Durante más o menos una década, desde mediados de los años ochenta, Rosanna Arquette pareció estar pavimentando su camino al estrellato. Luego de su coprotagónico junto a Madonna en la alocada comedia Buscando desesperadamente a Susan (1985) –personaje que le valió un premio Bafta–, se convirtió en el raro caso de una actriz que trabajó dos veces a las órdenes de Martin Scorsese, en la comedia negra Después de hora (también de 1985) y en Historias de Nueva York (1989). También apareció en Azul profundo de Luc Besson (1988), Pulp Fiction (Quentin Tarantino, 1994) y la ultracontroversial Crash de David Cronenberg (1996). Pero entonces, de pronto, su carrera entró en pausa. Tan en pausa, de hecho, que en una entrevista que concedió en 2007 se le preguntó por qué había desaparecido de la escena. “Tomé un camino diferente”, contestó, de manera algo vaga. “Me incliné por las pequeñas películas artísticas con las que me relacionaba mejor, que me hablaban a mí”.

“No podés volver atrás y decir ‘Bueno, es que mi carrera fue saboteada’”, dice Arquette ahora. “¿Cómo probás eso?”. La actriz de 59 años está promocionando su nueva película, Rory’s Way, pero también está hablando de Harvey Weinstein. En 2017, el productor de películas de Hollywood fue acusado por más de una docena de casos de acoso sexual, ataque y violación, algunos de los cuales se remontan a décadas atrás. Arquette estaba entre las primeras acusadoras, al decirle a Ronan Farrow en un artículo para The New Yorker que a comienzos de los años ‘90 Weinstein le pidió encontrarse en una habitación de hotel para entregarle un guión. La intérprete contó que Weinstein abrió la puerta vestido solo con una bata de baño, le agarró la mano y la llevó hacia su pene erecto. Cuando ella rechazó sus avances, “Weinstein le dijo que estaba cometiendo un gran error”.

El productor negó con firmeza las alegaciones, pero declaraciones de esa clase empezaron a extenderse como una metástasis, lo que condujo a la creación de los movimientos #MeToo y Time’s Up, que desde entonces se extendieron a todo el mundo y que en la Argentina tienen una fuerte resonancia en el Ni Una Menos. “La gente que se ha mantenido en silencio por tantos años, que tenía miedo de hablar, ahora está contando sus historias”, dice Arquette. “Y por supuesto, hay una increíble resistencia por parte de hombres muy misóginos que no quieren saber nada con este cambio de paradigma”. A pesar de ello, la actriz se resiste “a demonizar a todo el mundo”. “Quiero decir, si fuera detrás de todo tipo que me tocó el culo sería ridículo. Pero estamos hablando de ataques, de violaciones, de tratar de destruir la carrera de alguien porque no tuvo sexo con vos. Para mí, ese es el foco real. Pero también, señalar lo que son conductas lujuriosas y enfermas, ser capaz de verbalizar eso, y que entonces alguien diga ‘realmente lo siento, voy a cambiar mis actitudes’... tenemos que aplaudir a los hombres que tienen la voluntad de hacer eso, porque esa es la manera en la que se va a producir un cambio”.

Arquette está segura de que “mi vida y mi carrera fueron fuertemente impactadas por haberle dicho que no” a Weinstein, aunque admite que el impacto profesional es difícil de dimensionar. “Había mucha gente en el juego”, señala. “Tenés agentes y managers, y en realidad es tan simple como alguien que se sienta en una cena con él y él dice ‘Oh, no trabajes con ella, es un dolor en el culo’. Entonces un gran director puede pensar ‘No quiero trabajar con alguien que es un dolor en el culo, no la voy a contratar’. Es así de simple. O tuve momentos en los que un director realmente quería trabajar conmigo, pero entonces el estudio no lo acompañaba. Es difícil. Muchas mujeres perdieron una parte de sus vidas, y ahora somos más viejas. Pero no podés sentarte a lamentarte, porque entonces tampoco estás viviendo ahora”.

Además, su carrera está volviendo a encarrilarse. Arquette está por comenzar a filmar Ratched, una serie de Ryan Murphy para Netflix junto a Sarah Paulson. La decisión del elenco tuvo una fuerte influencia de Paulson, una colaboradora de Murphy de larga data que también producirá la serie. Al anunciar la noticia en su cuenta de Instagram, Paulson dijo que la lucha de Arquette por conseguir trabajo fue “una consecuencia directa de su valentía”.

