Muchas veces sostuvimos aquí que es imposible que el oficialismo macrista gane las elecciones de octubre, a no ser que hagan fraude. Que hoy es el verdadero tema electoral de la Argentina y fue uno de los asuntos abordados en el 2º Congreso Nacional de El Manifiesto Argentino, que fue multitudinario y cerramos el sábado acompañados por referentes de la política y la cultura. 

Con delegaciones de 12 provincias, un mensaje especial de Milagro Sala y la numerosa presencia de simpatizantes y adherentes, los debates estuvieron a cargo de una entusiasta y respetuosa concurrencia durante dos jornadas. Nos acompañaron figuras como Susana Rinaldi, Lidia Borda, Tito Cossa, Noé Jitrik, Fortunato Mallimaci y Roberto Salvarezza, y al final, terminado el congreso, cerraron invitados especiales: los diputados Daniel Filmus, Fernanda Vallejos y Marcelo Santillán, la senadora María Inés Pilatti y el intendente de San Antonio de Areco y referente del Movimiento Arraigo y El Manifiesto Argentino, Francisco Paco Durañona, quienes antecedieron a Felipe Solá, único de los presidenciables que se hizo presente pues también habíamos invitado a Agustín Rossi, Axel Kicillof y Alberto Rodríguez Sáa.

El Ideario de este colectivo que ya tiene presencia en todo el país sobrevoló las deliberaciones, en tanto funciona como plataforma infrecuente de la política argentina ya que es la suma de condiciones necesarias “para una patria justa, libre, soberana, y también solidaria, promotora de justicia y espíritu latinoamericano”.

Los dos grandes temas que distinguieron las jornadas del viernes y el sábado fueron, por un lado, elecciones y fraude; y por el otro la nueva Constitución Nacional que impulsa El MA y de la cual hacemos docencia cívica desde hace años, al punto que ya es una idea compartida por prácticamente toda la dirigencia argentina del campo nacional y popular. 

Lo medular del congreso, además de la renovación de la Junta Ejecutiva y la constitución de una Mesa Nacional, fue el documento final, en el que se sostiene que el colectivo “trabaja para crear conciencia de la necesidad de un cambio radical en las estructuras básicas de la República”.

Durante dos jornadas se debatieron y propusieron cambios fundacionales, necesarios y urgentes, en los distintos estamentos del todavía llamado Poder Judicial, a cuyo respecto este congreso destacó taras y conductas aberrantes como el destrato corporativo a una de las pocas y honrosas excepciones, el juez federal Alejo Ramos Padilla, a quien el gobierno y su sistema periodístico buscan desplazar. La propuesta más importante fue la de cambiar la idea y el concepto “Poder Judicial”. No necesitamos ese Poder. Lo que la Argentina necesita es un eficiente y decente Servicio de Justicia, o un Sistema de Justicia, pero no más el famoso “tercer poder” que el liberalismo de hace 150 años pensó e impuso como equilibrador entre el Ejecutivo y el Legislativo. Eso es arcaico y ya se han visto y vemos a diario las consecuencias. Por eso se decidió reimpulsar la original propuesta de un Sistema Nacional de Justicia, como reza el Ideario del MA.

En el plano político concreto e inmediato, el congreso decidió que el colectivo se sume a la construcción de la Unidad, Frente, Confluencia o como se llame el instrumento electoral que interprete y plasme la unidad del campo nacional y popular. Lo que implica trabajar y luchar para que tengamos un gobierno popular, democrático y transformador, cuya primera medida –se propuso– debe ser un Plan de Emergencia Social para atender las demandas básicas de hambre, y reparar la falta de medicamentos en particular de jubilados y pensionados. 

Pero también se subrayó el compromiso de que el nuevo gobierno garantice como mínimo un litro de leche diario por familia, promoviendo el consumo de cercanía y los tambos en cada ciudad y pueblo de todas las provincias. Y a la vez propusimos que ese próximo gobierno disponga la urgente recuperación salarial y de las jubilaciones, para promover el mercado interno y el “compre nacional”, generando un circulo virtuoso de reactivación y crecimiento económico en un contexto de paulatina recuperación de la justicia social.

A este columnista le tocó subrayar, en virtud de lo anterior, que “si propulsar estas medidas es ser populista, entonces que nadie lo dude: nosotros somos populistas; y desde esa conciencia, con rótulo o no, vamos a aportar a la construcción del Frente opositor para las elecciones de octubre”.

Lo que viene es un enorme trabajo de pedagogía cívica, de organización de voluntades y de acumulación de votos para alcanzar el gran objetivo, el único y principal de esta hora: acabar democrática y pacíficamente con el gobierno neocolonial. Lo que exigirá coexistir con los muchos diferentes, con los que no caminan a nuestro paso ni comparten todos nuestros ideales. “No debemos ser en esta ocasión jueces sino compañeros” fue una idea aplaudida. Y es que no se trata de tragar sapos sino de entender que la prioridad absoluta es acabar con este gobierno. Personalmente –sostuve– “no dudo que ésa es también la prioridad de CFK. ¿O alguien duda del esfuerzo de ánimo, del dolor de estómago que ella ha de sentir convocando incluso a quienes la ofendieron, la agraviaron, se burlaron y la maltrataron? ¿O alguien duda de que es pura grandeza lo que hoy la inspira? Y si a ella sí, ¿a nosotros no?”

Nuestro pueblo está exhausto. Tiene hambre. Está cansado de traiciones. Harto de promesas nunca cumplidas. Harto de esperanzarse y luego desilusionarse. En ese contexto el triunfo electoral en octubre es posible y está cerca, pero no asegurado. Si procedemos con generosidad, habremos de marchar incluso con quienes en otras ocasiones no marchamos. La política también es eso: sin bajar principios, hacer docencia con los diferentes y con quienes coincidimos sólo coyunturalmente. Porque lo primero es echar a estos estafadores y quitar el veneno que enferma a la patria.