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A golpes se hace el proceso de paz en Colombia


Las conversaciones de paz tuvieron su primera interrupción. La guerrilla rechaza un status político para los paramilitares.

 

 

 

El presidente electo colombiano Pastrana con Clinton

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Por Carlos Noriega
Desde Bogotá

t.gif (67 bytes)  Mientras en Washington el presidente colombiano electo Andrés Pastrana, se reunía ayer con el primer mandatario norteamericano Bill Clinton, en Colombia el proceso de paz sufría su primer golpe serio al suspenderse la reunión que debían haber sostenido en la prisión de Itagüi, en Medellín, los detenidos jefes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), Francisco Galán y Felipe Torres, con miembros del Consejo Nacional de Paz. El encuentro con Clinton estaba destinado a terminar con las malas relaciones entre ambos países que caracterizaron los cuatro años de "narcogobierno" de Ernesto Samper y en el que el proceso de paz con las guerrillas anunciado por Pastrana era tema central de la agenda.

El diálogo fue suspendido por el ELN. En un comunicado expresó su rechazo al encuentro que a comienzos de la semana pasada tuvieron miembros de la llamada "sociedad civil", entre ellos el Consejo Nacional de Paz, con los paramilitares encabezados por su jefe Carlos Castaño. No se trata de una ruptura del diálogo iniciado en Alemania hace dos meses, sino de una suspensión. Para reanudar las conversaciones, el ELN exige que el Consejo Nacional de Paz "explique cuál es su punto de vista sobre su reunión con los paramilitares y clarifique si está dándoles status político" y que el gobierno aclare si con esa reunión con los paramilitares "se entierra la legislación internacional que penaliza los crímenes atroces y de los cuales han sido históricamente responsabilizados los paramilitares". El ELN y las FARC se han negado rotundamente a dialogar con los paramilitares y han asegurado que incluirlos en la mesa de negociaciones equivaldría a darles status político.

La frustrada reunión de ayer lunes tenía como finalidad iniciar los preparativos para organizar una convención nacional en la que se debatan las reformas políticas, sociales y económicas que exige la guerrilla como requisito previo a cualquier acuerdo de paz. Será al futuro gobierno de Pastrana al que le corresponda solucionar el entrampamiento en el que ha caído el diálogo con el ELN. Entrampamiento que también afectaría al anunciado diálogo con las FARC, que deberá comenzar en un plazo máximo de 90 días luego de que Pastrana asuma el poder. Para muchos analistas, la reunión con los paramilitares fue un gran triunfo de éstos, que lograron ser considerados como interlocutores políticos, y un duro golpe al proceso de paz. La actitud de ayer del ELN sería una primera reacción a este hecho. Personajes ligados al futuro presidente aseguran que Pastrana seguirá en la ruta que ya trazó de dialogar con la guerrilla y no otorgarle ningún reconocimiento político a los paramilitares, a quienes prometió tratar con "mano dura". Esta actitud desentramparía las negociaciones con el ELN e impulsaría el diálogo con las FARC.

Los observadores del proceso de violencia que vive Colombia advierten que habría que esperar de los paramilitares "acciones de respuesta" para frustrar el proceso de paz. Los paramilitares considerarán su exclusión de las negociaciones como un retroceso en su objetivo de alcanzar legitimidad política, la que aseguran haber obtenido luego de ser llamados a dialogar. Esas "acciones de respuesta" que cabría esperar serían las masacres contra pobladores civiles que han caracterizado a estos grupos armados, estrechamente ligados con el narcotráfico y que, según diversos analistas, tendrían apoyo de importantes sectores de las fuerzas armadas.

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