Pero la actriz está aquí para hablar de Rory’s Way, un dulce drama de bajo perfil sobre un brusco escocés (Brian Cox) que deja su aislada isla en las Hébridas para realizar un tratamiento médico en San Francisco. Allí se reúne con un hijo del que se había alejado y se enamora de Claudia, curadora de su propio museo, el personaje que interpreta Arquette. Son realmente una extraña pareja, pero juntos se ven sorprendentemente amorosos. “Ella está a gusto en su propia piel, en realidad no está buscando ningún tipo de relación”, dice Arquette. “Lo sentí como si ellos dos tuvieran una especie de conexión kármica, aun siendo por un período tan corto de tiempo. Ser capaz de tener la experiencia de que, antes de irse, él tienen este regalo de ella. Un regalo juntos”.

Pero además de ser una historia de amor, la película también trata sobre el choque de culturas. “Sea verdad o no, a nadie le gusta cuando uno dice lo que realmente piensa sobre las cosas aquí”, dice el hijo de Rory, escocés como su padre, sobre los habitantes de San Francisco. A Arquette esa perspectiva le parece divertida. “¡A mí me parece que es exactamente al revés! Creo que los estadounidenses siempre han sido bastante abiertos. Siempre descubrí que si demostrás emociones en Inglaterra todo es como ‘Bueno, acá tenés un té’”. Antes de que se pueda puntualizar que Escocia e Inglaterra no son exactamente lo mismo, ella se precipita a agregar: “De paso, quiero vivir en Gran Bretaña algún día. Debo haber vivido allí en alguna otra vida, siempre me siento a gusto cuando voy”.

En esta vida, Arquette nació en New York, y fue criada en una comuna en Virginia por sus padres, ambos actores. Tanto ella como sus cuatro hermanos –Patricia, David, Alexis y Richmond– siguieron los pasos de sus progenitores y se dedicaron a la actuación. Cuando la carrera de Rosanna aún estaba en un punto muy bajo, su hermana Patricia ganó un Oscar por Boyhood, en 2004. Siguen siendo una familia muy unida (su hermana Alexis, que era transgénero, se suicidó en 2016), y Arquette parece haber disfrutado su infancia en Virginia. De todos modos, el país es hoy un lugar muy diferente. “Me rompe el corazón ver lo que está teniendo lugar en lo que alguna vez fue una gran nación”, dice. “Ver cómo lentamente se instala una dictadura, un gobierno fascista que trata de desmantelar la democracia. Es muy loco: Fox News se convirtió en la televisión estatal, y a veces me pregunto... de paso, ¿es este un diario que pertenezca a Fox, o a Rupert Murdoch?”. No, no lo es. “Porque te preguntás, ¿a qué trato llegaron los Murdoch con Putin? Porque Fox News es simplemente ridículo. Nunca vi algo así. Todo lo que hacen es mentir”.

Arquette es apasionada y con justicia, pero su pasión ocasionalmente deriva a la hipérbole. “Es hipnotismo, es control de la mente”, dice sobre los medios dominados por la derecha. “Lo que es realmente aterrador, y muy, muy triste, es que la gente que está comprando esto realmente se lo cree, y no están protegidos. Están perdiendo su cobertura médica. En muchos países hay cobertura médica estatal, en el nuestro no. Estamos perdiendo todo, es ridículo lo que sucede con el medio ambiente, la Ley de Agua Limpia que están tratando de voltear para que aquellos que contaminan sigan haciéndolo libremente... no tendremos agua potable. Están tratando de matarnos, eso es lo que se siente”.

La actriz también está preocupada por los niños inmigrantes que son separados de sus padres en la frontera entre Estados Unidos y México. “¿Dónde están los niños? Esa es la pregunta más importante en mi vida. Tengo mi propia teoría. Estoy segura de que no volverán, porque... me pregunto, ¿los estarán vendiendo para el tráfico sexual? ¿Qué está sucediendo? ¿Quién es capaz de arrancarle a una madre un bebé enfermo, llorando, gritando? Esta gente está huyendo de una violencia horrible, y buscar asilo no infringe ninguna ley. Es parte de lo que nuestro país es.”

La respuesta, según el punto de vista de Arquette, es combatir el odio y la violencia con amor. “El odio es una energía poderosa. Si no querés hacer nada, al menos resistí el odio. Resistilo. Esa resistencia no podemos ejercerla desde el odio sino desde el amor, tenemos que encontrar un camino para permanecer en la energía de eso, porque esa luz va a conseguir combatir la oscuridad”. Lo que no quiere decir que ella tema estar en el lado equivocado de la gente. Cabe recordar lo que el director David Cronenberg dijo una vez sobre Arquette, que “ella es feroz hasta el punto de que casi tenés miedo de soltarla contra sus enemigos”. Cuando se le recuerda la frase ella se muestra encantada. “¡Es una excelente frase, me encanta! Gracias, David Cronenberg.” Entonces, ¿lo toma como un cumplido? “¡Ser feroz es un cumplido, no es un insulto!”, se ríe. “Y, bueno, terminó siendo verdad, ¿no?”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.