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Por Daniel Lagares desde L'Etrat
La mañana de L'Etrat fue lluviosa y fría. En toda la región hubo mal tiempo y por la tarde un temporal de lluvia y viento cayó sobre Lyon y Saint Etienne, los dos centros urbanos vecinos al campamento argentino. Por la tarde se jugó un partido con los chicos del Renato Cesarini --ver "Set de ensayo...-- a modo de prueba y Passarella paró el presunto equipo titular. ¿Será ése el que debutará en Toulouse? La Selección es un equipo "a la europea". El técnico lo formó a partir de los hombres que juegan en Italia y España y de acuerdo a las características de las individualidades. No es antojadiza la elección: de los 22 elegidos, 16 pertenecen a equipos europeos y de ellos saldrán los once titulares. Acostumbrados al juego veloz y explosivo pero sin fantasía, esos jugadores parecen sentirse más cómodos con ese módulo que con uno tradicional argentino, de toque cadencioso y llegada masiva. Es decir, parado del medio hacia atrás con salida rápida de contraataque. Durante largos pasajes de las eliminatorias el sistema no funcionó, pero luego de la derrota con Israel el equipo comenzó a dar signos positivos hasta lograr su pico en Maracaná. Passarella ha dicho que trata de encajar esa dinámica europea con la técnica sudamericana, que ése es su ideal de equipo. No en vano su paso por Fiorentina e Inter y haber trabajado bajo las órdenes de Giovanni Trapattoni hicieron blanco en el gusto futbolero del entrenador. Lo otro lo traía de los descampados de Chacabuco donde tuvo su formación original. Si logra el ensamble perfecto, el técnico hará un equipo temible, si no quedará a mitad de camino y no será ni una cosa ni la otra. Pero este ideal de funcionamiento tiene dos problemas graves que se llaman Japón y Jamaica. Un equipo pensado como el argentino puede funcionar mejor ante rivales de jerarquía, que tengan las mismas obligaciones de convertirse en protagonistas. Para decirlo en criollo, que salga a atacarlo. Eso fue lo que le pasó a Brasil en Maracaná y al primer error pagó con la derrota. Pero no hará eso Japón y menos Jamaica, el domingo siguiente. Entonces, ¿cómo jugarles, con qué hombres? Por una simple cuestión matemática, con tres hombres en el fondo alcanza para contener al japonés y medio que intentará la ofensiva de Takeshi Okada. La clave estará del medio hace adelante. Japón propondrá un juego de marca y velocidad en el medio, con relevos constantes, lo cual puede hacer naufragar los planes argentinos si Verón-Almeyda-Simeone caminan la cancha al trote como lo hicieron con Brasil. El fútbol es una cuestión de precisión y de velocidad; aquel equipo que pueda ser preciso en velocidad, marcará diferencia. La Selección todavía no llegó a ese punto, porque Verón no está claro en las habilitaciones y Claudio López gana siempre pero define una bien y tres mal. La cuestión es que la Selección es la que debe salir a atacar a Japón en el papel que le resulta más incómodo. Es casi seguro que Gallardo quede en el banco, con lo cual sólo queda Ortega para el desequilibrio individual por habilidad. Los demás, Zanetti, Batistuta, López, Simeone pueden quebrar por potencia y velocidad, pero no creando superioridad numérica en el toque corto y el cambio de frente. Ahí, en ese punto, es donde se hace imprescindible la precisión en velocidad para crear los espacios que dejen a alguno frente al arquero y con la pelota limpia. La enorme diferencia de jerarquía entre argentinos y japoneses debería hacer el resto. Ayala ha crecido una enormidad como último hombre, Sensini pone todo su oficio en el orden defensivo y Vivas ha resultado un buen sustituto de Chamot, quien también está casi descartado. Lo demás es tan conocido que no entra en discusión. La riqueza de Argentina se acumula en el banco. Gallardo, Balbo, Crespo, cada uno en sus funciones y con sus características propias, más Delgado y Berti en una segunda línea, ofrecen variantes suficientes para superar la voluntad de los japoneses sin correr demasiados riesgos.
