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RUBIAS
Por Juan Gelman

 

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t.gif (862 bytes) Esta era también de Nueva York. De Brooklyn, nada menos, donde nació en 1893. Soñada por los hombres de su época, totalmente desinhibida en lo sexual, Dalí pintó su rostro semicubierto por la máscara roja del deseo. Pasó de corista a reina de la comedia musical en los años 20 y a estrella de cine en los 30. Con su sensualidad y su gracia algo ruda, inspiró a varias generaciones de imitadoras, incluida Madonna, sólo que más sosas y previsibles que ella, incluida Madonna. Se llamó Mae West y no fue una de esas Venus que mascan chicle distraídas de su cuerpo: ella adornó el suyo con diamantes, picardía y una independencia de criterio que terminó chocando con el puritanismo en ascenso de la sociedad estadounidense posterior a la gran crisis de 1929. Will Hays, autor del minucioso código censurador de desnudos y otras ausencias de castidad en las películas, la consideraba un grave peligro para la moral de la nación.

"De dos perversiones, siempre elijo la que no he probado todavía", solía decir. Afirmó que había perdido la virginidad a los 12 años. Quién sabe. En cambio, está comprobado que se casó a los 17, forzada por el elenco teatral con el que andaba de gira, aparentemente nervioso por su voracidad erótica. El matrimonio fue corto; cuando los periodistas lo descubrieron, ella lo había olvidado ya. Mientras duró, después de cada función Mae West encerraba con llave al marido en la habitación del hotel donde paraban y se iba de nightclubs. Regresaba de madrugada, con ciertas hambres satisfechas.

Esta mujer era escritora. Además. A su pluma se deben nueve obras teatrales. En 1926 estrenó Sex, desenfrenadamente explícita en la materia que el título indica. Se cuenta que, como en el caso de una obra posterior sobre la cultura gay, The Drag, Mae West preparó dos versiones: la original, que se representaba normalmente, y otra suavizada para las ocasiones en que se detectaba o se creía detectar en el público a algún policía o funcionario con ganas de cerrar el teatro. Lo que ocurrió después de 375 representaciones y la autora, procesada, fue a parar a la cárcel por "atentado contra la moral". Pero los textos de Mae West molestaban no tanto por su desenfado como por la ironía que dedicaban a los tabúes sobre la anticoncepción, el aborto, la homosexualidad, las enfermedades venéreas, hoy más limados pero imperantes todavía.

Esa óptica impregna su novela She done him wrong ("Ella le hizo daño"), publicada en 1932 y reeditada no hace mucho, que primero fue una pieza teatral (Diamon Lil, 1928) y terminó en película del mismo nombre años después. La acción de la novela transcurre en el Bowery neoyorquino de 1890 y abundan los opiómanos, los cafishios y tratantes de blancas entre quienes la protagonista trata de abrirse camino. El estilo es aparentemente tosco, arbitrario, influido por las novelas baratas de violencia de entonces, pero así transmite sin sentimentalismos la dureza de un mundo que la autora conoció. Su otra novela, Babe Gordon (1930), es francamente antirracista y muestra cómo el dinero permite sortear las vallas de clase tradicionales con su voluntad de poder. En Mae West lo sexual no quitó lo inteligente.

Su carrera cinematográfica empezó con 1932 con Night after night. Como siempre en adelante, no se limitó a actuar: reescribió todos sus diálogos y de ese modo marginó a George Raft, supuesto protagonista del film.

Su popularidad sacó a la Paramount de una segura bancarrota, pero Mae West trabajaba acechada por el ojo de la censura, cada vez más acerado. Obligada a diluir su estilo, se retiró del cine después de una decena de películas apenas. Vivió en Hollywood hasta su muerte, en 1980, en un departamento decorado sólo en blanco y oro que repetía el color de sus vestidos cuando aparecía en público y, desde luego, el de su cabellera. En 1950 no quiso trabajar para Billy Wilder en Sunset Bulevard: el papel no le pareció adecuado.

Mae West fue rescatada en los 60 por jóvenes empeñados en la lucha por la integración racial, la liberación de la mujer, los derechos de las minorías y los homosexuales, y contra la guerra del Vietnam. Era una predecesora ilustre. Scott Fitzgerald la había calificado de "único personaje con filo irónico y chispa cómica que constituye un caso cosmopolita de disfrute de la vida". Gore Vidal se inspiró en ella para su parodia transexual Myra Breckinridge. Cuando el libro se convirtió en película, Mae West volvió al cine para representar el papel de Leticia. En Sexteto (1978), basada en una obra suya de 1961, apareció por última vez en la pantalla. Tenía 85 años, achaques varios y vastas lagunas de memoria. Fue su peor actuación. Pero hacía muchos años ya que la represora capacidad de evasión de Hollywood había mellado el filo con que Mae West dejaba marcas en el público de Nueva York.


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