El día del juicio
final no llegará para Bill Clinton y todo el escándalo sexual tejido a su alrededor
parece destinado a apagarse para siempre, luego de la decisión de la jueza Susan Webber
Wright de desestimar la demanda que Paula Jones había presentado contra él por acoso
sexual. El presidente norteamericano dejó que su vocero, Mike McCurry, respondiera las
preguntas del periodista sobre el asunto, pero en la intimidad estalló de alegría y
hasta en forma exótica, tanto como su gira africana (ver aparte): en lugar de despuntar
el vicio con el saxo --del cual se supone que es eximio intérprete--, tocó un tambor y
hasta se animó a hacer algunos acordes de guitarra; en vez de fumarse un porro --como
confesó haberlo hecho en su hippie juventud-- intentó consumirse un puro. Del lado de
los vencidos, Jones lloró amargamente, según sus allegados. El fiscal independiente
Kenneth Starr, por su parte, intentó apartarse del clima de telenovela afirmando que
seguirá investigando, pero sus cartas son muy pobres y el Congreso norteamericano, que es
quien finalmente debe decidir la suerte de sus pesquisas, "no va a ir contra un
presidente que cuenta con una tasa de popularidad de entre el 60 y el 70 por ciento",
como dijo Alan Lichtman, politólogo de la American University."Espero
que esto marque efectivamente el principio del fin", dijo ayer Robert Torricelli,
senador demócrata. Las filas del partido gobernante festejaron, pero fundamentalmente
aprovecharon para hacer leña del árbol caído de Starr, quien "se ha convertido en
un Don Quijote que ataca los molinos y que se gastó más de 30 millones de dólares en
cuatro años para mirar por los ojos de las cerraduras", según John Conyers, jefe
demócrata de la comisión judicial de la Cámara. Imbuido de triunfalismo, el legislador
lanzó una fuerte advertencia en forma de acusación: "Si la mayoría (republicana)
decide seguir presionando la investigación, esto demostraría exactamente lo que es: un
ataque puramente partidista contra el presidente financiado con los impuestos del pueblo
norteamericano".
El líder republicano de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich,
trató de llamar a la calma. "No tengo ni la menor idea. No sé lo que cuenta el
juez, ignoro el razonamiento del juez y no tengo ningún comentario", dijo Gingrich.
Pero el diputado Bob Livingstone, dijo que "me sorprendería si un informe de este
tipo estuviera simplemente basado en las actividades sexuales del presidente", un
eufemismo aclarado por otro dirigente republicano, John Boehner: "Lo que Starr
investiga no tiene mucho que ver con Paula Jones".
El fiscal, muy cercano a los republicanos, avaló ayer esta tesis
tratando de lucir mesurado e imperturbable detrás de sus anteojos. "Hay que hacer
una distinción entre los dos casos. Además --dijo Starr--, el caso todavía no está
resuelto, puede haber apelaciones." No obstante la cantidad de acusaciones que
pesaron sobre él y que ahora pretenden asentarse en el fallo de la jueza como si fuera
una venganza, Starr dijo tener "una gran fe en la ley". El proceso legal,
efectivamente, todavía le da la chance de continuar la cacería contra Clinton, ya que no
está atado a ningún juzgado ni a ninguna jurisdicción específica por su condición de
"fiscal independiente". Habiendo comenzado en el escándalo inmobiliario como el
Whitewater, pasando por la contratación ilegal en la agencia de viajes y terminando con
la acumulación de mujeres que supuestamente tuvieron affaires con Clinton, la estrategia
de Starr es continuar con el caso de una de ellas, Monica Lewinsky. Para ello, debe
presentar un informe ante los tres jueces que forman la división especial del Tribunal de
Apelaciones en el que se analicen las conclusiones de todas estas causas. Estos jueces
deben entregar un documento al Congreso que, en definitiva, tendrá la última palabra.
Acerca de un eventual procedimiento de destitución, "no se puede
recurrir a él sin el apoyo de los dos partidos", señaló Conyers. Las estadísticas
indican que desde 1789, de las 60 veces que se realizó el llamado impeachment, el Senado
sólo aprobó 15. Tampoco ayuda para esto la buena imagen de Clinton, la misma que sólo
sufrió unos pocos altibajos en el peor momento del escándalo Lewinsky. Según una
encuesta CNN/USA Today/Gallup, realizada después del anuncio del fin del proceso, el 63
por ciento de los norteamericanos está de acuerdo con la decisión de la jueza Webber
Wright, y sólo el 25 por ciento estuvo en contra.
