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HISTORIAS DE VIDA Y MUERTE EN ABRA PAMPA, HUMAHUACA
Voces lejanas

Trece chicos menores de un año mueren en tres meses de diarrea infantil. "No quería irme del hospital, pero me dijeron que si se quedaba tenía que pagar", explica una mamá. Para el obispo Olmedo "la responsabilidad es exclusiva de las autoridades porque no hay políticas
públicas en el área de salud". Pero la gente
se junta y organiza para hacer más fácil la sobrevivencia. Historias "pequeñas" de un lugar
a 4000 metros de altura y fuera de cualquier cuadro de prioridades para el Estado.

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Ingresos: En Abra Pampa el campesino de la zona recibe ingresos anuales por valor de ochocientos a mil pesos, o sea entre 67 y 83 pesos mensuales.

Indices: El índice de madres que se mueren en la Argentina subió del 44 al 47 por cada cien mil nacidos y el 70 por ciento de esos casos podrían haberse evitado.

Copla: En Coranzulí, una mamá cuidadora escribió esta copla: "Mis ojos están tristes / con ganas de llorar / porque el gobierno / no se acuerda de mí".

Prioridades: Ninguno de los consultados hizo ninguna referencia a la reelección presidencial, internas partidarias o candidaturas.

Por J.M. Pasquini Durán

t.gif (862 bytes) En Abra Pampa, departamento de Susques (Humahuaca), durante el primer trimestre de este año trece chiquitos menores de un año murieron por diarrea infantil, una causa injustificada en este tiempo. ¿Cómo es posible? Una madre de Pirquitas que perdió a su hijo de dos años lo contó así: "Se murió por vómito y diarrea. El agente sanitario nos ha derivado cuando ya pasaban tres días de enfermedad y además no nos mandaron la ambulancia de Abra Pampa y hasta que lo llevamos había bajado dos kilos. Lo llevé a Abra Pampa y me dieron de alta cuando tenía dos días en el hospital y de ahí lo llevé a la clínica y se murió. No quería irme del hospital, pero me dijeron que si se quedaba tenía que pagar". El agente sanitario tiene su propia explicación: "Son primordiales los medicamentos, pero no los tenemos; justamente durante todo el verano no hemos contado con sales de rehidratación, que son primordiales para no dejar que se deshidrate el chico".

A Susques llegó en días pasados Pablo Vinocur, de Unicef, para donar dos ambulancias a la Unidad Sanitaria departamental para combatir la mortalidad infantil. Por su lado, el Departamento de Educación para la Salud de Jujuy organizó talleres de educación nutricional, donde enseñan a elaborar menús que incluyan los alimentos disponibles en la zona. A Susques también la suelen llamar "la Somalía Interna" porque de cada diez niños mueren dos, y de cada diez, ocho son desnutridos. Para el obispo Pedro Olmedo, la muerte de esos trece chicos "es exclusiva responsabilidad de las autoridades porque no hay políticas públicas serias en materia de salud" y porque dejan que los trabajadores sanitarios salgan al campo "con las manos vacías". Dice más: "Durante 25 años estuvimos haciendo atención primaria de salud, reafirmando la importancia del hospital público y generando conciencia para que la gente se acerque a ellos, pero hoy a la gente se la corre de los hospitales porque no tienen respuestas".

La burocracia suele agravar las carencias reales. Cuenta el párroco Miguel García Carreño, de Iruya (Salta), que un bebé prematuro murió antes de llegar al hospital de Humahuaca porque debió ser trasladado en la camioneta municipal, que no tenía incubadora. Sin embargo, en el hospital de Iruya hay dos vehículos, una camioneta parada hace meses y una ambulancia nueva, muy bien equipada. Pero, "este vehículo es usado muy frecuentemente por el director para trasladarse por varios días a la ciudad de Salta, para hacer sus trámites ... ¿Será que nos hemos equivocado y este vehículo no es una ambulancia sino un taxiflet?", acusa el cura. ¿Qué pasa con los chicos que sobreviven? El mismo párroco describe la atención escolar, usando un ejemplo extremo pero, a su juicio representativo. Lo cuenta así:

"Para muestra vale lo que ocurre con la Escuela de Sala Esculla, trasladada desde el año pasado al paraje de Yerba Buena, quizá una de las peores del municipio. Desde el año pasado tiene los adobes preparados para construir el edificio escolar. Mientras tanto, funciona en un pequeño galpón de aproximadamente 9 x 4 metros, sin luz. Con chapas superpuestas, sin clavar, piso de tierra y con dos pequeñas aberturas que sin protección hacen de ventanas. En este espacio, la mitad hace de aula, con pupitres viejos donde aprenden veintidós alumnos. La otra mitad hace de dormitorio de algunos de ellos, con dos espumas que funcionan como colchones encima de dos tablas. Este mismo espacio es utilizado de comedor de los niños. El docente, además, cuenta con una pieza de 4 x 4 metros, que es usada como dormitorio, dirección, depósito, cocina ... ¡ah! Y de mesa de la computadora y radio que se le ha donado a la escuela. Como si esto fuera poco, una mitad de la cama del maestro es utilizado para las carpetas y libros." Con triste ironía, concluye: "No vayan a creer que esto es una escuela rancho. Más bien podemos imaginar que es un shopping en medio de los cerros".

