Los grandes chapones metálicos para tapar baches de manera provisoria, aunque la provisionalidad suela durar meses, forman parte de los nuevos obstáculos urbanos que deben atravesar los conductores en la ciudad de Buenos Aires. Y si bien para muchos transeúntes los gruesos planchones colocados en las calzadas resultan casi imperceptibles, no pasan desapercibidos para aquellas personas con movilidad reducida, quienes deben esquivarlos o hacer malabares para no tropezar con ellos. Y ni hablar de los ciclistas y  motociclistas, para quienes pueden resultar una trampa letal porque las superficies lisas carecen de propiedades antideslizantes y las salientes de las chapas, en muchos casos levantadas porque están mal fijadas, lastiman y hasta llegan a romper las cubiertas y provocar accidentes. En definitiva, una solución rápida y provisoria que termina convirtiéndose en un problema más para el ajetreado tránsito de la ciudad.

Las placas lisas de acero, con formas rectangulares o cuadradas –las más chicas de 1,50 x 1,50 metros hasta las más grandes de 1,5 x 3 metros–, para tapar los baches hasta que llegue el bacheo definitivo, se han multiplicado en los barrios porteños. Gruesas y pesadas, deberían estar abulonadas al asfalto y ser transitorias. Sin embargo, en la mayoría de los casos y luego de algún tiempo de instaladas, terminan perdiendo los bulones, mostrando salientes peligrosas y laterales que flamean con el paso de los vehículos y provocan ruidos molestos.

En el cruce de la avenida Santa Fe y Callao, dos placas mal afirmadas, una cuadrada y otra rectangular, rechinan al paso de los autos; a sólo unas cuadras, en Callao y Paraguay, otro chapón, colocado en noviembre del año pasado, muestra un extremo levantado y se sacude al compás del tránsito. Más al sur, en la intersección de la avenida San Juan y Bolívar, dos láminas metálicas de gran tamaño, a las que sólo les queda un bulón tras cinco meses de instaladas, vibran mientras los conductores terminan haciendo maniobras riesgosas para evitarlas o atravesarlas: tratando de pasarlas por el costado o disminuyendo la velocidad. Maniobras que resultan imprevistas tanto para el conductor que va a la par como para quien viene detrás, y suman riesgos y tensión al ya de por sí agresivo y beligerante modo de conducción porteño.

La situación se repite a pasos de ahí, en San Juan y Defensa y en el cruce de Venezuela y Perú, donde otro chapón semilevantado exhibe las puntas de dos tornillos de gran tamaño que quedan expuestos al paso de los vehículos, mientras un lado flotante bate el parche al ritmo de la circulación de autos.

Una situación algo distinta ocurre en Piedras 975: allí la placa es texturada e identifica a la empresa de servicios responsable, en este caso, la eléctrica Edesur. Y si bien no presenta salientes a la vista, produce un retumbar constante y muy molesto por el que los vecinos vienen reclamando desde hace al menos cinco años. En la calle estrecha, el ruido intenso y persistente por el tránsito durante el día, se vuelve más espaciado durante la noche, cuando es aún más perturbador. Según contaron los vecinos, el último arreglo que hizo la empresa para disminuir la vibración duró apenas una semana, en la que pudieron dormir de corrido.

Guadalupe Lombardo
Un chapón levantado en Callao y Paraguay.

Lo más preocupante en cualquiera de estos casos, que son sólo una pequeña muestra, es que las placas provocan alteraciones en la conducción y generan riesgos, especialmente, para los motociclistas. Dos testimonios durante la recorrida de este diario coincidieron en el peligro que representan estas placas que van sufriendo deformaciones con el tránsito para quienes circulan en moto: Julio, motoquero con años de manejo, rompió la cubierta con la saliente de una placa y casi se mata. Otro motociclista experimentado, de noche y con lluvia –las placas no tienen ningún material que las haga visibles ni que facilite la adherencia–, patinó, perdió el equilibrio y rompió la moto.

El Ministerio de Ambiente y Espacio Público, área responsable de la colocación de los chapones, informó, ante la consulta de este diario, que “los mismos son reutilizables y se colocan por tiempo determinado de acuerdo al problema que tapan. Utilizamos 100, de diferentes medidas. Los tiempos que están colocados varían según lo que estén cubriendo, el promedio es de siete días, y se los utiliza para cubrir socavamientos, fraguado de hormigón o cualquier inconveniente que requiera habilitar la calzada en poco tiempo. Y controlamos que se cumpla con los chapones”.

Pese a la información oficial, los vecinos y comerciantes consultados durante la recorrida sostuvieron que las placas metálicas llevan meses instaladas. 

Críticas

Para el titular del Observatorio Vial Latinoamericano (Ovilam), Fabián Pons, los planchones “no son una buena solución bajo ningún punto de vista. Con humedad se ponen resbaladizos y peligrosos para peatones, ciclistas y motociclistas. Si hay baches hay que señalizarlos y repararlos rápidamente, no haciendo un parche mal hecho. Esto no sólo pasa en el ciudad de Buenos Aires sino en todo el país por el de abandono en muchos municipios y provincias. La ciudad, en realidad, es una excepción, donde hay mucho que mejorar, pero es lejos lo más avanzado a nivel nacional”.

En tanto el presidente de la asociación civil Luchemos por la Vida (LPV), Alberto Silveira, señaló que las planchas “tendrían que tener retrorreflectantes para ser visibles de noche y estar anunciadas previamente. La moto es un vehículo más inestable y propenso a sufrir daño, una mancha de aceite puede hacer que te caigas”. Además, remarcó que “deberían estar escasos días y solucionarse el problema inmediatamente”.

Al mismo tiempo, dijo que el tema es parte del mal estado de las calles de la ciudad donde hay: “pozos, falta de demarcación, sendas peatonales que en muchos casos no existen o están semiborradas, y que son importantes para la seguridad del peatón. Faltan carteles con los nombres de las calles, o se confunde entre calle y avenida (cuestión no menor porque varia la velocidad máxima permitida)”, entres otros tantos problemas a los que aludió. El especialista advirtió que “desde el punto de vista de la seguridad vial es pobre la infraestructura de la ciudad”.