Las “semanas”, ciclos y mini festivales dedicados a una cinematografía en particular tienen un lugar justificadamente ganado en el calendario cinematográfico porteño. La sexta edición consecutiva de la Semana de Cine Italiano –que comienza mañana y se desarrollará hasta el próximo miércoles 12 en una de las salas del complejo Village Recoleta– vuelve a confirmar la íntima relación de la producción de ese país con el público local. En palabras de Donatella Cannova, directora del Instituto Italiano de Cultura, publicadas en el catálogo del evento, “si el cine italiano supo ya demostrar que no envejece nunca, la Semana permitió al público argentino entender que supo también renovarse, adaptarse a los tiempos y mostrar el momento actual de nuestro país, sin perder la calidad de sus guiones ni la innata capacidad italiana de saber emocionar a través de la narración”. Este año serán de la partida catorce largometrajes recientes, de los cuales casi media docena serán exhibidos en calidad de preestreno (su lanzamiento comercial futuro ya está confirmado). En cuanto al resto, será cuestión de verlos o perderlos: las copias viajan desde su país natal y luego continúan su viaje hacia otras regiones del mundo. La gran excepción a esos dos grupos es El hombre que compró la Luna, la película de Paolo Zucca, que ya disfrutó de un estreno en nuestro país y ahora vuelve a exhibirse, como si se tratara de una segunda oportunidad.
Fieles a la costumbre, en esta edición también arribarán un puñado de invitados con la idea de presentar sus obras y dialogar en vivo y en directo con la audiencia. El romano Valerio Mieli será uno de ellos y su película Ricordi? es uno de los títulos destacados de la Semana. Estrenada mundialmente el año pasado en el Festival de Venecia, la película describe la relación de una pareja a través del tiempo, aunque de manera poco convencional: lejos de la cronología biológica como ritmo narrativo, Mieli cruza temporalidades y puntos de vista (el de ella y el de él) constantemente, partiendo de un concepto emotivo, sensorial. El montaje – que, por momentos, es deudor de los experimentos formales del último Terrence Malick– recorre los altos y bajos del vínculo entre los amantes, que no casualmente carecen de nombres propios, como si el guionista y realizador quisiera, a partir de ellos, alcanzar cierta universalidad. Linda Caridi y Luca Marinelli interpretan a la pareja en cuestión en un film romántico pero esencialmente melancólico, cuyo gran tema quizá sea el del amor como tránsito y nunca como destino final.
Los hermanos Damiano y Fabio D’Innocenzo hicieron algo de ruido en la Berlinale 2018 con su ópera prima La terra dell’abbastanza, una dura historia sobre el acceso al mundo de la criminalidad en los suburbios de Roma que es, al mismo tiempo, una descripción realista de ámbitos urbanos y una relectura del relato clásico de gánsteres. Mirko y Manolo, dos amigos y compañeros de escuela secundaria, tienen un accidente en la ruta que resulta en abandono de persona; a partir de allí, merced a inesperadas consecuencias que no conviene revelar aquí, ambos comenzarán a realizar algunos “trabajos” para una de las mafias locales, iniciando una carrera criminal con resultados imprevisibles. Los fratelli D’Innocenzo describen un tejido familiar y social horadado por la influencia de las actividades ilegales (el tráfico de drogas, la trata de personas, el asesinato como forma de vida), aunque sin dejar de lado algunos de los placeres del cine de género. Para presentar las dos únicas funciones de la película estará presente en la sala Matteo Olivetti, uno de los jóvenes protagonistas.
En una programación que aúna algunos de los títulos más reconocidos del cine “autoral” reciente con otros más cercanos a los géneros populares, se destacan la presencia de Dogman, la última incursión del realizador Matteo Garrone (Gomorra, El embalsamador) en un universo napolitano absolutamente alejado de las postales turísticas, con un protagonista que alterna el regenteo de una peluquería canina con actividades menos legales, y Notti magiche, del prolífico Paolo Virzì (Loca alegría, La prima cosa bella), una mirada poco condescendiente al mundo del cine a comienzos de los años 90, lejos de las gloriosas tres décadas de posguerra. El primero de esos títulos, ganador de nueve premios David di Donatello (los “Oscar italianos”), tiene su estreno anunciado para finales de este mes, mientras que el film de Virzì será lanzado comercialmente dentro de una semana. No tendrá la misma suerte La profezia dell’armadillo, ópera prima de Emanuele Scaringi que adapta una novela gráfica del historietista Zerocalcare, la historia de un joven dibujante romano y su amistad con un tatú carreta gigante y parlante, suerte de alter ego y conciencia irónica del protagonista.
En el terreno del documental, la 6° Semana de cine italiano ofrecerá dos títulos de gran interés, por razones muy diversas. Santiago, Italia, película que clausuró la última edición del Bafici, es el largometraje más reciente de Nanni Moretti, una mirada atenta y concentrada al rol de la Embajada de Italia en Santiago de Chile durante los meses siguientes al golpe militar que derrocó al presidente Allende, una de las escasas vías de escape de la persecución, la tortura y la muerte. El creador de Caro diario y Palombella rossa entrevista a una gran cantidad de exiliados chilenos en su país – muchos de los cuales lograron recomenzar su vida y son ahora tan europeos como sudamericanos– y también a un par de militares retirados y a un condenado por delitos cometidos durante la dictadura. Es sobre el final de esa última conversación que el realizador decide salir excepcionalmente del fuera de campo y pronunciar una frase que define a la perfección sus intenciones al realizar esta película, regreso al largo documental luego de casi tres décadas dedicadas a las ficciones.
La strada dei Samouni, del experimentado documentalista y antropólogo Stefano Savona, fue rodada en un pequeño barrio palestino ubicado en la Franja de Gaza en 2009, luego de la violenta Operación Plomo Fundido que destruyó una parte sustancial de los edificios y las cosechas y dejó una treintena de víctimas fatales en el lugar, muchos de ellos de una misma familia extendida, los Samouni. La película se concentra en ellos y en sus experiencias durante y después del horror, partiendo de la pequeña Amal, una niña que lleva incrustadas en su cabeza las esquirlas físicas de la destrucción. “No puedo contar historias, no sé hacerlo”, afirma al comienzo la chica; sin embargo, los recuerdos finalmente afloran y es entonces que el film comienza a alternar las imágenes estrictamente documentales con largas secuencias de animación esgrafiada y otras que reconstruyen la vista cenital de un drone militar. La descripción de víctimas y victimarios es diáfana pero Savona no deja de mirar de frente la utilización política de las muertes en terreno palestino realizada por los principales partidos políticos. De todas formas, lo que prima es la mirada humanista, el dolor y la resiliencia de los seres humanos detrás de los números globales y las noticias internacionales de dos párrafos.
* La 6° Semana del Cine Italiano comienza mañana y continúa hasta el miércoles 12 en el Village Cines Recoleta. Programación completa, días y horarios en www.facebook.com/semanadecineitaliano