Fue un maestro Jedi y salvó la galaxia. Fue el Joker y enfrentó a Batman. Se multiplicó en Regular show y los gamers lo escucharon en cantidad de videojuegos. Y desde mañana a las 21 el célebre actor estadounidense Mark Hamill será un caballero templario en la segunda temporada de Knightfall, la serie de A+E Estudios que emite semana a semana History Channel. Los espectadores de Knightfall siguieron la caída en desgracia de Landry (Tom Cullen). En su intento de redención, el protagonista de la serie se encontrará a Talus, interpretado por Hamill, quien llegará para entrenar a los nuevos reclutas. En teleconferencia con PáginaI12 y con periodistas de Chile, México, Colombia e Italia, el actor reflexionó sobre las series en la actualidad y la producción de un relato histórico de este calibre.

En Knightfall se mezclan hechos reales con ficción. Varias líneas argumentales convergen en la pantalla: la búsqueda del Grial y los conflictos internos en la Orden de los Caballeros del Temple junto con los tejes y manejes de las cortes europeas, particularmente la de Francia. La primera temporada incluyó también una tercera historia en la que el jefe de la orden estaba vinculado románticamente a la Reina de Francia, a la que finalmente deja embarazada, cosa que termina en su caída en desgracia ante sus compañeros y ante el Rey. En la segunda temporada el protagonista aspira a redimirse para reingresar a la Orden, mientras el monarca le declara la guerra a los caballeros.

–Knightfall es básicamente el relato de un caballero caído en desgracia. Es una figura que parece muy atractiva, ¿por qué sucede eso?

–Básicamente la serie cuenta cómo caen los caballeros templarios al pelear con el Rey de Francia. Pero más que ser pura historia, trata de involucrarte tocandote por lo personal. Landry es un tipo con el que es muy fácil empatizar: es tan decente, ¡pero tan humano! Así que te atrapa no sólo si te gusta la historia, sino porque a todos nos interesan las historias sobre la gente, el bien versus el mal, las decisiones morales. La serie se ve a través de sus ojos y él tiene sus defectos y faltas, cayó en desgracia por tener este amorío con la reina, fue expulsado de la Orden... Recuerdo que me mandaron la primera temporada, y yo no la había visto, y me senté a verla con mi esposa y me quedé atrapado por su historia. ¿Cómo me portaría yo si fuera él? ¿Cómo reaccionaría ante las cosas con las que tiene que lidiar? La mejor ficción te involucra a nivel personal, antes que a nivel académico.

–¿Lo principal no es lo histórico, entonces?

–Creo que aún si no te interesa la historia, ciertamente te debe interesar algo de la naturaleza humana. Y ese es el aspecto más apasionante de este relato, más allá de lo académico. Para mí, en este sentido, trata de interpretar a un personaje que no es un villano, bajo ningún concepto, pero que sí tiene una relación de antagonismo con Landry porque cree que no merece volver a ser un templario. Ahí mi personaje provee el conflicto para tener un buen drama de época.

–Muchos de las principales series de los últimos años, como Game of Thrones o House of Cards, ponen la intriga política en primer plano. ¿Por qué le parece que estos programas generan tanto interés?

–Me parece que es una forma de reflexionar sobre nuestro propio tiempo, de comentar algo sobre lo que está sucediendo. Puede ser frustrante agarrar el diario, leer las noticias y sentir que no tenés nada que ver con eso. Pero al dramatizar estos relatos, uno sí se siente habilitado a comentar lo que sucede sin necesidad de señalar nombres públicos. Obviamente, si tenemos la oportunidad de tocar temas que le van a resonar a la gente, es genial poder incluir asuntos que también están pasando en la vida real. Claro que los personajes quizás no pueden señalar a sus contrapartes reales y llamarlos por el nombre, porque es ficción, pero la mejor ficción logra que el espectador se sienta involucrado al hablarle de su propia vida.

Hamill se declara un amante de la historia, pero reconoce que la Edad Media europea no era su fuerte antes de aceptar el rol de Talus. “Sabía lo que te enseñan en la escuela y la verdad es que tendemos a volver glamorosos a los caballeros, con Camelot, el Rey Arturo, la Mesa Redonda, Lancelot, cuando en realidad el siglo XIV fue un tiempo muy difícil”, comenta. “En verdad, uno de los motivos por los que acepté el papel es porque nunca había hecho algo parecido”, confiesa. 

