A pesar de que en la industria musical son consideradas rivales, la afinidad entre ambas es tan potente que en un programa de radio mexicano uno de los conductores confundió a Ximena Sariñana con Natalia Lafourcade. Aunque la tapatía se encontraba en el piso, se lo tomó con humor. Al punto de que chicaneó al periodista disléxico. “Si bien Natalia me lleva unos años en la música, somos contemporáneas, súper amigas y hasta salimos de la misma escuela”, detalla la cantante de 33 años, al otro lado del teléfono. “Esas confusiones ni me van ni me vienen. Es una fortuna poder compartir cosas con ella”. Sin embargo, en contraste con su colega, a la hija del cineasta Fernando Sariñana la Argentina le ha sido esquiva. Por eso vuelve a Buenos Aires en busca de revancha. “Con mi primer disco, Mediocre (lanzado en 2008 y coproducido por el argentino Tweety González), me recibieron muy bien. Pero hubo fallas en la promoción”, justifica quien se subirá al escenario de Niceto Club (Niceto Vega 5510) este jueves a las 20. “Me hubiera gustado volver antes. Espero que de aquí en adelante se produzca una relación muy bonita y fructífera con el público argentino”.

--Volvés además con nuevo álbum, ¿Dónde bailarán las niñas?, lanzado en marzo y cuyo título alude al nombre del primer disco de tus compatriotas de Molotov: ¿Dónde jugarán las niñas?

--No sólo alude al de Molotov, sino también al de Maná (¿Dónde jugarán los niños?, de 1992). Es un título que tiene mucha historia en el rock en español. Pero ésta es una versión más mía, y siento que el nombre le sienta muy bien al disco. La música es el soundtrack de una noche en el que las niñas bailan, a manera de metáfora de libertad y de sentirse una misma. Además encierra una pregunta importante.

--También es un disco de empoderamiento, lo que se puede notar en algunas letras. ¿Esto refleja lo que sucede en México actualmente o tiene más que ver con el #MeToo?

--Va más por ese rollo de tener que buscar la real equidad de géneros. Hay movimientos muy válidos, como el Me Too o Ni Una Menos, que aluden a este cambio de conciencia por parte de la sociedad. Si bien hay ganas de que exista una transformación real, debemos estar conscientes de que es un trabajo en equipo y de que necesitamos de todos. Nos conviene no sólo a las mujeres, sino también a los hombres. Ojalá que todo esto sirva para generar una transformación de raíz. Aunque en México no está fácil porque tenemos un problema muy grande de femicidios.

--Desde tiempos de la ranchera, México fue vanguardia en la participación de la mujer en la escena musical. ¿O esa oportunidad sólo la tuvo un grupo minoritario?

--No lo refleja del todo, pero sí se está produciendo un cambio. A pesar de que aún deja mucho que desear, hay una gran representación femenina en los festivales. En el caso del pop y el rock local, tenemos una gran historia que va desde Santa Sabina, Cecilia Toussaint, Julieta Venegas y Ely Guerra hasta mi generación. Llenamos aforos, sacamos discos y hacemos hits, lo que moviliza aún más al público. En Argentina también hay artistas increíbles, entre las que destaco a Loli Molina, Silvina Moreno y Lara.

--Francisca Valenzuela, Iza y Girl Ultra figuran como invitadas del disco. Aunque también convocaste al colombiano Andrés Cabas, pero en calidad de coautor de “Que seas tú”. ¿Por qué pensaste en él para ese tema?

--Siempre me gustaron sus canciones, siento que es un súper artista, y tenía esa curiosidad de escribir con él. Alguien lo mencionó, y me pareció que le vendría muy bien a ese tema. Había escrito el verso, y me sonó a una canción latina que lleva años existiendo. Pero necesitaba un coro que resumiera todo. Me costaba terminarla porque me complicó mucho, y quería algo muy sencillo. Cuando le mostré lo que tenía, se sentó en el piano y en un minuto tenía listo el coro. Por eso es tan genio. Entiende esa simplicidad tropical.

--Luego de mostrar un perfil más próximo al pop anglosajón, ¿por qué decidiste tropicalizarte?

--Fue una decisión muy consciente por el tiempo en el que estuve haciendo pop y rock, y por mis influencias de música anglo y electrónica. No sabía si podía cantar música latina. Era un prejuicio que tenía, y luego pasaron muchas cosas. Entre ellas una colaboración con Los Angeles Azules, que fue muy importante a nivel mundial. Ahí me di cuenta de que adentro de mí había algo latino. Hacer un disco desde ese lado es muy liberador y divertido porque cualquier cosa puede suceder.

--Considerando la cultura random que prima en la música, ¿Dónde bailarán las niñas? es un disco largo. ¿Eso fue adrede?

--Me encanta ese formato, con el que además crecí. Lo que me gusta con tantas plataformas, contenidos y maneras de hacer las cosas es que para el artista todo se vale. Y eso es increíble. Sin embargo, sentía que este disco daba para hacer un repertorio de 11 canciones. También es un trabajo muy noventoso. Hay pequeños guiños a referencias como Natalie Imbruglia.

--Pasaron cinco años desde tu último disco de estudio No todo lo puedes dar. ¿Qué sucedió en el medio?

--Ni lo pensé... Estaba en mi rollo haciendo mis cosas. Hice dos temporadas del programa de talentos La Voz, así como varias colaboraciones. También giré mucho con No todo lo puedes dar.

--¿Cuánto influyó en el repertorio el ambiente político que se vive en tu país, tras la llegada de la izquierda a la presidencia, encarnada en López Obrador?

--A nivel de disco, no influyó tanto. Fui mamá recientemente, por lo que me dieron ganas de hacer música que mi hija pueda escuchar. Le quiero dejar un mundo mejor. En México estamos viviendo un pequeño proceso de desencanto. Hubo mucho recorte a la cultura, y eso va en contra de lo que pensamos que él iba a hacer. Lo mismo que en programas de Derechos Humanos. La sensación es que estamos dando saltos para atrás.