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Penas

Por Luis Bruschtein

t.gif (67 bytes)  El periodismo puede ser penado cuando miente a sabiendas o cuando oculta información, pero no cuando la difunde. Porque la principal obligación del periodismo es informar lo que pasa, ilegal o legal, desde su óptica y tratando de estar lo más cerca posible de la verdad.

La información es algo que ocurrió, que está o que circula, aun bajo la forma de versión, entre la gente. Es algo que se comenta, aun cuando se obtuvo de manera ilegal. Lo ilegal es la manera en que se obtuvo, no la información, aun cuando se obtenga con métodos tan repugnantes como el que se usó con la familia de Fernando de la Rúa.

La actividad periodística tiene muchas veces aspectos desagradables y hasta repugnantes que cada periodista o medio de comunicación resuelve según su concepción ética y no por disposiciones penales, porque su función no es juzgar, gobernar, legislar o proteger a otras instituciones, sino informar. En ese ordenamiento complejo, cada institución se defiende a sí misma siendo fiel a la función para la cual fue creada.

Las instituciones no son abstracciones. Se crearon para ordenar la vida de las personas en una sociedad compleja. La información que requieren esas personas resulta tan indispensable para el funcionamiento de ese orden complejo y desordenado como la Justicia o las leyes. No se puede proteger a una institución en detrimento de la otra. No se puede, por ejemplo, salvar el buen nombre de funcionarios poniendo jueces parciales. No se protege a jueces o funcionarios ocultando alguna información, relacionada con lo público, que los involucre. Ocultar información es tan grave para la prensa como presionar a un juez lo es para la Justicia.

Existen límites legales relacionados con la apología del delito o la discriminación, que apuntan más al contexto de la información que a su ocultamiento. Y existe también la figura penal de calumnias e injurias. En este último caso, el periodista tiene que demostrar que no inventó la información, sino que la recogió de diversas fuentes y la publicó luego de un proceso de control.

Si la información resulta falsa, su publicación, en el contexto en que fue recogida, ayudará a corregirla. Porque lo que sí resultaría cierto en ese caso es que esa información falsa estaba instalada de alguna manera en la realidad donde fue recogida. Muchas veces los periodistas fuerzan o ignoran el contexto para conseguir espectacularidad y es allí donde pueden ser penados, pero nunca por la difusión en sí.

 



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