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BOB DYLAN Y THE ROLLING STONES HICIERON JUNTOS "LIKE A ROLLING STONE"

LA FIESTA INOLVIDABLE

A las 23.13, en mitad de la performance del grupo, el solista estadounidense, que se hizo rogar, se le sumó para una histórica versión de un tema legendario y equívoco, uno de los más famosos de la música popular del siglo

Encuentro: Se produjo a las 23.13, duró 7 minutos y fue en parte un momento solista de Dylan, quien cantó solo mientras Jagger arengaba al público.

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 Por Esteban Pintos

t.gif (67 bytes) La historia del rock se paró, en un momento emocionalmente único, anoche en Buenos Aires: Bob Dylan y The Rolling Stones compartieron un escenario para interpretar "Like a rolling stone", después de una larga serie de idas y venidas que hicieron temer por la concreción de la reunión cumbre. El encuentro se produjo exactamente a partir de las 23.13, duró apenas 7 minutos y fue en parte un momento solista de Dylan, quien cantó solo casi todas las estrofas mientras Mick Jagger arengaba al público. Al terminar, Bob se retiró del brazo del guitarrista Ron Wood, mientras Keith Richards le ofrecía una reverencia. Por una imposición del apático solista a los organizadores, se prohibió el registro fotográfico del momento cumbre de la noche. Luego de esa versión, para la historia, los Stones continuaron con su show con normalidad hasta pasada la medianoche, y Dylan se retiró del estadio. La reunión, si Dylan accede otra vez, se repetirá hoy en el estadio de River Plate, y seguramente en dos espectáculos conjuntos en Brasil. El breve encuentro de anoche ante un estadio abarrotado será una de las noticias del año para la prensa especializada mundial, que bajó en masa a la Argentina para intentar registrarlo.

"Like a rolling stone" es un exitoso tema de 1965 de Dylan, que según una leyenda imperante en el público más joven de los Stones sería algo así como un homenaje al grupo. En realidad, se trata de una de las canciones más famosas de la primera etapa del padre fundador del folk comprometido, en que --con una actitud existencial similar a los de los beatniks de la década del 50-- cuenta la historia de una joven cuya vida no tiene destino fijo y avanza como un canto rodado ("like a rolling stone", en inglés). El grupo, a su vez, se puso el nombre antes de esa fecha, tomando la expresión de un blues antiguo del músico Muddy Waters, que decía "piedra que rueda no junta moho".

Al tanto del estado de confusión imperante... los Stones decidieron divertirse: el hecho de que incorporasen el tema de Dylan a su repertorio para el disco en vivo Stripped, de 1996, aumentó los decibeles de la leyenda. Antes de eso, el 27 de julio de 1995, durante una gira de los Stones, Dylan había subido al escenario de la banda para compartir "Like a rolling stone" durante una actuación en Montpellier, Francia, en lo que por entonces se consideró sólo un momento epifánico, atribuible a un rapto de buen humor del solista, a quien los boatos suelen fastidiar.

Fuera de la coincidencia para producir un momento que dará la vuelta al mundo y aumentará más, si es posible, sus leyendas, estos dos exponentes de los inicios del despegue de la cultura rock hacia la cultura de masas se mostraron anoche tan diferentes como es posible: los Stones desplegaron la parafernalia que caracteriza sus performances, rematadas con fuegos artificiales, con un show extenuante, Dylan concretó una actuación contenida, ajustada casi sin moverse de su lugar, y sin permitir que fuese reproducida por la gigantesca pantalla instalada en el escenario.

Dylan salió al frente de su clásico cuarteto, formado esta vez por Bucky Baxter, Larry Campbell (guitarra), Tony Garnier (bajo) y David Kemper (batería). Bien juntos en el centro del escenario (tan solos y tan juntos que daban la impresión de ser sólo otra banda telonera), obligaron a la multitud a una ceremonia al viejo estilo. Así, mientras el piberío stone exhibía la actitud más respetuosa posible --una mezcla de admiración y reconocimiento a la grandeza del personaje--, los fans del viejo Bob se solazaban con la música. Sobre el escenario, un grupo de veteranos correctísimamente ataviados entregaba canciones de bar en un estadio atestado, historias profundas traducidas en piezas de poesía. Sólo se trataba de escuchar, de entregarse al rito que precedió a esta era de deslumbrantes puestas en escena.

Dylan imantó a las personas dispuestas a ser cautivadas. Si en sus shows de Obras de 1991 se había dedicado a deformar lo más posible sus propias versiones, esta vez se ciñó casi religiosamente al formato original de sus temas. Y, a pesar de las amenazas de archivar toda referencia a su pasado, las canciones de su nuevo CD Time out of mind no se asomaron en la lista, y sí sonaron clásicos como "Lay lady lay", "Just like a woman", "Mr. tambourine man", "I shall be released" y "Highway 61 revisited". Fue bajando un título tras otro sin introducción, aunque se permitió agradecer en un par de oportunidades las tremendas explosiones que acompañaban cada final de tema, y hasta retó al público por no percatarse de que estaba presentando a sus guitarristas. Cuando apareció con los Stones, luego de "I miss you", la ovación debió escucharse hasta en Brasil.

Textos de Mariana Enríquez

 


PARA ABUELOS, HIJOS Y NIETOS

* Pocas veces debe haber quedado tan clara la división entre públicos: la enorme mayoría de los fans de Bob Dylan eran identificables por su edad (entre 30 y 60 abriles) además de su estilo de plateístas. Los de los Stones copaban el campo y podían parecer hijos e incluso nietos de los primeros. Podían verse, sin embargo, rarezas como una camiseta con la imagen de Dylan en el pecho de un veinteañero. Patricia (38) y Melisa (35), quienes declaraban su inclinación por las canciones de amor de Dylan, y su deseo de escuchar específicamente "Just like a woman", eran en el medio del campo, como dos extrapartidarias, en medio de las barras bravas stones. Pocos minutos después, Bob les daba el gusto.

