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Ver prisioneros haciendo sus propios crematorios

“El trabajo libera”, proclamaba la entrada a Auschwitz. Liberaba
de la vida y –como lo revela una nueva serie de fotos– el trabajo de muchos prisioneros fue construir sus propios crematorios.


Mujeres húngaras llegan al campo de concentración con las cabezas rapadas.
Los prisioneros, muchos de ellos mujeres, construían –sin saberlo– sus propios hornos.

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t.gif (67 bytes)  Hasta 1941 Oswiecim era una ciudad mediana polaca famosa sólo por su industria liviana y su status como la capital regional. Pero en el otoño de ese año el ejército de ocupación alemán comenzó a construir en el área un vasto complejo que iba a convertirse en sinónimo de la maldad nazi: el campo de la muerte de Auschwitz-Birkenau. Para el final de la guerra en 1945 más de 1,5 millón de personas habían muerto en ese lugar a tiros, de hambre o en cámaras de gas, en una escalofriante fusión de ciencia moderna y odio medieval. La mayoría de las víctimas eran judíos, más de 500.000 eran niños. Cientos de miles fueron cremados en enormes hornos cuyas chimeneas despedían día y noche cenizas humanas, que caían sobre las ciudades cercanas. Otros fueron enterrados en fosas comunes. Miles murieron de fatiga, hambre y enfermedades aun después de la liberación del campo por las fuerzas soviéticas.
Los hechos de Auschwitz-Birkenau se han impreso en la conciencia del mundo: el paisaje árido cruzado por las vías del ferrocarril que llevaba vagones de ganado llenos de judíos hacia su muerte; el cartel cruelmente irónico “Arbeit Macht Frei” (el trabajo os hará libres) sobre la puerta de entrada. A comienzos de este año, una serie extraordinaria de 50 fotografías tomadas durante la construcción del campo fueron encontradas en el Museo de Auschwitz en Polonia y enviadas al Yad Vashes Holocaust Memorial en Jerusalén. Están publicadas aquí, algunas por primera vez fuera de Israel. Muestran a prisioneros, muchos de ellos mujeres, en trabajos forzados construyendo el crematorio y las cámaras de gas bajo la supervisión de los guardas de la SS. “Este es un documento único y asombroso”, dijo David Silberklang, editor de los estudios de Yad Vashes. “No tenemos otras fotografías que muestren la vida diaria en los campos de exterminio.”
Las fotografías fueron tomadas en el invierno de 1941/42 por un oficial alemán llamado Usch Kamann, que tenía un pequeño laboratorio fotográfico en Auschwitz en nombre de la compañía constructora. Un prisionero polaco llamado Ludwik Lawin, enviado a Auschwitz antes de que éste se convirtiera en un campo de exterminio, trabajó como técnico de laboratorio de Kamann. Las fotografías fueron tomadas a pedido de la compañía constructora como un registro del trabajo, pero Lawin se dio cuenta de su potencial significado. Hizo dos series de copias, y una se la dio a otro prisionero para esconder en una cañería. Aquellas fotografías desaparecieron, pero Lawin decidió enterrar su serie bajo el basurero del campo. Volvió a Auschwitz después de la guerra y las recuperó y se las dio a las autoridades polacas en 1946, junto con una carta que explicaba cómo habían sido tomadas y ocultas.
Según Silberklang, lo que las hace especiales a estas fotografías es que por primera vez uno puede ver claramente a los prisioneros que eran usados como esclavos y que estaban obligados a construir herramientas de asesinato con sus propias manos. “No tengo dudas de que no sabían lo que estaban construyendo, pero nosotros, que sabemos exactamente lo que sucedía ahí, las vemos y estamos espantados”, dijo. “Las fotografías son la primera evidencia de ese tipo, de judíos en el proceso de construir el campo y muestran el trabajo de los prisioneros etapa por etapa.” Estas son las únicas fotografías conocidas de la vida diaria de los prisioneros trabajando dentro del campo.
Los crematorios fueron construidos por prisioneros judíos a fines de 1941. Unas 1000 mujeres fueron traídas de un campo de concentración alemán y junto con otras 1000 jóvenes mujeres de Slovakia fueron consideradas las “pioneras”. Aparte de la intensidad de ver a los prisioneros creando los medios para sus propios asesinatos masivos, las fotografías son extraordinarias en el número de mujeres retratadas y los claros rostros de los prisioneros. “Estoy seguro que será posible, constatando la lista de prisioneros de Auschwitz, identificar a los que aparecen en las fotos”, dijo Silberklang.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

 

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