Hay un grabado de 1594 que parece destino fundante de Panamá: en él se ve a unos jóvenes desnudos que se retuercen de dolor mientras unos perros salvajes los despedazan. El dibujo ilustra el castigo ejemplar que en octubre de 1513 -un mes después de arribar a los bellos parajes del Caribe- Vasco Nuñez de Balboa propinó a unos cuarenta pobladores originarios acusados de practicar el llamado delito de sodomía. Según las crónicas de la época de Pedro Mártir, Balboa descubrió que la casa del rey de Quarequa estaba “infectada con el libertinaje más abominable y antinatural”: una orgía en la que participaba el hermano del rey con jóvenes lampiños travestidos. 

Siguiendo la lógica de estos macabros comienzos parece natural que la lucha por los derechos de la comunidad LGTBIQ en Panamá haya sido ardua y lenta: recién en 2008 fue despenalizada, ni noticias de la unión civil igualitaria a la cual se opone un 65 % de la población y el cambio de género se autoriza en el documento solo cuando se ha cumplido el requisito de “cirugía por reasignación de sexo”, entre otras exquisiteces. 

La situación no parece que vaya a mejorar de cara a los resultados de las recientes elecciones presidenciales del pasado 5 de mayo: el presidente electo es Laurentino “Nito” Cortizo Cohen de la coalición “Alianza Uniendo Fuerzas” quien en diferentes momentos de la campaña se manifestó en contra de ampliar los derechos LGTB y que en agosto del año pasado frente a un tuit falso que circuló en las redes sociales en el que apoyaba al matrimonio igualitario se manifestó enfáticamente “a favor de lo que es la familia, es decir, la unión entre el hombre y la mujer”. Si bien Cortizo se presenta como social demócrata, sus orígenes de clase -ganadero y empresario- despiertan suspicacias y su posición contradictoria en relación a nosotres -en caso de que el tuit original fuera verdadero- genera pocas certezas y muchas incertidumbres.

Por otra parte, la situación no hubiera sido mucho más optimista en caso de que hubiera triunfado algún espectro de la oposición: según informe de Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex en América Latina (ILGALAC) de los siete candidates presidenciales ningune incluyó en sus plataformas electorales propuestas concretas de políticas favorables o legislación para las personas LGTBI y 5 candidates ya habían realizado declaraciones abiertamente en contra.

Evidentemente los derechos LGTBI en Panamá tienen pésima prensa y ninguno de los presidenciables quería quemarse. En contraposición, predomina la violencia institucionalizada y la idea de la homosexualidad ligada a la perversión o el travestismo en el carnaval. Lo fáctico es que hay falencias en los sistemas de salud para los sectores más vulnerables por el VIH y, como suele ocurrir, las trans, víctimas de practicantes que no les administran los productos adecuados para sus modificaciones corporales, son las que llevan la peor parte con un promedio de vida no mayor a 35 años. A pesar de la incesante lucha de diferentes organizaciones para defender los derechos el futuro se presenta poco promisorio para la comunidad LGTBIQ.