 

* Una banda Stone integrada por Diego, Leo, Luciano y Camilo, todos de La Paternal y con un promedio de 20 años hacía este cálculo: "Vinimos un 70 por ciento por los Stones y un 30 por Dylan. No conocemos casi nada de él, pero está todo bien. Si escribió 'Like a rolling stone'... es un Stone de alma".

 

* El público dio el presente desde bien temprano: antes de que comenzara el show de Dylan, el Monumental ya estaba abarrotado, y afuera quedaban los rezagados y los que esperaban un milagro. Claro que no fueron los pocos que decidieron provocar ese milagro, logrando colarse por una de las puertas de Figueroa Alcorta que conduce al campo.

 

* Buscando una buena ubicación Federico (34) se enorgullecía de lo que suponía un record: "Soy coleccionista, tengo 67 discos de Dylan entre piratas y oficiales. Es el maestro de los maestros, y con su venida se benefician los Stones".

 

* Los teloneros tuvieron una tarde muy tranquila: Las Pelotas llevó a cabo su set en medio del respeto general, pero Viejas Locas definitivamente jugó de local, tal como lo anunciaba una enorme bandera colgada de la popular. La gente los despidió con una sonora ovación.

 

* El merchandising de Dylan brillaba por su ausencia en el campo y en los puestos de venta. Allí abundaban las lenguas y las imágenes del león de Bridges to Babylon: buzos (40 y 45 pesos), chombas (35), remeras (20 y 25), gorras (15), posters (5) y el programa oficial, a 15 pesos. Los vendedores afirmaban que el de ayer era el mejor día desde el comienzo de la serie, y que no faltaban los que pedían "algo de Dylan".

 

* Tras el show del autor de Time out of mind, Bobby Flores estaba eufórico. "Preguntarme si me gustó es como preguntarme si me gusta Demi Moore. Le tengo un amor adolescente: canté todas las canciones y me emocioné. Y él está en un momento bárbaro".

 

* Ya en la espera de su banda favorita, Fernando, Analí y Nadina (todos de 18), aseguraban que "pensamos que Dylan iba a ser aburrido, pero nos sorprendió. Mató que tocara 'Blowin' in the wind'", cerraron. Bob no tocó anoche su célebre canción, pero la intención de los chicos era buena.

 


HAY MAJESTADES SATÁNICAS ILUSTRES EN BUENOS AIRES

t.gif (67 bytes) El encuentro en el que el Jefe de Gobierno de Buenos Aires, Fernando de la Rúa, distinguió a los Rolling Stones como Visitantes Ilustres de la ciudad, tuvo una ausencia anunciada: la de Bob Dylan. El gobierno se había propuesto incluir al músico estadounidense en la distinción, pero la negociación no llegó a buen término. De todos modos, el músico podría encontrarse con las autoridades de la Capital hoy, cuando se repita el show de anoche, o en su actuación gratuita del 18 de abril en Puerto Madero. Hablar con Dylan no es fácil: desde que llegó, el prócer folk se mantiene en un estado de hermetismo total, y se comunica si es imprescindible con la organización e incluso con su sello en Argentina sólo a través de su manager o su representante de prensa, a la manera de aquel célebre viaje de Prince de 1991. El año pasado, el gobierno porteño se topó con un problema similar, que disimuló, cuando fracasó en el proyecto de distinguir al brasileño Joao Gilberto, cuya falta de sociabilidad es comparable a la de Dylan y con muy pocas otras personas en el Universo.

De la Rúa repitió una tarea que había concretado con el trío argentino Soda Stereo el día de su despedida, aunque las plaquetas de éstos eran de Ciudadanos y no de Visitantes Ilustres. Antes del inicio del show de Dylan, Mick Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts fueron presentados a De la Rúa en un salón especialmente acondicionado del estadio. En el encuentro, que duró quince minutos, el jefe de Gobierno --acompañado por su esposa, sus hijos y el subsecretario de Cultura Darío Lopérfido-- se dirigió a los músicos para justificar la distinción. "Yo siento que Londres es como Buenos Aires; cuando viajé allí fui muy bien recibido por el alcalde de la ciudad, y siento que son dos ciudades hermanas. Por eso quiero retribuir aquella atención con ustedes", dijo. "Estoy muy orgulloso de que esta ciudad, que tiene una gran tradición rockera, sea sede de un encuentro histórico entre ustedes y Bob Dylan, del fervor con que el público argentino los recibe, y en nombre de ellos y del Gobierno de la Ciudad les entrego esta distinción. Vuelvan siempre a Buenos Aires." Los músicos retrucaron la gentileza. "Buenos Aires es nuestra ciudad preferida, la llevamos siempre en el corazón", respondió Jagger.

Mientras a continuación el cuarteto ilustre se internaba en camarines para su ensayo con Dylan, Graciela Fernández Meijide ingresaba al estadio. "No sabía que ya se estaba realizando la ceremonia", dijo la precandidata presidencial al ser abordada por Página/12, aunque sin ánimo de críticar a su rival en la carrera hacia la presidencia. Sin embargo, Fernández Meijide confesó a continuación una sorpresiva veta rockera. "Vine porque los Rolling me gustan mucho, pero además, quiero ver a Bob Dylan", comentó, antes de buscar un lugar en el palco oficial.


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