerpo”, según le dijo. “La locura de su acto y la perspectiva de vivir con olor a formol me hizo abandonar la carrera”, asegura hoy. Luego de revivir este impactante recuerdo, le surgió la idea de realizar un proyecto teatral alrededor de Frankenstein, la novela publicada en 1818 por Mary Shelley. Eligió como actor a Gabo Correa, con quien había coincidido en el Conservatorio y luego en la puesta de Cachafaz, de Copi. Finalmente también le encomendó la versión, la recientemente estrenada Criatura. 

En ésta su primera incursión en la dramaturgia, Correa explica en la entrevista con PáginaI12, junto al director: “Recurrí al escalpelo y a Google”, bromea, comparando la constitución de la criatura que el estudiante de medicina Víctor Frankenstein creó en su laboratorio. Como aquel cuerpo hecho de fragmentos de otros cuerpos, entonces, Correa cuenta que se basó en la novela original pero dejó que citas de otros textos atravesaran el relato. Así, el actor usó datos extraídos de investigaciones realizadas con células senescentes y piel sintética y aludió también a casos de canibalismo por amor, tema éste de la antropofagia que aparece en el espectáculo resultante

Al igual que en el relato de Shelley, la criatura le pide a Víctor Frankenstein que cree para él una mujer. “Este pedido tiene que ver con el sentido romántico de cuando fue escrita la novela, porque no se habla nunca de que la criatura tenga sexo”, analiza el director. De todas formas, la exigencia habla a las claras de “lo que se supone es una pareja para esa época, hombre y mujer, como las medias partes que se unen para conformar un todo”. Si bien el tema del amor inalcanzable es central en el espectáculo, el otro pilar es la perspectiva científica –los avances de la ciencia, los aportes de la tecnología– y la cuestión de la ética científica en el marco de los avances conseguidos. “Hay científicos que creen que se podría pensar en una vida promedio de 130 años en un mundo donde cada vez hay menos trabajo porque las máquinas se multiplican”, afirma el director.

El planteo profundo del espectáculo se basa en una presunción: ¿Qué pasó con Víctor y con la Criatura después de 200 años? ¿Cómo sobrevivieron? En el caso de Víctor, Pittier y Correa explican que a pesar de haber muerto ahorcado volvió a la vida debido a que sus saberes son necesarios, dado que trabaja para una corporación transnacional proveyendo al mercado de mano de obra esclava. En escena, Correa interpreta al célebre doctor, en tanto que Vicente  Correa, su hijo, interpreta al mismo personaje en las imágenes filmadas que hablan sobre lo sucedido en el pasado. 

Acerca de la estética del espectáculo, Pittier piensa que “como la idea de fealdad ya fue agotada por el cine optamos por una imagen ‘normal’, dejando la fealdad concentrada en el propio discurso”, explica, enfatizando que “desde un principio supe que no quería sangre”. Lo que hay es un espacio vacío y blanco y ciertas alusiones al comic. Y, desde la música original compuesta y cantada por Carmen Baliero se mantiene, según apuntan los creadores, el espíritu romántico de la novela gótica. 

* Criatura, Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556, sábados a las 23.