La canasta básica que contiene alimentos y servicios básicos se disparó en marzo un 4,3 por ciento con respecto al mes anterior y acumula un 60,9 por ciento en doce meses. La escalada registrada en el umbral de ingresos que establece la línea de pobreza revela el impacto de la devaluación y los tarifazos sobre los sectores más vulnerables en términos de ingresos monetarios. Las cifras oficiales marcan que un hogar con cuatro miembros que no paga alquiler de la vivienda requiere 28.750 pesos para no ser considerado pobre, lo cual implica una suba de 10.833 pesos por encima de marzo del año pasado. En tanto, la canasta básica alimentaria, que define la línea de indigencia, aumentó en marzo un 4,7 por ciento con respecto al mes anterior y en un año el incremento llega al 64,2 por ciento. Con esta suba, un hogar de cuatro personas necesita 11.640 pesos por mes para consumir los requerimientos calóricos mínimos necesarios para sobrevivir.

El incremento en las canastas que establecen las líneas de pobreza e indigencia obedece a que la aceleración de la inflación se basa en la suba de precios de alimentos y servicios públicos. El índice de inflación de marzo alcanzó el 4,7 por ciento mensual, lo cual ubica en el 11,8 por ciento el avance de los precios en el primer trimestre. El rubro de alimentos y bebidas lleva en tres meses un aumento del 15,8 por ciento y alcanza el 64 por ciento en el último año. En cuanto al capítulo de vivienda, agua, electricidad y gas, el incremento en el trimestre es del 12,8 por ciento y del 55,8 por ciento en doce meses. En lo que va de 2019, Transporte registra un alza del 9,1 y del 67,5 por ciento en el interanual. 

 La brutal devaluación del peso es la principal causa del aumento de los productos esenciales de la canasta básica. Pero ese factor no actúa de manera aislada. El Gobierno no sólo nunca ofreció respuesta consistente en materia de control del traslado del dólar a los precios de los alimentos sino que expandió el efecto inflacionario con la liberación del mercado de combustibles y la política de tarifazos para cumplir con el mandato fiscal del Fondo Monetario Internacional. Además, no promovió una política de ingresos activa para moderar el efecto negativo de la inflación.

Entre los alimentos que más subieron de precio en marzo está el tomate redondo (31,3 por ciento), pollo entero (25,4), queso pategrás y queso sardo (9,5), queso cremoso (9,4), leche entera en sachet (9,4), manteca (9,2), pan de mesa (8,6) y dulce de leche (8,1). También subió fuerte la carne vacuna, como por ejemplo la carne picada (6 por ciento) y paleta (6,7), los huevos de gallina (7,2) y la yerba mate (6,9).

 El resultado de la alta inflación, la baja respuesta de ingresos y la caída del empleo, es el deterioro de las condiciones de vida de la población. Las últimas cifras oficiales mostraron que el año pasado la cantidad de pobres creció en 6,3 puntos porcentuales para pasar a representar al cierre del segundo semestre el 32 por ciento de la población. Este dato es el promedio de esos seis meses.

La suba de la canasta básica del 4,3 en marzo lleva el alza trimestral al 12,8 y al 60,9 por ciento en la comparación interanual. Un hogar compuesto por dos adultos y dos menores requirió el mes pasado de 28.750 pesos para no ser considerado pobre, cuando hace un año ese monto estaba en 17.867 pesos. La línea de indigencia subió en marzo un 4,7, acumula 14,1 en tres meses y 64,2 en la comparación anual. Son 11.640 pesos para el hogar de cuatro miembros, por encima de los 7090 pesos de marzo del año pasado.

Desde 2002 que la pobreza no crecía tanto en un año. Según una estimación de los economistas Daniel Schteingart, Guido Zack y Federico Favata, el gobierno actual asumió con un 26,9 por ciento de pobres y un 4,7 por ciento de indigentes.