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ES INMINENTE EL DESALOJO JUDICIAL DE UN PERRO
UN CAN DE PATITAS A LA CALLE

En un desesperado intento por retener consigo a su perro, un anciano presentó un recurso de último momento ante la Justicia. Pero el tribunal lo rechazó por improcedente. Así, los vecinos se salieron con la suya. El gobierno porteño ofreció alojar al can en forma temporaria.

Lagomarsino: Todavía alienta una solución por medio de un "diálogo racional" con los vecinos que acusan al perro. Dijo que el fallo "es brutal y arbitrario".

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Juan Carlos Lagomarsino tiene 82 años. Titán es su única compañía en el departamento de Santa Fe.

"Intentaba hacerle comprender a los jueces la situación de un hombre viejo que se va a quedar solo."


Por Carlos Rodríguez

t.gif (67 bytes) Juan Carlos Lagomarsino, viudo, 82 años, quien mantiene una batalla judicial para retener consigo a su perro Titán, apeló "en tiempo o en destiempo", como él mismo ironizó, ante los jueces que lo condenaron a deshacerse del can que es su "única compañía". El intento postrero para que revean esa medida fracasó y ahora la ejecución "es inminente". Los integrantes de la sala "E" de la Cámara de Apelaciones en lo Civil ni siquiera aceptaron recibir el recurso, dado que se trató de "una mera expresión de deseos" que está lejos de ser "una apelación formal", aclararon fuentes del tribunal ante una consulta de Página/12. El propio Lagomarsino reconoció que el texto --lo escribió él mismo, sin patrocinio letrado-- "es nulo desde lo jurídico, pero intentaba hacerle comprender a los jueces la situación emocional de un hombre viejo que se va a quedar solo". La expulsión del perro del edificio de Santa Fe 2644 fue solicitada por vecinos que dicen que el animal es "muy agresivo".

Ya vencidos los plazos para una apelación formal ante la Corte Suprema de Justicia, los jueces impartieron la orden de desalojar al perro, por medio de la fuerza pública si fuera necesario, pero existe una gestión de "buenos oficios" iniciada por el gobierno porteño para que se demore la ejecución del fallo. El director general de Tercera Edad del Gobierno de la Ciudad, Alberto López Bujanda, solicitó al consorcio que otorgue a Lagomarsino el tiempo necesario para vender su departamento, en el cuarto piso "D", y comprar otra vivienda en la que pueda estar con su mascota.

López Bujanda explicó que sólo les quedó la posibilidad de "intentar una mediación" porque cuando se conoció públicamente el caso --Página/12 publicó la primera nota el 13 de abril--, la cuestión "ya era cosa juzgada". Sostuvo que el consorcio "demostró buena voluntad" y prometió "no apurar el desalojo".

Lagomarsino alienta, todavía, una solución por medio de un "diálogo racional" con los vecinos que acusan al perro. Dijo que el fallo "es injusto, brutal y arbitrario" porque Titán (el nombre "oficial" del can es Titanic, pero él lo llama por el diminutivo) "nunca mordió a nadie y esto que pasa lo organizó una vecina (Graciela Torino Solá, que vivía en el cuarto "C"), que ya se mudó y que le tenía fobia a los animales".

El juez de primera instancia Ricardo Víctor Guarinoni, que ahora tiene en su poder la ejecución del desalojo ordenado por la Sala "E" de la Cámara, había fallado en su momento en favor de Lagomarsino por entender que el perro no era "ni agresivo ni molesto" y que si bien era "inquieto" se mostró "juguetón, pero no violento y mucho menos peligroso". Guarinoni fue el único funcionario judicial que conoció personalmente a Titán. Los jueces de la Cámara, Osvaldo Mirás, Juan Dupuis y Mario Calatayud, nunca tomaron contacto con el can ni enviaron a nadie en su representación.

"Vivo solo, tengo una hija que vive en las Lomas del Palomar con su esposo y una sola nieta de 25 años, recién casada, que vive en Mercedes. En la Capital Federal tengo cuatro o cinco primas hermanas que ni siquiera tienen mi apellido", expresó Lagomarsino en el escrito rechazado para dar cuenta de su soledad. Como el departamento está en trámite de sucesión, su venta aparece como problemática. López Bujanda ofreció alojamiento a Titán en el Instituto Pasteur, hasta que ambos --hombre y perro-- encuentren una casa donde estar juntos, pero Lagomarsino tiembla por la fama de lugar de exterminio que tiene el establecimiento. "Si reparan este tremendo error, podré decir que en la Argentina hay justicia", expresó el anciano en su frustrado recurso de apelación.


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