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POR CECILIA BEMBIBRE
Antes de la proyección, el editor de Norma, Fernando Fagnani, presentó un libro que compila los relatos sobre fútbol del autor, muchos de ellos publicados en Página/12. Francisco Juárez, José Pablo Feinmann, Osvaldo Bayer y Montes Bradley participaron a continuación de una mesa redonda, que sumó anécdotas a las del film, que vendría enseguida. Juárez recorrió con la mirada la sala en penumbras. Admitió que el año pasado, el dolor de su pérdida le habría impedido participar en una mesa redonda sobre el escritor. Pero rescató su presencia en la Feria. "Si el Gordo la hubiese recorrido este año, ya habría escrito un cuento, o estaría pensando una novela, a partir de los episodios que hubo entre los jóvenes y los represores", imaginó, aludiendo a los incidentes de la inauguración y al enfrentamiento sucedido en la presentación del libro del ex comisario Etchecolatz. Rescató luego el costado cabulero de Soriano: "Volvíamos de hacer una nota en Berisso, yo manejaba mi Citroën, y el Gordo insistía en su creencia en los jettatores.'Hagamos la prueba', me dijo, y nombró a continuación cuatro nombres de supuestos representantes de la mala suerte. No me olvido nunca: hicimos sólo 400 metros más, y se paró el auto". A continuación, Feinmann eligió diferenciarse del resto del panel con ironía: "Voy a hacer una afirmación tremendamente original en estos días", dijo. "Yo no fui amigo de Soriano". Y abordó un tema que luego retomarían varios testimonios durante el documental: la relación entre el escritor, la crítica y los lectores de su país natal. "Siempre me pareció injusto que no se reconociera a un escritor de tanta calidad, y a la vez me sorprendía que Soriano fuera tan vulnerable a esa falta de reconocimiento", expuso. Habló a continuación de la indiferencia que el autor de Triste, solitario y final sentía de parte de la comunidad académica. "Decían que escribía fácil, que tenía lectores", recordó Feinmann, "y una sola vez fue a la calle Puán". El panelista expresó luego su visión personal de la polémica: "Desde la teoría crítica se condenó a escritores como Soriano. Pero estamos aquí por él, no por la crítica". Bayer evocó tiempos en el que "el grupo de los cinco" reunía a los amigos exiliados: "León Rozichtner y David Viñas concentraban la discusión. Tito Cossa escuchaba. Soriano nos miraba y sacaba personajes para sus novelas, y yo servía el vino". En la pantalla comenzaron a desfilar luego escenarios y protagonistas de la vida del escritor. Las calles del exilio, la redacción de Página/12, el testimonio de sus amigos y algunas caricaturas de gatos fueron conjurando con palabras e imágenes la ausencia de Soriano en la sala. Santo Biasatti, Ariel Dorfman, Juan Sasturain, Martín Caparrós,
Roberto Cossa, Nico Orengo, Federico Luppi, Gianni Miná, José María Pasquini Durán,
Dalmiro Sáenz, Ana María Shua, Liliana Hecker y muchos otros se turnan para recordar la
literatura de Soriano en el film. Pero también, y sobre todo, sus hábitos, sus manías y
sus aciertos, sus aportes a la historia del periodismo en la Argentina, sus tentativas por
definir el peronismo, la correspondencia con Julio Cortázar y su mítico empleo como
contador de patos en un lago belga. La ovación final se confundió con el chisporroteo de
los fuegos artificiales que cerraban el espectáculo musical de Lalo Schifrin, a metros de
la Feria. Montes Bradley se abrazó con Catherine, la esposa del escritor, que siguió la
película en primera fila. Los aplausos continuaban, quizás respondiendo al deseo
expresado por Bayer: "El decía que escribía para compartir su soledad. Bueno, creo
que estamos aquí para que Soriano no esté solo". |