La carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires cuenta actualmente con unos cinco mil graduados y graduadas, contando licenciados y profesores. ¿Cuáles son las tareas, las capacidades, los roles que ponemos en juego en los distintos ámbitos de desempeño que transitamos? ¿En qué condiciones ejercemos nuestro oficio? ¿Qué identidades académico-profesionales construimos? 

Estas son algunas de las preguntas que intenta responder la encuesta a 700 graduados y graduadas realizada en setiembre/octubre de 2018 por el Observatorio del Campo de la Comunicación y el Desarrollo de las Profesiones (http://dercom.sociales.uba.ar/2017/12/11/observatorio-del-campo-de-la-comunicacion-y-el-desarrollo-de-las-profesiones/) coordinada por Teresita Vargas y Sol Benavente, cuyos primeros resultados se presentaron hace pocos días en las Jornadas Binacionales Argentina-Uruguay “Comunicadores y comunicadoras en contexto: desafíos para pensar el campo profesional”, realizadas en la Facultad de Ciencias Sociales.

La encuesta es un insumo clave para reflexionar sobre los puntos fuertes de la formación y sobre los desafíos futuros, de cara a la esperada implementación de nuestro nuevo plan de estudios (varado sin razón en el Rectorado de la UBA cinco años después de su aprobación en la Carrera y en la Facultad) (https://www.pagina12.com.ar/189910-el-fax-una-nueva-tecnologia).

Del total de encuestados, el 5 por ciento se encuentra sin trabajo, cifra por debajo de los actuales niveles nacionales de desempleo. El 37 por ciento de quienes tienen trabajo realiza actividades enteramente relacionadas con la comunicación y el 84 tiene al menos una actividad ligada a este conjunto de saberes. Más de la mitad se desempeña en el ámbito público, un 35 por ciento en el ámbito privado y el 8 en organizaciones y asociaciones civiles. Casi dos tercios trabajan en relación de dependencia, mientras que el 35 por ciento lo hace como trabajador/a independiente o con contrato a término. El 51 por ciento de quienes trabajan en lugares donde hay sindicatos se encuentra agremiado.

Entre las tareas desempeñadas, las más nombradas son comunicación institucional, docencia y comunicación educativa. En un segundo conjunto están periodismo y publicidad. Signo de los actuales tiempos de retroceso de derechos, sólo el 1,2 declaró trabajar en el diseño de políticas públicas de comunicación.

El 87 por ciento percibe que su formación de grado fue relevante para la inserción laboral, y el 79 por ciento se encuentra satisfecho con la formación recibida, especialmente en lo que respecta a la solidez teórica adquirida, la capacidad para formar opiniones propias y el prestigio social del título.

Esta encuesta –cuyos resultados son más amplios que los expuestos aquí– permite abrir un debate pendiente sobre la relación entre universidad y campos profesionales de inserción, sin caer en la idea hoy en boga de que la educación debe adaptarse acríticamente a las “demandas del mercado”. Se trata de construir un mapa de la heterogeneidad de las trayectorias, de recabar información acerca de necesidades formativas, de reafirmar aquellas orientaciones que vienen dando frutos y de imaginar, con el conjunto de los actores implicados en la comunicación, una agenda académica y política en diálogo con la actual coyuntura, donde la problematización de los sentidos, la producción de conocimiento crítico y la lucha por una comunicación libre, plural y democrática son tareas urgentes.

* Licenciada en Ciencias de la Comunicación UBA. Coordinadora técnica de la carrera de Ciencias de la Comunicación FSOC-UBA.