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Por Verónica Abdala
"Siento que me faltaron el respeto y que me han lastimado, al punto de que me han llevado a replantearme toda mi carrera como periodista, aunque tenga claro que hay cosas que nunca voy a cambiar, como mi independencia de los empresarios que creen que todo puede comprarse y venderse", relata en la entrevista con Página/12. Actualmente, Embón conduce un programa diario en Radio El Mundo, busca trabajo en televisión abierta o en cable, y hasta considera la posibilidad de emplearse en algún medio gráfico. En tanto, los nuevos conductores de "24 horas, primera edición" (lunes a viernes a las 12 por canal 9) son Claudio Rígoli --también a cargo de la edición nocturna del informativo junto a Lana Montalbán-- y Gabriela Guimarey.
--¿A qué atribuye el hecho de que no le hayan renovado el contrato? --La verdad es que estoy desconcertado. Supongo que prefieren contratar a conductores más jóvenes que den la información limpia de opinión, y que sean bastante menos apasionados. Otra posibilidad es que mi estilo no guste, que sea algo antiguo. Lo tendría más claro si alguien se hubiera acercado a decirme qué pasó.
--¿Usted qué esperaba? --Yo no soy Gardel, pero hubiera esperado que alguien me despidiera dándome la mano. Siento que me faltaron el respeto, porque se ampararon en sus derechos legales y ni siquiera tuvieron la hombría de conectarse conmigo. El fin fue frío y jurídico.
--¿Y a usted eso cómo le cayo? --Como el culo, ¿cómo le va a caer eso a un tipo tan pasional como yo? Durante seis meses dejé todo en ese noticiero: no sólo conduje sino que participé muy activamente en la producción y la realización.
--Si le hubieran pedido que modificara su estilo, ¿hubiera aceptado? --Sí, dentro de ciertos términos lógicos. Es decir, si hubiera sido una cuestión estilística, superficial, relacionada con la manera en que se dicen las cosas, no hubiera tenido mayor problema. Lo que yo no cambio son ciertas cuestiones que tienen que ver con lo ideológico: a mí no me pueden hacer decir que simplemente chocaron dos autos en la esquina si yo sé que uno de los dos cruzó el semáforo en rojo, porque lo voy a decir.
--¿Diría que los dos despidos tienen alguna característica en común? --Lo que los diferencia es que, mientras en América estaba muy claro que no me perdonaban que mi estilo afectara los intereses de la empresa, con el 9 no quedó nada claro. En diciembre yo reconocí ante Página/12 que sentía que el precio de la independencia era irme a mi casa. Ahora siento que me es muy difícil reponerme de los dos despidos en tan poco tiempo como para poder pensar con claridad. Lo que íntimamente creo es que estos episodios tienen relación con que cada vez haya menos programas periodísticos en la televisión, y que los pocos que hay sean todos iguales: los empresarios no quieren meterse en problemas, y para eso necesitan aliviar la posibilidad de discusión.
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