Desde Mendoza

La entrega de los Premios Gardel tuvo su previa, y los encargados de animarla fueron unos expertos en la materia. Bajo el título “Capif celebra a la comparsa más conocida del mundo entero”, la Cámara decidió homenajear a Los Auténticos Decadentes, “cuyas canciones son el fiel reflejo de nuestra cultura popular y han acompañado el pulso de varias generaciones”: algo de eso señaló el mismísimo Silvio Soldán desde el escenario de la Bodega Dante Robino, vestida de fiesta para el homenaje y concierto seguido por artistas, ejecutivos de la industria, periodistas y funcionarios de Cultura del gobierno provincial.

Poco antes, los Deca habían arribado a la centenaria bodega de la familia Squassini a su estilo: montados en una autobomba. La espera había sido amenizada por un cuarteto de cuerdas que tocaba canciones de la banda –todo un espectáculo en sí-, pero la llegada de Jorge Serrano, Cucho y compañía saludando desde el camión fue el cabal recordatorio de por qué son la opción ideal para levantar cualquier fiesta.

En medio de abundantes brindis y luego de un video introductorio que mostró a la banda en todas sus etapas, pasando por todos los programas televisivos de alto rating en la historia reciente, llegó el momento de la música. Pero no fue un simple repaso de sus hits, sino la excusa para una serie de cruces que fueron elevando la temperatura del lugar. “Cómo me voy a olvidar” junto al Chaqueño Palavecino; “Los piratas” con Manuel Moretti (quien se prepara para el lanzamiento de un nuevo disco de Estelares y su presentación en el Gran Rex); “Corazón” con Pablo Lescano y “El pájaro” con los cordobeses Caligaris; “Amor” junto a Sol Pereyra y “El gran señor” con Los Nocheros; “Pendeviejo” junto a Mimi Maura y Sergio Rotman; “Sigue tu camino” con los locales Usted Señálemelo; “El murguero” con el Mono Fabio; “El vino triste” con Raul Lavié y “Un osito de peluche de Taiwán” junto a Fernando Ruiz Díaz, le dieron forma a una fiesta típicamente Deca. Entre el vendaval de hits y los productos de la bodega, a la salida los invitados se dejaban caer en sus transportes con cierta sensación de desmayo.