Según Hamill, apenas hay puntos de contacto entre su famoso maestro jedi y este veterano templario. “Hay una similitud muy amplia en el hecho de que ambos están dedicados a una causa, pero sus personalidades son muy diferentes. Talus es un fanático religioso, no hace concesiones y es brutal. Diría que Luke es mucho más accesible, más optimista y hablador. Talus, con su historia oscura, es mucho más denso. Y al mismo tiempo, una saga es fantasía, escapismo, y Knightfall está anclada en el mundo real, que era y es mucho más oscuro”.

En cuanto a Talus, su personaje, revela que es un veterano de las Cruzadas, prisionero durante una década en Tierra Santa y entrenador de reclutas. “Hay que pensar en él como un sargento de instrucción, con él es todo trabajo y nada de joda, la verdad es que no es un tipo con el que me iría a tomar una cerveza”, cuenta. Bien lejos del idealista Luke Skywalker que lo lanzó a la fama o el demencial Joker al que le puso voz en los dibujos animados. Bien lejos, en verdad, de cualquiera de los personajes que interpretó con su voz en decenas de videojuegos.

“Algo que me atrajo mucho desde el comienzo es cuán endurecido está el personaje, pero la verdad es que cuando leí el guión me pregunté por qué habían pensado en mí para interpretarlo, ¡es tan brutal! ¡Tan obsesionado y decidido!”, recuerda. “Eventualmente le pregunté a los guionistas por qué habían pensado en mí para el personaje y me dijeron que fue justamente por ser actor de voz, porque había hecho cientos de personajes muy diferentes a los que habitualmente hago en televisión o cine y creyeron que desde ahí podía aportar algo”, relata Hamill. “La composición de un personaje es un todo, claro que está el vestuario, el maquillaje, la barba postiza, y ahí cuando mirás al espejo Mark ya no está, sino Talus, pero creo que la voz debe reflejar lo áspero del personaje, así que salió todo orgánicamente”, acota. La voz, cuenta, fue encontrándola en las semanas previas a filmar, mientras leía los guiones, entrenaba para el papel y cabalgaba para acostumbrarse a filmar sobre caballos. “Es muy distinto verte de jeans, zapatillas y remeras en el espejo a encontrarte en armadura y maquillaje; creo que la voz refleja esa transformación”, celebra. Hamill asegura que tanto las armas como las armaduras del vestuario tienen un peso muy similar al real histórico, lo que convertía las jornadas de grabación en sesiones agotadoras. “Sólo la vestimenta me pesaba ya como ocho kilos, sin contar el resto”, rememora. “Pero al mismo tiempo, es lo más apropiado para interpretar el papel, te acerca a cómo vivían esos tipos en un tiempo donde cumplir 40 años era llegar a viejo”.

Además, el actor cree que esta clase de series pueden ayudar a difundir conocimientos sobre historia entre el público. “Hay gente que no agarraría un libro de historia porque le resultaría aburrido, pero cuando dramatizás los acontecimientos estimulás el interés, no importa qué período estés ilustrando”, considera. “Lo volvés real de un modo que un libro no puede conseguirlo”, opina.

La investigación a la que lo empujó la serie lo llevó a descubrir muchas cosas de los templarios, aún aquellas que no aparecen directamente en la serie. De las finanzas de la orden, por ejemplo, apenas se menciona al pasar su riqueza y algunas reuniones abren con un escueto resumen de cuentas de las arcas. “Por ejemplo, estudiando me enteré de que los Templarios eran una de las órdenes más ricas, pese a que habían hecho voto de pobreza”, cuenta. “Lo que sucedía era que plantearon esta idea de que podías depositar tus objetos valiosos en un templo, validaban tu depósito con un papel y podías retirar su valor en otra sede de la orden: como un sistema bancario internacional moderno”, señala. “En un punto se compraron la isla de Chipre, y así hay un montón de elementos que quizás no hacen directamente a la historia de la serie, pero que son parte del trasfondo y eso me parece fascinante”.

El fanatismo religioso también es un elemento muy presente en la serie. Para Hamill, la religión en el período “era un modo de sentirse parte de algo más grande, de un plan de Dios, que realmente era determinante en su vida”, reflexiona. “Me sorprendí mucho intentando entender a estos tipos que se volvían templarios, porque eran caballeros y verdugos, y dale, un mandamiento es ‘no matarás’, ¿cómo conciliaban ambas cosas?”, observa. “Estaban tan convencidos de su rectitud, tan comprometidos con llevar la palabra de Dios, incluso de un modo brutal que hoy nos es inconcebible. Eso me pareció fascinante. Y yo estaba buscando un personaje que me llevara a hacer algo que no hubiera hecho antes: Knightfall ciertamente cae en esa categoría”.