No sólo mueren los chiquitos, también las madres. En el Día Mundial de la Salud, este año, las autoridades oficiales reconocieron que "el índice de madres que se mueren en la Argentina subió del 44 al 47 por cada cien mil nacidos" y que "el 70 por ciento de esos casos podrían haberse evitado". En Abra Pampa, según datos del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), el campesino de la zona recibe ingresos anuales por valor de ochocientos a mil pesos, o sea entre 67 y 83 pesos mensuales. Eso, a los que producen y pueden vender su producción. Abra Pampa, a cuatro mil metros de altura, está sufriendo en este tiempo una grave sequía que, si no recibe apoyo adecuado, impedirá incluso esa "ganancia".

Tanto Unicef como la Fundación de Estudios e Investigación de la Mujer coinciden en que podría reducirse el índice de mortalidad materna con "medidas de bajo costo como la educación sexual, la información, los servicios sobre anticoncepción y el mejoramiento de la atención en los hospitales públicos". El obispo Olmedo considera que la vulnerabilidad de las mujeres pobres -–las que tienen más hijos-— es consecuencia del "desconocimiento de los métodos anticonceptivos, de las consecuencias del acto sexual y de la enorme responsabilidad que significa traer niños al mundo", pero "ello también es producto de las condiciones de precariedad en las que viven, privadas del derecho a la educación y muchas veces a la salud y a los beneficios que supuestamente debieran acercar las estrategias de atención primaria de la salud".

¿Procreación responsable? Desde su "opción por los pobres", Olmedo aclara: "No se trata de promover políticas antinatalistas sino de crear conciencia en toda la sociedad, en especial a los sectores de menos recursos acerca de la responsabilidad mayúscula que significa procrear, mantener y educar a los hijos. Tampoco se trata de estimular la sexualidad sin límites, sino que se trata de que la educación sexual llegue hasta el último rincón de la provincia para garantizar el ejercicio de una sexualidad responsable. Hay que ayudar a pensar y decidir".

Religiosos, laicos y sobre todo los miembros de la comunidad, no se quedan en las quejas por tantas desgracias. Como los padres tienen que salir a trabajar, hay "mamás cuidadoras" como Santusa Subelza, que reúne a los chicos de la comunidad y los lleva a la "salita", donde pasan el día y toman alimentos. El desayuno en la casa por lo general es un té de yerba y una galleta dura. "Yo salgo de la casa en busca de los niños a las ocho de la mañana; empiezo de la casa más lejana y de ahí vengo recogiendo a los demás. Mientras venimos por el camino, venimos cantando, conversando, preguntándoles de sus padres y hermanitos, qué es lo que hacen en la casa y cómo se llaman y de todas las cosas que se encuentran y ven en el camino". Durante el invierno, en esta región las temperaturas bajan hasta diez/quince grados centígrados bajo cero.

En Coranzulí, otra mamá cuidadora escribió esta copla: "Mis ojos están tristes / con ganas de llorar / porque el gobierno / no se acuerda de mí". Ellos necesitan de un Estado sensible, incluso compasivo. Para ellos, además, la ley tiene un sentido de vida. En Rodeo Colorado, el presidente del Centro Vecinal, Hugo Mamaní, confiesa: "Estamos orgullosos de tener la personería jurídica, porque es muy importante para poder trabajar para nuestra gente, para conseguir algunos subsidios, firmar convenios y obtener algunos préstamos". Para Mamaní son ajenas las abstracciones teóricas sobre la formalidad en la democracia. Tampoco ha desaparecido la solidaridad comunitaria. El maestro Luis Casasola, que vive hace nueve años en Rodeo Colorado, la describe así: "La escuela pone a disposición de la gente todo lo educativo, pero también hace festivales, participa de las fiestas comunitarias, a veces nos piden apoyo para redactar notas o hacer algunas gestiones. Pero nosotros también recibimos el aporte de la comunidad cuando necesitamos algo para la escuela, por ejemplo, materiales, incluso mano de obra. La gente siempre está dispuesta a colaborar".

Todos estos testimonios fueron tomados de Yareta (marzo-junio/98), "Espacio de expresión de los laicos de la Prelatura de Humahuaca". Ninguno de los consultados, algunos de los cuales fueron citados aquí, hizo ninguna referencia a la reelección presidencial, internas partidarias o candidaturas, que tanta energía y recursos distraen de quienes deberían escuchar más seguido estas voces lejanas. Cuestión de prioridades.

 

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