“La casualidad ha querido que, más de cinco décadas después de tomar esas fotografías, volviese el artista Alain Noguès a la región de Hyères”, cuenta la prensa gala, y se alegra de cómo el azar llevó a Jean-Pierre Blanc, director del prestigioso Festival Internacional de Hyères, a toparse meses atrás con una imagen tomada por Noguès en 1965 en la susodicha zona francesa. No cualquiera, claramente: se trataba de una foto que muestra a Jean-Luc Godard enterrando en la arena al actor Jean-Paul Belmondo y a la actriz Anna Karina en la isla de Porquerolles, durante el rodaje de las escenas finales (y más dramáticas) de Pierrot le fou, en castellano Pierrot el loco. Tan flechado quedó Blanc con la imagen que pronto contactó a Noguès para invitarlo a montar una exposición en el festival, donde exhibiese –por primera vez– las capturas (muchas de ellas inéditas) del detrás de escena de ese policiaco existencial basado en un relato de Lionel White, que –de más está decirlo– se convirtió en ícono de la Nouvelle Vague. Un rodaje al que un joven Alain, entonces fotógrafo en ciernes, accedió también por casualidad: en esas fechas, vivía un intenso romance con Andrée Choty, alias Lilou, asistente de edición de la película. Por amor, visitó la isla; por curiosidad y afición, acabó retratando el entre bambalinas de una de las películas más memorables del director. Registra la concentración de Godard, atento a cada detalle; a Belmondo en la cima de su arte y belleza; la melancolía de Karina que impregna la cinta toda. Deviene, en resumidas cuentas, testigo privilegiado del “caos organizado” de ese rodaje (dos días antes de empezar a grabar, los intérpretes no tenían aún el guión). Noguès, sin embargo, recuerda que “por supuesto no fue una total improvisación, aunque sí hubiesen algunas escenas que se decidieron en el momento. Godard pensaba, se sentaba, tomaba notas1”. En ese hacer, lo eterniza; y hace lo propio con un Belmondo jugando con dinamita, o una Karina con los brazos levantados hacia el cielo. Imágenes en blanco y negro para la posteridad, que aportan un capitulito a la historia del cine, sin más.