El jefe de Gabinete, Marcos Peña (foto), admitió que el índice de precios de marzo –que el Indec dará a conocer recién el martes 16–  “va a seguir alto” y que el Gobierno “comparte con el FMI la preocupación por el atraso en cuanto a bajar la inflación”. De todos modos, no se detuvo a analizar otras advertencias del mismo informe del Fondo, sobre los altos riesgos de inestabilidad por la que transita la economía argentina este año, indicando en cambio que su lectura es que el organismo hizo un balance “muy positivo”.

“Claramente, el informe marca que ha habido una evolución positiva y que estamos cumpliendo las metas y se han sorprendido con la rapidez que lo hemos logrado”, se autofelicitó Peña en la entrevista que tuvo ayer con Radio Mitre. No se refirió a los comentarios del FMI con respecto a las dificultades que preveía en el cumplimiento de las metas de recaudación, ni a los riesgos de continuidad en “la salida de capitales” (fuga), una característica principalísima de la economía de Cambiemos a lo largo de casi tres años y medio de gestión. 

Menos aun reparó el jefe de Gabinete en la percepción pública con respecto a que las autoridades oficiales perdieron la capacidad de incidir en la evolución del dólar. Aunque el dólar al público cerró la semana orillando los 45 pesos en pizarras de la city, Marcos Peña aseveró que estos movimientos “no implican un motivo para alarmarse”, ya que todavía la divisa no habría alcanzado a equiparar la evolución de los precios internos en los últimos meses. “Si uno mira al dólar en los últimos seis meses, con sus movimientos para arriba o para abajo, está por debajo de lo que subió la inflación, así que hay que tener la tranquilidad de que no implica un motivo para alarmarse”. El más estrecho colaborador de Mauricio Macri comparó, además, la actual crisis con la del año pasado y con la del Tequila, en 1995, “que generó una caída del PBI parecida (a la actual) pero duplicó el desempleo, lo llevó al 18 por ciento”. En cambio, eludió la comparación con la crisis de 2001, que desencadenó la caída del gobierno de Fernando de la Rúa.