La vulnerabilidad financiera se transformó en una de las principales preocupaciones de la economía argentina. El diagnóstico de los puntos de inestabilidad de las finanzas locales  y las estrategias para intentar resolverlos fueron uno de los elementos centrales que se analizaron la semana pasada en las Primeras Jornadas Financieras Heterodoxas. El evento, que estuvo a cargo del Centro Cultural de la Cooperación, la Fundación  Friedrich Ebert y la Universidad General Sarmiento, reunió a diferentes economistas con amplia trayectoria en el mercado interno para empezar a discutir ideas innovadoras de política monetaria.   La necesidad de entender que la Argentina se encuentra en una región cada vez más expuesta a la posibilidad de una crisis financiera fue una de las principales conclusiones. La presentación del Observatorio de Coyuntura Económica y Políticas Públicas (Ocepp) ofreció datos interesantes para comprenderlo. Uno de los principales riesgos que se marcó para Latinoamérica fue el importante rojo de la cuenta corriente del balance de pagos de los países.   Las proyecciones indican que en 2019 solo uno de los nueve países analizados tendrá superávit corriente. Bolivia encabezará el déficit con un 4,9 por ciento, mientras que Colombia tendrá uno de 3,4 por ciento, Chile de 2,5 por ciento y Argentina de 2,3 por ciento. En Perú el rojo será 2,0 por ciento, en tanto que en Uruguay se ubicará en 1,5 por ciento, en Brasil (-1,3) y en Ecuador (-0,5). El único país con superávit será Paraguay (0,7 por ciento). “Esta situación de déficit de cuenta corriente crónico en la región se viene arrastrando hace varios años y compromete la estabilidad regional”, dijo Pablo Wahren, de Ocepp. El economista explicó que las economías latinoamericanas cubrieron este desequilibrio de una forma parecida: incrementando sus niveles de endeudamiento externo. La relación entre la deuda externa y el PIB regional aumentó desde 2013 a paso acelerado. El caso de Chile es uno de los más evidentes. El endeudamiento aumentó 15 puntos del PIB en los últimos años. Este aumento de los pasivos es un elemento que incrementa la exposición a una crisis.  Los pasivos externos no fueron el único indicador destacado. Otra de las variables interesantes que se analizó fue la relación entre las reservas internacionales y de la deuda de corto plazo de los países. Este ratio se conoce en la literatura económica como la regla Greenspan-Guidotti y se usa como un punto de referencia para medir la vulnerabilidad del mercado interno ante un estallido de crisis de la cuenta Capital. Las economías con un coeficiente de reservas respecto la deudas de corto plazo menor a 1 se encuentran expuestas. La Argentina muestra en este punto una de las situaciones más preocupantes. Su coeficiente es apenas 0,27. Chile es otra de las economías que tiene un ratio menor a 1 (0,87). Brasil y Perú, en contraste, se encuentra blindados en este frente, con un indicador de 2,71 y 3,91, respectivamente.  El último de los riesgos analizados fue la proporción de deuda en moneda extranjera respecto de la deuda total de los países. “Casi todos los grandes mercados emergentes tienen más de la mitad de sus préstamos denominados en su propia moneda. Pero algunas economías emergentes no lograron un progreso en la conversión a la deuda del mercado local. Las dos mayores problemas se registran en Argentina y Turquía (en donde la gran para de los pasivos deben pagarse en divisas y no en la moneda del país)”, indicó Wahren. “No es una coincidencia que estos dos países entraran en crisis durante 2018, ya que un dólar fuerte presionó sus monedas”, cerró