“Ahora tengo ganas de tocar”, le dice Juan Salinas al NO cuando termina la sesión de fotos. Claro: su vida es la música. A los 4 años se subió por primera vez a un escenario para cantar un candombe en Villa Gesell junto a su papá, el tremendo guitarrista Luis Salinas. “Cuando terminé dije ‘Gracias por venir’ y salí corriendo a donde estaba mi vieja”, recuerda. A los 13 fue de gira a Europa, también acompañando a su viejo, y a los 17 grabó una participación en el disco homenaje a Paco de Lucía. A la par, Juan jugaba al fútbol y al básquet. “Y cuando arranqué con la viola hubo un tiempo que dejé porque estaba mucho con la Play, pero después retomé y ahí no largué más.” Y como no largó más, a punto de cumplir 20, presenta Y la historia continúa, su primer disco (doble) este viernes a las 22 en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575).

Juega con la guitarra, es parte de su cuerpo. Es el instrumento por el que más de una vez llegó tarde a su casa y se tuvo que comer algún reto, o con el que salió de gira y quedó libre en el colegio. Pero no fue el primero que tocó en público: la percusión fue su experiencia debut sobre los escenarios. “Estaba al costado del escenario y Pocho Porteño me pasaba algo para que toque y me sentaba en el piso, me iba metiendo de a poco.” Hasta que escuchó a Jeff Beck y B.B. King en vivo, y le volaron la cabeza. “Quedé muy loco con Beck porque el tipo canta con la viola”, se entusiasma Juan. Y afirma que su casa fue un espacio de formación constante: “Mi viejo siempre me mostró músicas que tienen que ver con el sentimiento, como el blues, la música gitana, el folklore y el tango. Son distintas culturas, fuertes: la cultura negra, la gitana y la indígena”, analiza.

Y la historia continúa (disponible en Spotify e iTunes) es un abanico de los géneros por los que Juan transita con naturalidad. Se apropia de los temas y los envuelve en su impronta rockera para versionar folklore, jazz, blues, funk, baladas y, por supuesto, rock. La historia continúa, además, porque en este disco también participan Luis como productor y bajista, y Rita Salinas, la hermana menor, poniendo su voz a la versión de Isn’t She Lovely de Stevie Wonder. “Él puso a su beba llorando de fondo... ¡entonces por qué nosotros no podemos poner a Rita!”, bromea.

“En el disco muestro un poco las cosas que disfruto hacer. Muchos son temas que escuchaba de chico y tocaba arriba. Cosas que siento, sin especular”, resalta Salinas. Desde el inicio, va creando climas que le permiten desplegar un talento puesto al servicio de la expresividad musical, con la que el guitarrista exhibe un sonido propio, una huella digital sonora reconocible a lo largo de los veinte temas.

Esa identidad musical tiene sus fuentes, asegura. Desde Atahualpa hasta heavy metal, desde Led Zeppelin hasta Tony Bennett. “De pronto escucho Pantera pero me muero con Rubén Juárez”, detalla. Y, obviamente, Luis Salinas. ¿Y qué escucha alguien así cuando tiene que elegir? “¡A veces no sé ni qué poner!”, confiesa riéndose. “Capaz que con lo que tocás puede haber cosas que te salgan más naturalmente que otras, pero cuando se trata de escuchar tenés que disfrutar nomás”, sostiene, y asegura que esas influencias siempre se van a escuchar en sus temas, aunque lo importante para un músico sea desarrollar un estilo propio, un sonido característico.

“No hay que copiar. Está bueno sacar cosas de todos los violeros, ir robando cositas, pero después tenés que tocar a tu manera. Eso es lo que te hace diferente a los demás”, propone, y vuelve a hablar sobre el británico Jeff Beck y cómo lo marcó desde (más) chico: “No podía creer el sonido que salía de ahí. Obviamente, él agarra cualquier guitarra y suena así”, se entusiasma. “Son las influencias que uno tiene, se escuchan, y tenés que usarlo para que salga a tu manera... ¡Es más fácil ser uno que ser otro!”, sintetiza.

“Hablamos bastante”, señala Salinas antes de calzarse la guitarra al hombro y pedir que le saquen una foto a la cartelera de programación del Centro Cultural Torquato Tasso y se la manden por WhatsApp. “La cámara de mi celular está medio hecha mierda”, se despide.

* Viernes 5 a las 22 en el Centro Cultural Torquato Tasso, Defensa 1575.