Desde París

¿Y si a Lionel Messi le dijeran “el Banini”? La número 10 de Argentina se llevó las luces del Parque de los Príncipes e invitó a la pregunta: ¿y si ocurriera al revés? ¿Acaso no es él quien juega como ella? A la salida del estadio un grupo de hinchas y familiares argentinos, cantó: “Que de la mano de Banini, todas la vuelta vamos a dar”. Estefanía sonrió, no quiso hacer cato. Tras el partido contó por qué este 0 a 0 fue histórico: “Más allá de que es el primer punto en un Mundial, yo me quedo con la actuación del equipo. Pudimos reflejar lo que es la mujer argentina. Somos esto: actitud, pelea y la lucha que estamos haciendo por la igualdad. Eso se reflejó en la cancha. Sentimos que ellas fueron superiores, pero nosotras con actitud y concentración pudimos equipararnos”.

Estefanía Banini es la gambeta, el toque de calidad, la pisada, la posición de enganche que ya se extinguió entre los varones. Banini es fútbol, el fútbol argentino, en presente: es sorpresa, es esperanza y es la picardía. La improvisación en su estado más puro.

Hay que ver a Banini y también hay que escucharla: “Nos falta muchísimo trabajo para estar a la altura de estas selecciones. Ahora vamos a ver de qué manera podemos enfrentarnos a Inglaterra y a Escocia. Lo que hicimos fue tratar de mostrarle a nuestro país que se puede, que las mujeres podemos”.

Además, agregó: “Cambiamos algunas formas de juego, pero este Mundial es así. Nos tenemos que fijar en los rivales para saber cómo jugarles. Este es el primer punto que conseguimos en la historia, el primer escaloncito para un fútbol mejor en Argentina y para que en los otros torneos los otros equipos se fijen en nosotras”, expresó.

Sobre Japón destacó que se trató de un partido entre dos equipos con realidades distintas: “Ellas juegan en un país que les dio mucho apoyo por muchos años. Son campeonas del mundo y la última vez llegaron a la final del Mundial. Acumulan años de procesos e historia. Son increíbles jugadoras, pero nosotras tenemos lo nuestro”.

Quienes quisieron echar a las mujeres de las canchas, quienes les dijeron “machonas”, “varoneras”, “marimachos” o “Carlitos” deben estar arrepentidos.

Les toca lavar los platos: y desde la mesada de la cocina, con el detergente y la esponja en la mano, mirar por TV a la chica mendocina que no se parece a nadie. Afortunadamente, Banini no siguió los consejos de sus padres, que le ofrecieron que jugara al vóley, al hockey o al básquet en vez de elegir el fútbol. No quería que sufriera, no querían que no la llamaran por su propio nombre. Consciente de su rol adentro y afuera de la cancha, Banini fue reflexiva a la hora de analizar el nuevo momento del fútbol femenino en el país: “Sentimos más apoyo a partir de la Copa América (el equipo hizo el Topo Gigio para exigir ser escuchado). Y no solamente de las nenas y de las mujeres, sino de todo un país y ahora de una federación. Ojalá se pueda seguir creciendo, la Argentina puede estar en unos años en un gran lugar”.

La chica que nunca jugó en primera división en Argentina (pasó por Colo Colo, el Washington Spirit de Estados Unidos, el Valencia y el Levante, su actual club, en la Liga española) también les dejó un mensaje a las nenas argentinas que quieren jugar al fútbol: “Les digo que sigan soñando, que sigan jugando a este deporte hermoso porque se puede llegar a donde ellas quieran. Ojalá de ahora en más ya nada sea como antes”.