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EN INDONESIA EMPEZÓ LA TRANSICIÓN, AUNQUE NADIE SABE POR CUÁNTO TIEMPO

A Suharto lo sucedió su protegido Habibie, que no convence a la oposición ni al FMI.Pero Indonesia necesita ya ayuda exterior.

Las fotos del sucesor desplazan rápido a Suharto.
Si Habibie no resulta creíble, habrá que descolgarlas.

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t.gif (67 bytes) Nadie cree en Indonesia que el nuevo presidente, el intelectual islámico Baharuddin Yusuf Habibie, llegue al término de un mandato que la constitución fija para el 2003. El primer escéptico es el presidente mismo, quien anunció ayer al líder musulmán moderado Amien Rais que quiere convocar elecciones libres. Pero las elecciones serán recién dentro de seis meses. Y en el club de escépticos el FMI está en primer lugar. No quiere saber nada de desbloquear los 10.000 millones de ayuda económica a Indonesia. En una medida sin precedentes, Habibie anunció que en la primera reunión de gabinete prevista para hoy lunes decidirá la liberación de presos políticos. Con ello intenta probar su compromiso con la democracia, poco creíble para una oposición que lo sigue considerando el vicepresidente de Suharto. Las tropas que patrullan Yakarta siguen siendo el mejor medio para inhibir las protestas estudiantiles y callejeras.

Los voceros de la oposición coinciden en que el gobierno de Habibie será de corta vida debido a la crisis política. El dirigente musulmán Amien Rais informó ayer a la televisión que Habibie "me dijo que necesita al menos seis meses para poner en marcha las reformas, incluidas las leyes para unas elecciones realmente democráticas". El problema con que Habibie se tome su tiempo para orquestar el retorno a la democracia es qué ocurre entretanto. Para mejorar su imagen, ayer hizo que su hermano renunciara a su puesto de jefe del Parque de Desarrollo Industrial indonesio. La opinión pública, sin embargo, no ha distanciado aún a Habibie del nepotismo y amiguismo que caracterizaron a los 32 años de gobierno de su protector, el general Suharto.

El gobierno indonesio no consiguió convencer a la mayoría de los líderes financieros de la región Asia-Pacífico, reunidos hasta hoy en un Foro en Kananaskis, Canadá, de que éste es el momento de desbloquear la ayuda económica para el desesperado gobierno de Yakarta. Robert Rubin, secretario del Tesoro norteamericano, coincidió con Michel Camdessus, secretario general del FMI, en que sería muy temprano garantizar el dinero para Indonesia sólo por la renuncia de Suharto. Pero los vecinos de Indonesia en la región se mostraron más aprensivos. "Estados Unidos tiene tiempo y puede darse el lujo de esperar, pero no es aceptable para un país que ha atravesado una experiencia tan traumática", dijo el ministro de Hacienda de Malasia, Dato Seri Anwar, cuyo gobierno se vio obligado a repatriar en masa olas de exiliados indonesios. La otra postura en favor de Indonesia vino de otro país golpeado por la crisis asiática, Japón. En Indonesia no es seguro que la meditada dilación de las soluciones políticas y económicas consiga una transición aceptable para la opinión pública.

 


 

YABRÁN, ESE TÍPICO LATINO
Por Claudio Uriarte

Oviedo en Paraguay, Fujimori en Perú, Banzer en Bolivia, Chávez en Venezuela, Pinochet en el Senado chileno... ¿Alfredo Yabrán en la Argentina? No, no es un chiste de humor negro, porque el tenebroso empresario suicidado la semana pasada en Entre Ríos simboliza nudos de opacidad e impunidad que van más abajo y más allá de sí, pero que terminan remitiendo a él. Primero, porque el origen de la fortuna yabranesca está en los robos y estafas de alto vuelo de los mismos militares que ahora están volviendo en muchas partes. Durante todos estos años, ese dinero anduvo dando vueltas por el mundo y ahora su volumen es considerablemente mayor. Pero además, opacidad genera impunidad. Wasmosy en Paraguay es sospechado de vínculos con el narco, Fujimori tiene lo suyo a través de su escabroso jefe de inteligencia Vladimiro Montesinos, en Bolivia se hace la droga y ésta pasa por Argentina antes de desembocar en Paraguay y de ahí al mundo. Pero la droga tiene un camino de vuelta: vuelve convertida en poder, y en un poder incalculable en la medida en que permanece en las sombras, o más bien --como le hubiera gustado ser a Yabrán-- invisible. En todos estos países, la magnitud del dinero generado por el narcotráfico implica de hecho economías paralelas, a veces mucho más fuertes que las legítimas. La pregunta es si también implica Estados paralelos, o si los Estados visibles, que suponemos legítimos, no constituyen en realidad un decorado, una mampostería detrás de la cual no queda nada legal --como sucede en Colombia--. Si así fuera, estaríamos ante una situación de máximo peligro. Porque si El Señor Yabrán resulta haber sido suicidado por la Mafia en un país donde además se sospecha fuertemente que el hijo del Presidente fue asesinado sin que éste pudiera hacer nada, resultaría que el temible Padrino no era más que la terminal y la gerencia local de una organización mucho más vasta, de alcances mundiales, abriendo entonces la pregunta abismática sobre la magnitud de un poder incalculable. Sería como despertarse en medio de una pesadilla, o con un enorme y maligno plato volador al lado, que había estado todo el tiempo allí pero al que no hubiéramos percibido antes.

Algo es indudable: están entre nosotros. No se trata de un ejercicio paranoico sino de la constatación de un dato: semejante masa de dinero tiene que gravitar fuertemente sobre cualquier país donde opera. Y mientras Estados Unidos siga obstruyendo la opción de la legalización, el poder invisible no hará sino crecer.

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