La extinta poética es -y no es- un espectáculo del grupo español La Zaranda. Se podría decir que sí porque está escrito por Eusebio Calonge, dramaturgo histórico del conjunto jerezano y cuenta con la dirección del propio Paco de La Zaranda. Pero no son sus actores quienes lo interpretan, dado que fue creada para Carmen Barrantes, Laura Gómez-Lacueva, Rafael Ponce y la bailarina Ingrid Magrinyà, quienes están ofreciendo en el Teatro Picadero sólo dos funciones de este montaje que, según considera el mismo director va “de la tragedia a lo grotesco, de lo absurdo a lo sainetero, de lo poético a lo chabacano”.

¿Quién es la extinta poética? El título se refiere a la niña retrasada mental que, atraída por las tablas, intenta interpretar a la Ofelia de Hamlet, muerta y coronada de flores. O tal vez sea la misma capacidad de creación la que se encuentra extinta en este mundo habitado por un padre y una madre aficionados a los fármacos, una muchacha a punto de casarse para ocultar su embarazo y la niña artista. Así, “desde los abismos del hastío” estos personajes tomarán a la realidad como narcótico, según escribe el director en el programa de mano.

En la entrevista con Página/12, Calonge se refiere a la obra y a sus personajes, seres que van “de los estimulantes a los tranquilizantes, de la velocidad a los somníferos, de las píldoras para la potencia sexual a las anticonceptivas”, con la idea de atiborrarse de mercancías. En tanto la niña Ofelia se siente inclinada hacia el arte: ”¿Quién escucha su lamento antes de que se sumerja, definitivamente, en la corriente de la vulgaridad y el tedio?”, se pregunta el dramaturgo.

-La obra tiene el sello de los trabajos de La Zaranda. ¿Por qué tuvieron la necesidad de convocar a otros actores?

-El texto estaba escrito para tres actrices y un actor, en ocasiones nuestros actores han hecho papeles femeninos, pero aquí se necesitaba del trabajo de actrices, para que su delicadeza interpretativa no pudiera tener asomos grotescos. Creo son papeles muy arraigados en las tragedias femeninas, y que era necesario trabajar desde ahí. Por otra parte la danza era un elemento con el que queríamos contar, y tampoco teníamos esa posibilidad dentro de La Zaranda, todo esto nos impulsó a llevar una creación fuera del grupo, con nuestro lenguaje teatral, por supuesto.

-¿Se puede separar el texto de la puesta en escena?

-Yo creo en la obra, y ésta es forma. Enraíza palabras e imágenes en el escenario. Un texto al margen del escenario o una puesta metódica que no surge del conflicto entre actores no me ha interesado nunca. Eso son niveles estéticos que no se necesitan cuando se crea desde lo poético. Un actor no separa el personaje en dos, es una integridad, lo mismo que el resto de los elementos teatrales

-¿Cuál es aquí la propuesta plástica?

-Se trabaja con elementos metálicos, pesados, blancos, que contagian frialdad. Queríamos expresar un estado del alma a partir de toda esa asepsia, y luego la contraposición con la fragilidad de los personajes, la intimidad de sus desgarros

-Los integrantes de esta familia tienen conciencia de su estado desesperante. ¿Se trata de una metáfora social con un sentido político?

-Mis textos, como todos los montajes de La Zaranda, son siempre alegóricos, es decir hay un argumento, en este caso un universo familiar, pero lo verdaderamente importante es el asunto, de qué se habla desde adentro, y creo que entonces esa familia es toda una sociedad disfuncional o desquiciada, donde nadie se escucha, solo se grita, donde solo se ve nada, donde la conexión tecnológica ha abolido cualquier atisbo poético, en ella una parapléjica quiere remedar a la Ofelia que vio en su escuela. Sin que le interese a nadie.

-¿Cuál es la reflexión que hace desde el título?

-La poética es algo que quieren suprimir, abolir, para tener maquinitas preparadas para el consumo. Entonces el teatro ya solo se entiende como mero entretenimiento, un negocio para el ocio, y comienza a ser suprimible. La obra alude a un mundo sin poética, sin reflexión ni trascendencia.

*La extinta poética, Teatro Picadero (Santos Discépolo 1857), jueves 23 de mayo, a las 21 hs.