El libro de Cristina Fernández de Kirchner debería tener otro título. Más largo: "Sinceramente esto es lo que yo pienso". ¿Qué título habría que ponerle al acto de presentación en la Feria del Libro? Éste: "Sinceramente quiero ganar".  

La Argentina tiene la obsesión de desenmascarar a sus políticos. Todos (y todas) serían embaucadores profesionales a los que habría que quitarles el velo para descubrir su verdadero rostro. En el caso de CFK la idea es bastante boba. Tiene 66 años, hace política nacional desde 1997 y fue ocho años Presidenta. Pensar que hay otra Cristina suena muy elemental. También es demasiado básico suponer que Cristina tiene la intención de mostrarse como lo que no es. Todo es más sencillo: el país está en un año electoral, CFK puede ser la principal candidata de la oposición y entonces busca limar las aristas que le puedan servir a Cambiemos para ponerle un techo. También quiere conseguir el voto de los desencantados y de los embroncados con Mauricio Macri. Los consultores de campaña saben que ni la desilusión se convierte de manera automática en bronca ni la bronca en sufragio. En el medio está la política. 

Si al final Cristina se inscribe como candidata el 22 de junio, dentro de solo 40 días, y si mantiene el tono de la Feria, será evidente que habrá sostenido la decisión de respetar la autoestima de los votantes. Nadie toma como un elogio que lo muestren como un tonto pasible de ser manipulado por los grandes medios de comunicación. La actitud de condescendencia (no ver a los votantes como suicidas sino como objetos controlados por Gran Hermano) no trae votos sino rechazo. 

Lo entendió perfectamente el Partido Laborista de Jeremy Corbyn. En un spot que puede verse haciendo click en https://bit.ly/2W0rcDP, una mujer se pregunta qué hacen con el dinero las personas comunes y qué hace, en cambio, un multimillonario. La publicidad muestra que la plata puesta en la gente de a pie se convierte en compra, venta, servicios, trabajo y una mejora en las relaciones comunitarias. Al revés de ellos, el ultrarrico se guarda el cheque. Al final del spot, consultado por el destino del dinero, confiesa que lo enviará a un paraíso fiscal. Conclusión: "Poner dinero en manos de la gente común le hace mucho mejor a la economía que quitarles impuestos a los multimillonarios". Luego aparece el cartel con la consigna que viene usando el laborismo: "For the many, not for the few". Para la mayoría, no para unos pocos. 

Explicar y proponer parece un método más efectivo que culpar a los ciudadanos o, peor, exculparlos como supuestas víctimas de una manipulación a gran escala.

La efectividad es el paso que dio Cristina al dejar en claro con su actitud que, sinceramente, quiere ganar. Va a ser apasionante observar cómo juega de ahora en adelante.