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La hora del zapping cultural
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Por Fernando D'Addario
El ciclo Buenos Aires no Duerme, que hasta ayer convocó la friolera de 500 mil personas en cinco días consecutivos, podría definirse como el lugar en el que coexisten miles y miles de jóvenes dispuestos a producir y consumir su cultura, y miles y miles de otras personas entregadas a la contemplación activa. Sin embargo, los grupos de participación directa y pasiva interactúan: entre los primeros se encolumnan, inclusive, quienes concurren a los programas de radio que funcionan durante las 24 horas. Los jóvenes sienten que están haciendo radio, así como también, en los recitales de rock (el lunes actuaron Catupecu Machu y Cienfuegos, y ayer Juana La Loca y Los Robertones, entre otros) asumen que forman parte de un ritual colectivo que excede a quienes están, eventualmente, arriba del escenario. Pero también hay espacio para un circuito paralelo, más pequeño, que escapa a la urgencia de un shopping cultural en el que los jóvenes son su propia mercancía artística. En ese contexto, las salas de cine, de teatro, los ciclos de charlas interdisciplinarias dictadas por especialistas posibilitan otra mirada, una perspectiva distinta dentro de una oferta de actividades que privilegia el protagonismo del público. El espectáculo teatral Zulú (invitado especialmente dentro de una programación general que contempla la puesta en escena de 14 obras de teatro elegidas entre 97 postuladas) impactó a una concurrencia que no sabía con qué se iba a encontrar. La gente hizo una larga cola, esperó unos cuantos minutos ("no sé de qué se trata la obra, pero quiero ver teatro" fue el argumento, más que convincente, de una adolescente de no más de 15 años) y entró dispuesta a ser seducida. Y lo logró. Teatro negro, pero bien negro, con excelente performances a cargo de Mariana Rovito y Eleonora Boloff. Una muñeca-títere con peluca verde, anteojos fosforescentes, portaligas y zapatos rojos haciendo strip-tease, desarmándose, perdiendo y recuperando partes de su cuerpo hasta dejar visible su esqueleto, y una sombra que la pelea (la muerte que acecha, quizá) con un abrumador fondo percusivo. La gente se quedó --literalmente-- con la boca abierta. En el auditorio 1, Jorge Dubati brindaba una charla que pese al perfil académico ("Introducción al teatro occidental") devino en una exposición referida a la evolución de las estéticas que influyeron sobre el teatro. "Lo paradójico de la posmodernidad es que trae como novedad que lo nuevo ha muerto. Es la atemporización del arte. Es la conquista de la diversidad, la coexistencia de todas las poéticas. Sófocles y Silvia Süller", apuntó. En simultáneo, en el auditorio 1, Miguel Rep, Solano López y Patricia Brescia, entre otros humoristas gráficos e historietistas, proponían una discusión sobre el rol de la historieta en su defensa de los derechos humanos. Y el fanzine alusivo, que circulaba por todo el Centro, recordaba el derecho del día: al medio ambiente, que en la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires está especificado: "El ambiente es patrimonio común. Toda persona tiene derecho a gozar de un ambiente sano". Ambiente sano no es precisamente lo que falta en Buenos Aires no Duerme. EMOTIVO HOMENAJE A "RADIO BANGKOK" Quince años en dos temporadas
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