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AL KASSAR HABRÍA VENDIDO TANQUES ARGENTINOS EN MEDIO ORIENTE

"Puede ser (que Al Kassar) haya estado detrás de la operación", reconoció ayer el ex ministro Oscar Camilión,  al admitir un interés del Gobierno por vender tanques en Medio Oriente.

Submarinos: Camilión negó que se le hubiera encargado al sirio vender los submarinos, ya que el Gobierno desmontó la fábrica cuando se había construido "el 60 por ciento" de uno.

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Oscar Camilión sigue recordando los negocios de Al Kassar con el Gobierno.
"Incluso creo que un tanque fue mandado como muestra a Medio Oriente", dijo.


t.gif (67 bytes)  El ex ministro de Defensa Oscar Camilión volvió a disparar ayer contra el oficialismo, después de afirmar hace diez días que el contrabando de armas a Ecuador y Croacia "es un problema de todo el Gobierno". Camilión se convirtió en el primer allegado a este gobierno en admitir que Monzer Al Kassar pudo haber intentado colocar tanques argentinos en Medio Oriente por encargo del Gobierno, como había afirmado el sirio. Mientras tanto, el ex fotógrafo de Presidencia, Eduardo Ratto, confirmó que Al Kassar se sacó las fotos de su pasaporte en la Casa Rosada, a pedido de Amira Yoma.

En un reportaje aparecido hace tres días, Al Kassar admitió que a principios de los 90, el entonces ministro de Defensa Humberto Romero le encargó colocar en Europa siete submarinos argentinos, así como unidades del tanque blindado TAM. "Nunca recibí al señor Al Kassar", dijo ayer Romero a modo de desmentida.

"Puede ser" que Al Kassar haya estado "detrás de la operación" por la venta de los tanques, dijo Camilión, que confirmó el intento del Gobierno por colocar los blindados en el exterior. "Inclusive, creo que una unidad fue mandada como muestra a países de Oriente Medio", arrojó el ex ministro, procesado por la venta de armas a Ecuador a principios del '93 y empeñado en no caer solo. Camilión negó que se le hubiera encargado al sirio o a otra persona ubicar los submarinos, ya que el Gobierno decidió desmontar la fábrica cuando se había construido "el 60 por ciento" de uno. Para hacer más disparatado el asunto, Al Kassar apareció ayer en la revista Gente aclarando que "nunca hablé de tanques", pero que lo que ofrecieron vender fueron "tres submarinos".

"Los que conocen este negocio lo califican como perro de guerra, como se llama a aquel que vende todo lo que sirve para matar". La frase, referida a Al Kassar, pertenece a Walter Spengler, un cordobés dedicado a la venta de armas. Spengler aseguró que la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero --ocurrida en 1995-- no fue un accidente sino un atentado originado en un "pase de facturas" por la venta ilegal de armamento y municiones a Croacia y Ecuador. Además, afirmó que en estas operaciones estuvieron vinculados Al Kassar e Ibrahim Al Ibrahim, ex marido de Amira Yoma. Spengler dijo que vio a Al Kassar cuando "estuvo en visita oficial en Falda del Carmen (donde se construía el cuestionado misil Cóndor), en el área material Córdoba (que dependía de la Fuerza Aérea", y en el edificio Cóndor de la Fuerza Aérea. "No es que no me quepan dudas, pero tengo varios elementos que me hacen pensar que Al Kassar estuvo en esa operación", dijo ayer el diputado Horacio Viqueira al realizar una presentación judicial para que se investigue el caso.

El ex fotógrafo presidencial afirmó que fue Amira Yoma quien le ordenó, con carácter de "urgente", retratar --en color y blanco y negro-- a Al Kassar en la Rosada. Eduardo Ratto mostró ante las cámaras de televisión las fotos del sirio, que se presentó en sandalias, luciendo remera a rayas y una campera sport. Ratto le hizo unas tomas con ese vestuario y más tarde con saco y corbata, que según dijo le facilitó el secretario de Yoma. Como publicó Página/12 el domingo, Al Kassar dio otra versión sobre el origen de la vestimenta cuando declaró ante el juez español Baltasar Garzón, en 1992. Sobre la foto de su pasaporte, Al Kassar respondió que "la ejecutó el mismo fotógrafo presidencial, entregándole el señor Menem una camisa, chaqueta y corbata de su armario". Ratto dijo que Menem se había ido a Olivos el día de 1990 en que tuvo lugar la sesión de fotos. El fotógrafo confesó que se enteró dos años después de que el hombre canoso y desaliñado al que había retratado era nada menos que uno de los traficantes de armas más ricos del planeta.


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