“Me hice la muerta”, dijo ayer Cinthia, víctima de intento de femicidio. “Me tiró y me hice la muerta”. Cinthia López Gotta es la vecina herida en Hurlingham –en la misma escena donde murieron Romina Maguna, su hermana Vanesa y la pareja de esta última, Darío Díaz–, pero su relato podría situarse en el reverso de muchas fotografías familiares de época. El relato de silencio de la mujer, una de las víctimas, coincidió cronológicamente con el silencio de Diego Alberto Loscalzo, el múltiple victimario, quien se negó a declarar en la indagatoria realizada ayer en los tribunales de Morón. Silencios ambos que no debieran confundirse. Uno es de sobrevivencia y dice mucho más que lo que dice. El otro es mutismo de estrategia penal e intenta ocultar lo que después filtra como víctima: padecía VIH, fue abusado cuando niño, tiene ocho hijos. Se llama empatizar a los medios.

Las declaraciones de Cinthia a un canal de tevé no agregan al expediente porque no fueron declaraciones ante la justicia, pero sí a la emocionalidad de las plateas. “Yo estaba comiendo con Romina y con El Chino (Loscalzo). El había hecho carne con papas al horno. Después de comer, Romina bajó a hacer unos pochoclos y yo me fui a tender la ropa”, recordó Cinthia, y agregó que cuando regresó a la casa de su amiga, “Vanesa (la hermana de Romina) estaba golpeando la puerta porque no abrían”.

“Hasta que nos abrió el hijo de Romina. Ahí entramos y El Chino le pegó tres o cuatro tiros a Romina, forcejeamos con este pibe, pero como no pudimos sacar el arma, nos disparó. Primero le pegó a Vanesa y después me pegó a mí. Yo me hice la muerta”, explicó.

Filtraciones a la prensa dejan suponer que los investigadores analizan si los femicidios se desataron por un mensaje de Romina Maguna, en su muro de Facebook, recordando a su ex marido, padre de sus dos hijos, que murió de un disparo en la cabeza en 2007. Según un informador policial, el chico que logró escapar y pedir ayuda, dijo a sus tíos que Loscalzo comenzó a gritar a su madre por el contenido del mensaje. Que el mensaje sea analizado como disparador podrá ser útil a la causa penal. No a lo ocurrido. 

El peritaje psiquátrico, filtrado a la prensa confirmó que no presentaba “alteraciones en la memoria” a excepción de los hechos que se le imputa, respecto de los cuales dijo “no recordar nada”. Para el médico legista, el imputado evidenció signos de “frialdad emocional”, ausencia de “ideas patológicas” y conserva su “juicio crítico” de la realidad, por lo que concluyó que “no es demente” ni presenta “alienación mental”, por lo que está en condiciones de “discernir entre lo lícito y lo ilícito”.

El reverso de una foto familiar de época. Celos de macho, ningún loquito.