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HISTORICO ACUERDO EN IRLANDA DEL NORTE TRAS DOS AÑOS DE NEGOCIACIONES

EL REINO UNIDO JAMÁS SERÁ VENCIDO. PERO POR AHORA

Mientras se mantenga la actual mayoría protestante el Ulster seguirá siendo parte del Reino Unido, pero eso va a cambiar. Esa es la principal conclusión de un histórico acuerdo logrado ayer, pero que ya falló una vez.


 PAGINA/12 EN GRAN BRETAÑA

Por Marcelo Justo

Desde Londres

t.gif (67 bytes) Después de casi dos años de negociaciones, de tres décadas de violencia y de siglos de enfrentamientos, protestantes y católicos de Irlanda del Norte alcanzaron ayer un histórico acuerdo en la capital de la provincia, Belfast. El anuncio llegó 17 horas más tarde del plazo que habían fijado los dos patrocinadores de las conversaciones de paz, el gobierno de Gran Bretaña y el de la República de Irlanda. El acuerdo prevé la elección de una Asamblea Legislativa de la que surgirá un Ejecutivo formado por los distintos partidos, de acuerdo al porcentaje de votos que obtengan, creando así, de hecho, un gobierno de consenso para la provincia. La Asamblea creará un Consejo de Irlanda con poderes ejecutivos que unirá por primera vez en la historia a Norte y Sur en temas de interés común. El desarme de las facciones militares republicanas y lealistas será realizado de modo paralelo a la puesta en libertad de los prisioneros político-militares que procederá en forma escalonada en el curso de dos años.

Uno de los grandes protagonistas del acuerdo, el primer ministro británico Tony Blair, que pasó los tres últimos días en Belfast mediando entre las distintas posiciones, resumió la dimensión y los límites de lo alcanzado. "A los políticos y a la gente de Irlanda del Norte quiero decirle con toda la fuerza que dispongo lo siguiente. Incluso ahora, este acuerdo no funcionará si en sus propias mentes y en su propia voluntad no existe la determinación necesaria para que funcione". A su lado, otra figura clave de las negociaciones, el primer ministro de Irlanda Bertie Ahern, dio un mensaje similar. "Esta es la promesa de un futuro luminoso. Es la oportunidad de dejar atrás un pasado de sangre."

Mientras los dos primeros ministros formulaban estas declaraciones a la prensa, dentro del recinto de las negociaciones, el ex senador estadoundiense George Mitchell, moderador del proceso de paz daba por cerradas las conversaciones. "Este acuerdo fue posible gracias al compromiso y el liderazgo de los acá presentes, y a la enorme voluntad política demostrada por el primer ministro de Gran Bretaña y el de la República de Irlanda", destacó Mitchell antes de invitar a cada uno de los participantes a dar su declaración final. El frenético trajín de las conversaciones, que se prolongaron sin pausa durante las 36 horas finales, era evidente en la cara de los representantes de los ocho partidos y agrupaciones de Irlanda del Norte presentes, entre los que se encontraban los dos principales partidos constitucionalistas (no violentos) protestante y católico, y los representantes políticos del IRA y de las dos organizaciones armadas lealistas. Mientras el líder de Sinn Fein, ala política del Ejército Republicano Irlandés, IRA, Gerry Adams transformaba su declaración en un llamamiento a la paz, a su lado, Seamus Mallon, número dos del católico Partido Social Laborista, cabeceaba visiblemente después de haber dormido apenas unas dos horas desde el jueves.

El acuerdo, que en la próxima semana será enviado por correo a todos los hogares de Irlanda del Norte, deberá ser aprobado por los distintos partidos y será sometido a referéndum el 22 de mayo. Ese mismo día un referendo en la República de Irlanda decidirá si sus ciudadanos aceptan reformar los artículos dos y tres de su propia Constitución que reclaman a Irlanda del Norte como parte inalienable de su propio territorio. Una mayoría de analistas coincidía ayer que todos los participantes estaban en condiciones de extraer del acuerdo algo que justifique su apoyo en la campaña por el Sí que comenzó de hecho ayer a las 17.30, cuando se anunció que se habían superado los últimos obstáculos.

El campo unionista se presentará profundamente dividido a la campaña. El líder del principal partido de Irlanda del Norte, el Unionista del Ulster, indicó que el acuerdo reforzaba la unión entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña. "El principio del consentimiento fue aceptado por todos con la excepción de un partido y pronto será parte de la Constitución irlandesa", subrayó David Trimble. El principio, que debe ser aprobado por los parlamentos de Gran Bretaña y de la República de Irlanda, estipula que Irlanda del Norte sólo cambiará de status si existe el consentimiento de la mayoría de los habitantes. En otras palabras, mientras exista la actual mayoría protestante (900 mil contra 600 mil católicos), el Reino Unido se mantendrá intacto.

