En septiembre del año pasado, el Banco Central anunció que establecía un sistema de bandas cambiarias. Éste consistía en establecer un techo y un piso para el valor del dólar, que si era traspasado, implicaba la venta o compra de hasta 150 millones de dólares por parte de la autoridad monetaria. Entre el piso y el techo quedaba una “zona de no intervención” donde el valor del dólar podía variar hasta un 30 por ciento sin que el BC haga nada. El sistema de bandas era el resultado del fracaso del régimen de libre flotación que había impuesto el FMI como condición para dar un crédito stand-by. La escalada del dólar y la elevada incertidumbre que generaba dicho esquema llevó al gobierno a solicitar la autorización para intervenir en forma más firme para estabilizar el tipo de cambio. Los funcionarios del Fondo cedieron sólo parcialmente al reclamo, concediendo una leve intervención sólo cuando se superara el valor de unas bandas que se ajustaban por la inflación.

Este esquema tuvo un buen comienzo, que coincidió con la llegada de nuevos desembolsos del organismo y de una fuerte recesión que licuó la capacidad de ahorro y la demanda de divisas minorista. De esa manera, el desarme del último resto de Lebac, compuesto por seguidores de tasas en pesos, pudo canalizarse hacia los plazos fijos cuyas tasas incrementadas rendían lo mismo que las extintas Letras del Central. Sin embargo, ya entrando el año electoral, la creciente demanda de dólares demostró que la amplitud de la zona de no intervención dejaba un margen para una fuerte devaluación que debilitaba las chances electorales del oficialismo. Los funcionarios volvieron a pedirle al FMI que les permitiera intervenir, logrando como concesión el congelamiento de la banda superior en 51,448 pesos. 

Aun así, quedaba un margen para una devaluación del 20 por ciento dentro de la zona de no intervención, que comenzó a producirse hace unas semanas. El golpe a las chances políticas de Mauricio Macri por una nueva escapada del dólar llevó a Durán Barba a recomendar “cagarse en el Fondo y usar la guita”, según trascendidos de una reunión de gabinete. La amenaza parece haber surtido efecto, ya que el Fondo terminó avalando que el BCRA puede realizar venta de dólares aun cuando se ubicara por debajo de 51,448 pesos. 

La exposición financiera del organismo que concentró el 61 por ciento de su cartera de créditos en Argentina lo ubica en una posición de debilidad. El FMI se vio obligado a avalar la intervención, so pena de quedar expuesto de haber entregado un crédito de proporciones históricas a un gobierno que, una vez que recibió los recursos, desconocía abiertamente sus recomendaciones. 

Así se llega a la paradoja de que el Banco Central puede intervenir dentro de la “zona de no intervención”. Esa posibilidad de vender reservas a discreción incrementa las chances oficiales de planchar el dólar hasta octubre. La contrapartida es el uso de los dólares del FMI para financiar la salida de capitales. De esa manera, la deuda tomada con el FMI a pagar por el próximo gobierno engordará las cuentas offshore del círculo rojo.

@AndreAsiain