Por D. L. desde L'Etrat
La historia del fútbol japonés, casi como la del país, está basada en las necesidades. Fueron los marinos ingleses los que llevaron el fútbol al Lejano Oriente a fines del siglo pasado y fue la Federación Inglesa la que les regaló una Copa de plata en 1917 luego del primer torneo internacional que se disputó en Tokio. El emperador confiscó la Copa el año siguiente porque el país entraba en guerra y se necesitaban todas los metales disponibles para la fabricación de armas. Hoy, Japón necesita hacer un buen papel en Francia '98, porque será el coanfitrión del Mundial 2002 junto a Corea. Eso hace sospechar alguna "ayudita" extra en los arbitrajes, pero que no preocupa demasiado en el campamento argentino porque no será, precisamente contra uno de lo favoritos, donde el equipo azul pueda gozar de la supuesta gracia oficial. Como a Passarella con Caniggia, a Okada no le tembló el pulso cuando borró de la lista de 22 a Kazuyoshi "Kazu" Miura, un delantero chiquito y veloz, el único japonés que participó del calcio italiano con su oscuro paso por el Genoa, donde jugó 21 partidos e hizo un solo gol, aunque convirtió 15 en las eliminatorias e igual fue borrado. Okada hizo un equipo de la mejor estirpe oriental. Voluntarioso, ordenado, disciplinado, riguroso con el plan preestablecido, nadie tiene luces para romper la monotonía del esquema. La Liga se enriqueció en la última década con la llegada de los extranjeros, desde Zico a Ramón Díaz ofrecieron su calidad a la materia prima local, basada en el despliegue físico. De esos extranjeros quedó un brasileño, Wagner Lopes, nacionalizado japonés y el único capaz de darle fantasía a un conjunto gris. Japón juega con líbero, stoppers, el resto revolotea por el medio, hay un estratega, un "fantasista", un punta y otro que es media punta. Masami Iara tiene 30 años, es uno de los dos veteranos, es el líbero y el capitán de la selección. Fue compañero de Ramón Díaz en el Yokohama Marinos. Soma, Narahsi y Akita son los que suelen tomar a los puntas rivales y tienen oficio y experiencia, pues cumplen las mismas funciones en el Kashima Antlers. Omora, del Yokohama, es una especie de lateral-volante de gran ida y vuelta, mientras que el arquero titular es Yoshikatsu Kawaguchi, también del YM, de 22 años. Es buen atajador pero no sale nunca o sale mal y tiene problemas en el juego aéreo. Los tres volantes netos son Motohiro Yamaguchi, del Yokohama Flugels, de 20 años, Hiroshi Nanami, de 4 y hombre del Jubilo Iwata, mientras que el cerebro del equipo es un chico de 20 años que impresionó a Passarella en los videos que observó. Es Hidetoshi Nakata, juega con el número 8 y pertenece al Bellmare Hiratsuka. Es el que menos corre y el que más piensa, también el que mejor "lee el juego", como se dice ahora, y maneja los tiempos de la selección. Nakata es un verdadero ídolo en su país y se ha convertido en el símbolo sexual de los '90. Lo llaman "El Cantoná del Sol Naciente" y es la figura elegida de las empresas fabricantes de artículos femeninos e infantiles. Más o menos como un Ronaldo de ojos rasgados. De allí en adelante hay dos variantes. Juega el brasileño Lopes como media punta o se adelanta más libre Nakata, dejando la ofensiva a dos puntas definidos: Jo e Ito, este último convocado en lugar de Miura.
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Si el
presidente Carlos Menem dijo en París que "la Justicia argentina es una de las
mejores del mundo" y hay que creerle, por qué entonces no creer que la Selección
nacional puede ganar el Mundial '98. Tiene jugadores de calidad, claro, tiene rivales
accesibles en la primera ronda, tiene historia y, sobre todo, hambre de gloria, por más
que varios de sus miembros ofrecen una respetable foja de servicios y como mínimo una
experiencia mundialista. Sin embargo, el camino se hace paso a paso y el 12 de julio está
tan lejos en el calendario como este Centre aux Métiers del estadio Saint Denis. El
primer paso es Japón y la primera incógnita es saber cómo formará la Selección de
Passarella.