Los dos partidos unionistas que abandonaron las conversaciones el año pasado cuando Sinn Fein fue aceptado en las mismas, acusaron ayer a David Trimble de vender Irlanda del Norte a la República. Aunque rechazan la violencia cuentan con el apoyo de un marginal grupo armado lealista, el Ulster Voluntary Force, y en las pasadas elecciones obtuvieron un 15 por ciento del voto. El gran enigma es si podrán revivir en los protestantes el ancestral temor a ser devorados por una conspiración republicano católica.

En el caso de Sinn Fein los peligros son similares a los que enfrentan los unionistas de Trimble. El objetivo de décadas de lucha armada del IRA era lograr ese viejo sueño republicano que es la unión de Irlanda. El acuerdo les ofrece una promesa y un obstáculo en esa dirección. El Consejo de las Islas tiene poderes ejecutivos pero limitará a temas de Salud Pública, Turismo y Cooperación Económica, y actuará bajo el control de la Asamblea Legislativa. A cambio de ese consejo debe garantizar que el IRA acepte el desarme que a su vez facilitará la puesta en libertad de los presos político militares. Al menos dos escisiones del IRA, opuestas a la estrategia de paz, han estado reclutando miembros de la guerrilla republicana desencantados con el proceso de paz.

La campaña por el Sí debe imponerse al No por un margen lo suficientemente categórico como para garantizar su legitimidad en los fundamentales primeros ocho meses de vida. Parte de las negociaciones de última hora fueron para garantizar que ninguna de las partes pudiese empantanar la puesta en práctica de los acuerdos. En caso de que el referendo otorgue el Sí habrá elecciones para la Asamblea el 25 de junio. De allí surgirá el Ejecutivo que casi inevitablemente tendría como primer ministro a David Trimble y como vice a John Hume, representante del principal partido católico, el Social Laborista. Pero la Asamblea quedará en una suerte de stand-by: sólo se pondrá en funcionamiento cuando haya creado el Consejo de las Islas, que unirá el Norte y Sur de Irlanda.

 


 

DE 1973 A HOY, TAL VEZ SE HAYA APRENDIDO ALGO

YA HUBO UN PACTO ASÍ Y FALLÓ

Por M. J.

t.gif (67 bytes) Irlanda del Norte ya estuvo en el umbral de una nueva era. En diciembre de 1973 los gobiernos de Gran Bretaña y la República de Irlanda alcanzaron el acuerdo de Sunningdale por el que protestantes y católicos formarían parte de un gobierno de coalición que representara los intereses de ambas comunidades. El principal líder unionista era Brian Faulkner y los periódicos de la época, como los de esta mañana en Gran Bretaña, saludaron el evento con titulares igualmente luminosos. En la primera plana del Belfast Times se leía: "Faulkner señala el comienzo de una nueva aurora".

Al igual que el actual acuerdo, el de 1974 contemplaba la creación de un Consejo de Irlanda y la formación de un gobierno de consenso (power sharing). La nueva aurora de Faulkner no duró más de cinco meses. El líder de la revuelta unionista fue William Craig, jefe máximo de una organización conocida como Vanguardia. La mano derecha de Craig era un joven abogado protestante: David Trimble, actual líder del más importante partido de Irlanda del Norte, los unionistas del Ulster y figura clave de las actuales negociaciones. La idea de un Consejo de Irlanda, saludada en 1973 por los republicanos como un paso necesario y transitorio para la unificación de Irlanda, fue rechazada de plano por los llamados unionistas constitucionalistas. A pesar de que el nombre constitucionalista se reserva en Irlanda del Norte para los que luchan por medios pacíficos, Vanguardia, con Trimble a la cabeza, sin endosar la actuación de los grupos armados unionistas, no dudó en justificar el uso de la violencia en casos extremos. Desde los márgenes la organización paramilitar unionista UDA (Defensores del Ulster) se sumó a la lucha contra el gobierno. Y en mayo de 1974 una masiva huelga unionista precipitó la caída del gobierno de Brian Faulkner. "Fue una gran oportunidad perdida. Pensamos que la gente actuaría de modo razonable. No lo hizo", recuerda hoy Basil McIvor, ministro de Educación de aquel gobierno.

¿Se repetirá la historia? Los paralelos son numerosos: los nombres de muchos políticos y de las propuestas ideadas, sobre todo, el Consejo de Irlanda y la propuesta de un gobierno consensuado. Pero las diferencias pesan. Los casi 25 años transcurridos y las más de 3000 muertes, el hastío con una violencia que no ofrece soluciones, la presencia de Sinn Fein en las negociaciones actuales ofrecen un claro elemento de esperanza. Según Oliver Napier, que en 1973 fuera líder de la Alianza, una agrupación de protestantes y católicos que lucha desde hace décadas por una solución pacífica al conflicto, la situación es diferente. Pero no hay que desperdiciarla. "Oportunidades como ésta surgen una vez cada tanto. Si no se la aprovecha, habrá que esperar a otra generación para acercarnos a la paz".

 

 

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