A pesar de la euforia, el presidente norteamericano pretendió eludir
la venganza. "No tengo nada que decir sobre el señor Starr", anunció ayer,
para rematar pomposamente diciendo que "he hecho lo que he podido para seguir el
ejemplo de todos los presidentes de Estados Unidos, desde George Washington, que ha dejado
de ser un individuo durante el tiempo que dura el mandato para dedicar todo el tiempo y la
energía al país".
El otro gran árbol caído, Paula Jones, lloró amargamente, según sus
allegados. Salvo su abogada, nadie estaba a su lado para consolarla: hasta las dos
principales asociaciones de defensa de las mujeres, la Organización Nacional para las
Mujeres y el Fondo para una Mayoría Femenina, también se congratularon de la decisión
de archivar el caso.
"Con un Watergate al siglo ya es suficiente", afirmó Stephen Rose, de la
Universidad de Nueva Orleans. La ironía es que esta figura de fiscal independiente, el
que puede seguir al presidente donde y como sea, había nacido justamente con el caso que
destruyó la presidencia de Richard Nixon. Poco importa: para el siglo que viene, faltan
menos de dos años.
MUCHO RUIDO Y POCAS
NUECES AFRICANAS
La gira africana del presidente norteamericano Bill Clinton, que concluyó
en Senegal, fue un éxito mediático, pero tuvo escasos resultados políticos y
diplomáticos. El principal revés fue la oposición de Sudáfrica, una de las dos
principales potencias del continente, a la "ley sobre crecimiento y oportunidad en
Africa" y sus serias reservas a la fuerza africana de mantenimiento de la paz, las
dos principales propuestas de la política africana de Estados Unidos. A ello se agrega el
hecho de que Clinton, cuya visita fue precedida de severas advertencias de sus
colaboradores al presidente de la República Democrática del Congo (RDC, ex Zaire)
Laurent Desiré Kabila, no logró obtener ninguna concesión de éste durante su encuentro
en Entebbe (Uganda). No obstante, según su consejero de seguridad Sandy Berger, Clinton
volvió a Washington "enormemente satisfecho" de su gira de 11 días por seis
países (Ghana, Uganda, Ruanda, Sudáfrica, Bostuana y Senegal). Es cierto que en todos
ellos el presidente recibió una acogida entusiasta de la población, pero además tiene
otras razones para estar satisfecho. El simple hecho de que "un presidente
norteamericano no sólo haya venido a Africa, sino que haya venido por un largo período y
haya consagrado ese tiempo y esa energía al continente, ha sido un mensaje importante
(para Africa) que no ha pasado inadvertido", en opinión de Berger. El balance
político también es modesto, pese a que Berger minimizó la oposición sudafricana a la
"ley sobre crecimiento y oportunidad", afirmando que "excepto el presidente
Nelson Mandela, todos los líderes que encontramos afirmaron que era importante para
ellos". |
CONCESIONES DE YELTSIN
Sergei
Kiryenko se enfrentará hoy a una Duma hostil, pero ésta no votará si lo acepta o no
como primer ministro ruso al menos hasta el próximo miércoles. El presidente Boris
Yeltsin brindó ayer una oportunidad a la oposición de salvar la cara y aceptó que la
mesa redonda, en la que participan líderes políticos, sindicales y regionales, se reúna
el martes. El objetivo será analizar la situación creada con la presentación de la
candidatura de Kiryenko y evitar una confrontación que, en su escenario más peligroso,
conduciría a elecciones anticipadas. El líder del Kremlin se reunió ayer en un
pabellón de caza situado a unos 100 kilómetros de Moscú con los presidentes de las dos
Cámaras del Parlamento Gennady Selezniov y Yegor Stroyev (foto). Inmediatamente después,
se sumó a la cita el propio Kiryenko, el ex ministro de Energía de 35 años, sucesor
designado del destituido Viktor Chernomirdyn, que se encuentra en el ojo del huracán por
su falta de experiencia política. Yeltsin calzaba ayer las botas de líder moderado y
conciliador capaz de escuchar, e incluso de ceder, siempre que su autoridad no quede en
entredicho. Por eso, aceptó la petición de que se reúna la mesa redonda e incluso se
mostró dispuesto a que los partidos presenten candidatos a ministros, aunque descartando
cualquier imposición o formar un gobierno de coalición. La agencia oficial Itar-Tass
anunció ayer que Yeltsin había decidido posponer su viaje a Japón, que debía
desarrollarse entre el 11 y el 13 de abril. Parecía un síntoma de que el presidente
tenía serias dudas de que, para esas fechas, la crisis estuviera zanjada y su presencia
en Rusia no fuese ya imprescindible. Pero, poco después, el despacho fue anulado, lo que,
en teoría, puede interpretarse como un ataque de optimismo derivado del encuentro de ayer
con los jefes de la Duma y el Consejo de la Federación.
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