Desde Madrid

En unas de las elecciones más trascendentales de los últimos años, la izquierda española ha logrado imponerse por amplio margen al bloque de la derecha. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) logró un 28,7 por ciento de los votos, mientras que Unidas Podemos (UP) alcanzó un 14,3%. Los apoyos obtenidos por ambas fuerzas les otorgan 123 y 42 diputados, respectivamente, en el Congreso español. Una suma de 165 que deja a la izquierda a un paso de conseguir la mayoría parlamentaria de 176 escaños necesaria para formar gobierno. La ultraderecha, Vox, que en los últimos días prometía disputarle al Partido Popular (PP) y Ciudadanos (Cs), el cetro de la derecha, fue la quinta fuerza más votada, e ingresará al Parlamento con 57 representantes.

La principal fuerza de la derecha, el PP, fue la segunda más votada aunque marcó una derrota histórica. Un 16,7% de los votos, que equivale a 66 diputados, menos de la mitad de los que consiguió en las elecciones de 2016, y uno de los peores resultados desde su nacimiento en 1989. La fuerza que lidera Albert Rivera, Ciudadanos, fue la gran ganadora entre el electorado de la derecha. Su partido mejoró ampliamente la marca del 2016 y consiguió 57 escaños. Su performance muestra que logró robarle protagonismo al PP y, a la vez, ubicarse lejos de la ultraderecha Vox, que ingresará al Congreso con 24 diputados.

Los resultados confirmaron el fin del bipartidismo, y abrieron las puertas de una nueva era política en la que los partidos deberán alcanzar pactos y formar coaliciones para gobernar. En ese camino entrará el PSOE a partir de este lunes, y por fin veremos sus cartas. Las mismas que decidió guardarse escrupulosamente durante la campaña electoral: si decide buscar un pacto por la derecha, apostando a Cs, y congraciando al establishment español, o intentarlo por la izquierda con UP, y el apoyo o la abstención de partidos soberanistas.

De esa decisión dependerá también cómo se reacomoda el escenario político. Si Rivera decide mantenerse al margen de un acuerdo de gobierno, los apoyos electorales que consiguió le permiten reclamar el título de líder de la oposición, mientras el PP decide cómo superar la crisis.

La región de Cataluña marcó una de las notas sonantes de la jornada electoral. La participación creció en casi un millón de ciudadanos en relación a los comicios del 2016. Allí la gran ganadora fue la fuerza soberanista de izquierda Esquerra Republicana de Catalunya, que se impuso por primera vez en esa comunidad autónoma, e ingresará 15 diputados al Congreso. La segunda fuerza más votada fue el Partido Socialista Catalán, que arropado por el clamor de Pedro Sánchez, logró 12 escaños y superó en 5 la marca del 2016. La fuerza del expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, obtuvo respaldo para seis representantes, uno menos que en el anterior registro electoral.

Estas elecciones que se presentaban como decisivas en términos ideológicos y sistémicos han producido cambios tectónicos en el país. Desde el fin del bipartidismo a la irrupción parlamentaria de la ultraderecha. Otra, sin dudas, será la conformación por primera vez en la historia de un gobierno de coalición. De qué color político, empezaremos a saberlo a partir de mañana.