“La única semana que no hay una obra mía en cartel es la de Navidad y Año Nuevo”, asegura, risueña, Patricia Suárez, dramaturga que suele tener en la cartelera porteña varias obras suyas a la vez. En este momento conviven La cajita de jaspe (Teatro Tadrón, Niceto Vega 4802, domingos a las 19.30), Nina (Hasta Trilce, Maza 177, miércoles a las 20) y Labios negros, (La Comedia, Rodríguez Peña 1062, lunes a las 21), a las que pronto se sumarán Angel, Mellizas y Norita, tres de las obras escritas en 2018. Es que solamente el año pasado, Suárez escribió catorce obras de teatro: “Así le voy a ganar a esta crisis”, se prometió entonces, aunque hoy afirma “la crisis es a todo nivel y es tan grande que quién sabe cómo podrá revertirse”.

En muchas oportunidades, Suárez, también narradora y periodista, escribe porque directores y actores amigos le piden un texto especialmente para ellos: “Lo hago por encargo, como una costurera”, bromea, en tanto que llama “directores y actores cautivos” a quienes le solicitan sus historias, cosa que le entusiasma hacer porque, según cuenta, les conoce “su energía y forma de trabajo”. Sobre su modo de plantear las historias, Suárez está convencida de que “la nueva forma de narrar está en las series”, y explica: “Aprendés a desarrollar los conflictos de los personajes secundarios, algo que yo misma hago, como poner algo trágico en medio de una situación hilarante”, ejemplifica.

–¿De dónde salen tus personajes y sus conflictos?

–Me gusta escuchar y también leo mucho. Tal vez escribo como excusa para leer. Porque no puedo ponerme a escribir si antes no leí al menos una hora... Para La cajita... leí a Eduardo Halfon y a Diana Wang, porque los dos hablan de inmigrantes que escaparon de niños del Holocausto.

–Tus personajes protagonistas son siempre mujeres.

–Es muy difícil escribir sobre los hombres, lleva mucho tiempo meterse en sus cabezas. Además, encuentro que los personajes mujeres son mucho más divertidos. 

–¿Se amplió el número de dramaturgas?

–Hay muchas más que antes, cuando solamente éramos unas pocas. Es muy bueno que las actrices puedan interpretar personajes escritos por dramaturgas. Pero la mayor parte de las obras que se ponen en los teatros oficiales no son de autoras mujeres, así que mayormente estamos en el teatro independiente, donde todo se hace a tracción a sangre.