“Nos sentimos muy vulnerados”, dijo desde la cárcel de Ezeiza el ex secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi, que habló por primera vez sobre la filtración de escuchas telefónicas, entre las cuales hay una que lo tiene como protagonista en una conversación con Eduardo Valdés, ex embajador en el Vaticano. Esa escucha es una de las que fueron utilizadas por la diputada Elisa Carrió, Mariana Zuvic y Paula Oliveto y luego por el fiscal Carlos Stornelli, para atacar el expediente sobre espionaje que tramita en Dolores (donde Stornelli está imputado) y denunciar un supuesto complot contra la causa de las fotocopias de los cuadernos. “Es delirante”, sostuvo Schiavi sobre ese planteo, en diálogo con esta cronista, en el programa La Inmensa Minoría. Agregó que está convencido de que las intervenciones telefónicas, en teoría realizadas en una causa sobre narcotráfico, se hicieron para “escucharnos a nosotros”, los ex funcionarios kirchneristas detenidos. Schiavi, en particular, está preso por el accidente de Once. Contó que ya ni siquiera habla con sus abogados. Sólo lo hace una vez al día con su familia.  

–¿Cómo tomó la difusión de escuchas telefónicas de conversaciones que mantuvo durante su detención? 

–Lo primero es como un cercenamiento absoluto a los derechos humanos básicos. Nosotros estamos privados de la libertad en una cárcel de máxima seguridad donde tenemos muy pocas vías de comunicación. Son las visitas de nuestros familiares que tienen que esperar dos o tres horas para poder entrar acá dos veces por semana, las de nuestros abogados cuando vienen a visitarnos; y los teléfonos públicos que hay en el pabellón. No tenemos celulares, ni computadoras ni nada. La única forma de comunicarnos es por ese teléfono. Cuando hacen públicas escuchas telefónicas que claramente son ilegales, nosotros sentimos que estamos metidos en un lugar donde están violados todos los derechos. 

–¿De qué conversación se enteró primero que había sido ventilada y como le impactó? 

–Fue una llamada con un amigo mío de toda la vida que es Eduardo Valdés. Estábamos hablando de terceras cosas. Nada que ver con lo que anduvo circulando, y al otro día veo una denuncia de la diputada Carrió en la tapa del diario Clarín diciendo que nosotros estábamos armando una conspiración para voltear la causa de los cuadernos. Eso es casi delirante. Nosotros tenemos un régimen riguroso en cuanto a visitas, a lo que podemos entrar. A nosotros no nos pueden dar ni un papel. Si viene un familiar y nos trae una carta de un primo, no nos la pueden dejar. Yo no la puedo recibir. Con lo cual como la comunicación es sólo telefónica, cercenar ese principio básico me parece una locura. La segunda cosa que me pareció más grave es que nosotros hicimos una denuncia y entendimos cómo era esto. Estas escuchas se hicieron a una persona que está detenida no en este pabellón si no en otro lado, que es Mario Segovia, y se usó ese ardid para escucharnos a todos nosotros. En este complejo, en este módulo 6, estamos los que tenemos la característica de presos políticos y están utilizando una escucha a una persona que está presa con cargos de narcotráfico para escucharnos. El juez (Federico) Villena declaró inmediatamente que no tiene nada que ver con su causa y las mandó a destruir. Pero luego estas escuchas aparecen y se organizan causas con esto. Con lo cual me parece que la ilegalidad está por todos lados. Yo en lo personal y muchos de mis compañeros nos sentimos vulnerados en nuestros derechos. 

–¿Y qué pasó con la denuncia que ustedes hicieron sobre las escuchas? 

–La hicimos en Lomas de Zamora, en lo de Villena, y como paso con toda denuncia que uno hace en el Poder Judicial, apareció en el juzgado de (Claudio) Bonadio y se juntó con la denuncia de Carrió, (Mariana) Zuvic y (Paula) Oliveto, que son las que utilizaron estas escuchas para hacer difusiones públicas y que en una segunda arremetida, hace una semana, tomaron el prime time de la televisión y las hacen públicas los programas de (Luis) Majul y (Jorge) Lanata. Al que reproduzca escuchas con mi voz se le va a iniciar todas las causas penales y civiles posibles, porque son prácticas que más que ver con la institucionalidad y la democracia tienen que ver con la que usó la dictadura para con los detenidos. 

–¿En la conversación con Valdés hablan de sacar al fiscal Carlos Stornelli de la causa de los cuadernos?  

–En esa escucha hablamos de generalidades. De los cacerolazos. Una conversación íntima entre nosotros. Yo estaba preocupado por una persona que había sido detenida, que era un ex secretario de la ex presidenta, a quien yo conocí durante la gestión, que no sabíamos dónde iba a estar. Valdés hace todo un relato con eso que yo ni entendí. El “puf” de Eduardo, quienes lo escuchan en la radio, se dan cuenta de que él dice esa palabra con mucha habitualidad. La verdad que ni siquiera entendí de lo que me estaba hablando. Pero más allá de eso, el hecho central es que para los periodistas que la reproducen o para parte del sistema judicial que juega con esto, es como descubrir que hay plata falsa y con esa plata falsa querer ir a comprar algo. Vuelvo a repetir, nosotros sentimos una vulnerabilidad muy grande que se hace mucho mayor ahora en un programa de Majul, que ayer pasó C5N en el programa ADN, en el cual toman una supuesta conversación mía con Roberto Baratta, que es imposible que hablemos por teléfono porque tenemos estos teléfonos en los que no podemos recibir llamadas. Podemos llamar. La muestran como si estuviéramos organizando un plan. La voz que ponen no es la mía sino la de otro Juan Pablo. Y lo hicieron público. No sólo lo hizo público Majul sino que salió en los diarios La Nación y Clarín. Si hacemos una desmentida va a salir en la página 38 al lado de los avisos fúnebres. 

–¿Están en el mismo pabellón con Baratta? 

–No, estamos en distintos pabellones y no hay manera de hablar de pabellón a pabellón. Además, una cosa que es de libro, acá hay tres teléfonos por pabellón, somos cuatro pabellones, estaban supuestamente interceptando las llamadas de una persona involucrada en narcotráfico que está en otro pabellón. Vinieron a escuchar estos teléfonos porque nos vinieron a escuchar a nosotros. Como deben escuchar todas nuestras conversaciones. Es muy duro para una persona que está detenida que te estén escuchando cuando hablás con tu madre, con tus hijos, con tu mujer. Nosotros estamos detenidos con personas que tienen hijos pequeños, que su familia tiene que estar dos horas en la puerta. Toda esta situación genera enorme angustia para nosotros.